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viernes, 5 de abril de 2013

La ecoalfabetización

La ecoalfabetización
Fritjof Capra


Aprender de la naturaleza para mantener la vida
El concepto de sostenibilidad ecológica fue introducido hace más de veinte años por Lester Brown, quien lo definió una sociedad sostenible como aquella que es capaz de satisfacer sus necesidades sin reducir las oportunidades de las futuras generaciones.

Esta definición clásica de sostenibilidad es una exhortación moral importante, pero no nos dice nada sobre cómo realmente construir una sociedad sostenible. Por esta razón, todo el concepto de sostenibilidad sigue siendo complejo para muchas personas.

Lo que necesitamos es una definición práctica de sostenibilidad ecológica. La clave para esta definición es darnos cuenta de que no necesitamos inventarnos comunidades humanas sostenibles a partir de cero, sino que podemos emplear como modelo los ecosistemas de la naturaleza, que son las comunidades sostenibles de las plantas, animales y microorganismos.

Puesto que la característica más destacada de la bioesfera es su habilidad innata de conservar la vida, una comunidad humana sostenible debe estar diseñada de tal manera que su forma de vida, negocios, economía, estructuras físicas y tecnologías no interfieran con la habilidad innata de la naturaleza para sustentar la vida.

Esta definición de sostenibilidad implica que en nuestra lucha por construir comunidades sostenibles, debemos entender los principios de organización que han desarrollado los ecosistemas para sostener los hilos de la vida.

Entender esto es lo que llamamos ecoalfabetización. En las próximas décadas la supervivencia de la humanidad dependerá de nuestra habilidad para entender los principios básicos de la ecología y vivir en consecuencia.

Necesitamos enseñar a nuestros hijos –¡y a nuestros líderes políticos y corporativos!- los hechos fundamentales de la vida, por ejemplo, que la materia gira continuamente a través de la red de la vida; que la energía que mueve los ciclos ecológicos fluye desde el sol; que la diversidad nos asegura la elasticidad; que el desperdicio de una especie es el alimento de otra especie; que la vida, desde sus comienzos hace más de tres mil millones de años, no se hizo cargo del planeta combatiendo sino hilando y trabajando.

Enseñar este conocimiento ecológico, que es igualmente una sabiduría ancestral, será el papel más importante de la educación del siglo XXI.

Un nuevo paradigma


Entender por completo los principios de la ecología requiere una nueva manera de ver el mundo y una nueva forma de pensar en términos de relaciones, conexión, y contexto. La ecología es primeramente y sobretodo una ciencia de relaciones entre los miembros de las comunidades del ecosistema.

Para entender completamente los principios de la ecología necesitamos pensar en términos de relaciones y contexto. Este pensar contextual o sistémico implica varios cambios perceptivos que van en contra de la corriente de la ciencia occidental tradicional y la educación.

En lugar de ver el universo como una máquina compuesta por bloques de construcción elementales, los científicos han descubierto que el mundo material, finalmente, es una red de patrones de relaciones inseparables; que el planeta en su totalidad es un sistema viviente, y autoregulador.

La visión del cuerpo humano como una máquina y de la mente como una entidad separada se está reemplazando por una que no solo ve el cerebro, sino también el sistema inmunológico, los tejidos corporales e incluso cada célula, como sistemas cognitivos vivientes.

Esta visión ya no considera la evolución como una lucha competitiva por la existencia, sino que en cambio, la ve como un baile cooperativo en el cuál la creatividad y el constante emerger de novedades son las fuerzas conductoras.

Cuando estudiamos los principios básicos de la ecología en profundidad, encontramos que están interrelacionados. No puede existir ningún organismo individual aisladamente. Los animales dependen de la fotosíntesis de las plantas para sus necesidades energéticas; las plantas dependen en el dióxido de carbono que producen los animales, así como también del nitrógeno que produce las bacterias en sus raíces; y conjuntamente, las plantas, los animales y los microorganismos regulan toda la biosfera y mantienen las condiciones que posibilitan la vida.

La sostenibilidad, por tanto, no es propiedad individual sino propiedad de una red completa de relaciones. Siempre implica a toda una comunidad. Esta es la lección profunda que necesitamos aprender de la naturaleza. La manera de sostener la vida es construyendo y alimentando la comunidad.

Todo está relacionado


Cuando enseñamos esto en nuestras escuelas, es importante para nosotros que los niños no solo entiendan la ecología, sino la experimenten en la naturaleza – en un huerto escolar, en una playa, o en el nacimiento de un río- y que también experimenten la comunidad mientras estudian. En caso contrario, podrían dejar la escuela y ser ecologistas teóricos de primera línea pero importarles bien poco la naturaleza, la Tierra.

La comunidad es esencial para comprender la sostenibilidad, y también es esencial para la enseñanza de la ecología de la manera multidisciplinaria que requiere. En las escuelas, hace falta integrar varias disciplinas para crear un curriculum orientado ecológicamente.

Obviamente esto solo es posible si los profesores de las distintas disciplinas colaboran, y si la administración escolar hace posible dicha colaboración. En otras palabras, las relaciones conceptuales entre las distintas disciplinas se pueden hacer explícitas solamente si hay relaciones humanas correspondientes entre los profesores y administradores.

Diez años de trabajo nos ha convencido de que la educación para la vida sostenible se puede practicar mejor si toda la escuela se transforma en una comunidad de aprendizaje. En dicha comunidad, los profesores, alumnos, administradores y padres están todos interconectados en una red de relaciones, trabajando juntos para facilitar el aprendizaje.

La enseñanza no fluye de arriba hacia abajo, pero existe un intercambio cíclico de conocimiento. El enfoque está en aprender y todos, dentro del sistema, son tanto profesor como alumno.

En la visión convencional de la educación, los alumnos aparecen como aprendices pasivos, y el curriculum es un conjunto de información predeterminada, fuera de contexto. Nuestra pedagogía educativa para la vida sostenible rompe completamente con este esqiema, involucramos a los alumnos en el proceso educativo con ayuda de proyectos basados en la vida real.

Esto genera una fuerte motivación e involucra a los alumnos emocionalmente. En lugar de presentar información fuera de contexto predeterminada, fomentamos el pensamiento crítico, las preguntas y experimentación, reconociendo que el aprendizaje implica la estructura del significado según la historia personal del alumno y su antecedente cultural.

La Tierra es nuestro hogar común y crear un mundo sostenible para nuestros hijos y para futuras generaciones es nuestra tarea común.

Las cinco prácticas de eco-alfabetización.

Con el objetivo de educar estudiantes que sean eco-alfabetos, el Centre for Ecoliteracy ha identificado cinco prácticas vitales que integran la inteligencia emocional, la social y la ecológica.

Estas son descritas más ampliamente en nuestro libro Ecoliterate: How Educators Are Cultivating Emotional, Social, and Ecological Intelligence (Eco-alfabetización: cómo los educadores están cultivando la inteligencia emocional, social y ecológica), de donde proviene el texto a continuación.

Trabajamos para inspirar a profesores a que usen una variedad de oportunidades de aprendizaje que ayuden a sus estudiantes a considerar y aplicar estas prácticas en un rango diverso de contextos. Estas prácticas permiten a los alumnos fortalecer y expandir sus capacidades para una vida sustentable.

Desarrollar empatía por todas las formas de vida incentiva a los estudiantes a expandir su sentido de compasión a otras formas de vida. Al cambiar del modo de pensar dominante de nuestra sociedad (el cual considera a los humanos como separados de y superiores al resto de la vida en el planeta) hacia una visión que reconoce a los humanos como miembros de la red de vida, los estudiantes amplían su cuidado y preocupación para incluir una red relacional mas inclusiva.

Abrazar la sustentabilidad como práctica comunitaria surge del conocimiento de que los organismos no existen aisladamente. La calidad de la red relacional dentro de cada comunidad viviente determina su habilidad colectiva para sobrevivir y florecer.

A través de aprender sobre las asombrosas maneras de interdependencia entre plantas, animales y otros seres vivos, los estudiantes inspiran a considerar el rol de la interconexión en sus comunidades y a ver lo valioso de fortalecer esas relaciones a través del pensamiento y la acción cooperativa.

Hacer visible lo invisible ayuda a los estudiantes a reconocer los múltiples efectos del comportamiento humano sobre la gente y el medioambiente. El impacto de la conducta humana se ha expandido exponencialmente en tiempo, espacio y magnitud, lo que dificulta, si no hace imposible, la comprensión completa de sus consecuencias.

El uso de herramientas que ayuden a hacer visible lo invisible revela las implicaciones más extensas del comportamiento humano y nos permite actuar en formas más acordes con la vida.

Anticipar consecuencias no intencionadas es un desafío doble de predecir las potenciales consecuencias de nuestro comportamiento lo mejor posible, mientras que al mismo tiempo aceptamos que no nos es posible prever todas las eventuales asociaciones de causa y efecto. Asumiendo que el objetivo final es mejorar la calidad de vida, los estudiantes pueden adoptar el pensamiento sistémico y el “principio de precaución” como directrices para el cultivo de formas de vida que defiendan más que destruyan la red vital. También construimos resiliencia a través de apoyar la capacidad de las comunidades naturales para recuperarse de consecuencias imprevistas.

Entender cómo la naturaleza sostiene la vida es imperativo para que los estudiantes cultiven una sociedad que tome en cuenta las futuras generaciones y otras formas de vida. La naturaleza ha apoyado la vida en la Tierra por billones de años. Por lo tanto, a través de examinar los procesos de la Tierra, aprendemos estrategias que son aplicables al diseño de diferentes esfuerzos humanos.

El Center for Ecoliteracy ,
contribuye en avances en la educción y a la vida sostenible; es conocido por su trabajo en cambios curriculares en educación básica tales como ecología práctica e integrada a la vida diaria y cambios en la alimentación de los niños. Fundado en 1995 por Fritjof Capra ha logrado involucrar a profesores en todo el mundo.
www.ecoliteracy.org
Fritjof Capra, Ph.D., físico y teórico de sistemas, es director fundador del Center for Ecoliteracy en Berkeley, California y con frecuencia da seminarios de gestión para los altos ejecutivos. Es el autor de cinco bestsellers internacionales, El Tao de la física (1975), The turning point (1982), Uncommon wisdom (1988), The web of life (1996), y Las conexiones ocultas (2002).
www.fritjofcapra.net

MAS INFO: http://buenasiembra.com.ar/ecologia/index.html

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