No es un regalo del estado
Comercio justo es igual a pago justo + vida digna
(*) Evelyn Pallotta
¿Alguna vez has oído hablar del comercio justo?
Sí, existe tal cosa mundialmente y así se denomina a una forma alternativa de comercio que promueve una serie de relaciones voluntarias y justas entre productores y consumidores, teniendo en cuenta valores éticos y medioambientales frente a los criterios estrictamente económicos del comercio tradicional.
Uno de sus objetivos principales es que los trabajadores y productores más pobres obtengan un pago justo que les permita llevar una vida digna. El comercio justo también es conocido por los nombres de comercio ético, comercio solidario y fare trade.
Sí, existe tal cosa mundialmente y así se denomina a una forma alternativa de comercio que promueve una serie de relaciones voluntarias y justas entre productores y consumidores, teniendo en cuenta valores éticos y medioambientales frente a los criterios estrictamente económicos del comercio tradicional.
Uno de sus objetivos principales es que los trabajadores y productores más pobres obtengan un pago justo que les permita llevar una vida digna. El comercio justo también es conocido por los nombres de comercio ético, comercio solidario y fare trade.
Este movimiento se desarrolló formalmente a partir de la conferencia de la UNCTAD -Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo-, celebrada en Ginebra en 1964, y es promovido por organizaciones no gubernamentales, grupos ambientalistas, sociales y políticos dentro de una propuesta alternativa para el desarrollo sustentable y la superación de la pobreza.
Pudiera hablarse de tres oleadas en la consolidación del comercio justo. La primera comenzó con la distribución de productos en ferias, bazares de iglesia, mercados informales, entre otros; luego se crearon importadoras de productos de comercio justo y redes de tiendas. Uno de los productos emblemáticos comercializados fue el café, cuya importación, a cargo de cooperativas de Guatemala y México en 1973, superó el volumen de los demás productos.
La segunda generación se definió por la creación de marcas o etiquetas de garantía que avalaban la procedencia del producto, la calidad y el respeto por la naturaleza. Por último, la tercera generación se caracteriza por dirigir a los productores asociados hacia el control del mercado de sus productos, a través de la cooperación con empresas de comercio justo. De esta forma los productores comparten el capital con las organizaciones comercializadoras y coordinan entre sí estrategias de mercado, lo que les brinda la alternativa de participar como socios en las empresas de comercio justo y pasar a formar parte de los procesos de comercialización.
Antecedentes
Durante la crisis del café en los años noventa, cuando cayó abruptamente el precio del grano, desaparecieron las políticas internacionales de intervención para proteger a los productores contra las caídas de las materias primas y como respuesta a este cambio surgió el comercio justo con una serie de principios que rigen las relaciones productor-consumidor, formalizándose posteriormente el uso de una etiqueta para los productos la cual implica el cumplimiento de una serie de condiciones y una certificación para la producción de los mismos.
De esta forma, para que un producto pueda llevar una etiqueta de comercio justo debe cumplir con las siguientes condiciones: sus productores se comprometen a pertenecer a un tipo de asociación productiva democrática y voluntariamente, con libre iniciativa y trabajo, en rechazo a subsidios y ayudas asistenciales -comercio, no ayuda-; compartir responsabilidades y beneficios; cumplir los estándares ambientales; no contratar trabajadores infantiles; respetar la igualdad de género; tratar bien a los empleados respetando los derechos humanos; el precio de venta de los productos debe permitir condiciones de vida dignas a los productores; los compradores generalmente pagan por adelantado para evitar que los productores busquen otras formas de financiarse; valorar la calidad y la producción sustentable; contribuir al desarrollo de su comunidad; garantizar la sostenibilidad de sus actividades desde lo ambiental, social y lo económico; evitar intermediarios e informar sobre el origen de los productos.
Estos principios muestran un carácter ético que marca diferencia entre el comercio convencional y el alternativo o justo, siendo que los procesos de intercambio están mediados por una concepción altruista de las relaciones comerciales significando una propuesta distinta a la promovida en el marco de los procesos de globalización. Uno de los beneficios asociados a este tipo de comercio es el del avance de los pueblos hacia la consecución de las metas del milenio.
Metas del milenio
La estrategia que plantea el comercio justo promueve el cumplimiento de las metas del milenio, entre ellas disminuir la pobreza extrema y el hambre, lograr la enseñanza primaria universal, promover la igualdad de género y la autonomía de la mujer, garantizar la sostenibilidad del medio ambiente y fomentar una asociación mundial para el desarrollo.
Se calcula que hoy día 7,5 millones de personas se benefician directamente del comercio justo en el mundo a través de más de 600 productoras certificadas pertenecientes a 58 países y esta cifra involucra a 1,5 millones de granjeros, actores fundamentales de esta relación productiva con una cuota de venta mundial de 2.900 millones de dólares.
¿Venezuela tiene posibilidades de desarrollar el comercio justo?
En nuestro país la presencia de este tipo de comercio es tímida, sin embargo pudiera tener un horizonte de crecimiento continuo en poblaciones rurales y en áreas con alto índice de pobreza estructural, dentro del marco del desarrollo sostenible de la oferta y sostenibilidad ambiental, social y económica, respetando la cultura y tradición de los pueblos, concibiendo al mercado como una solución y no como un problema, y entendiendo este concepto como un comercio y no como algo dependiente de una dádiva proveniente del estado.
(*) Bióloga. Ecóloga. Analista ambiental. Twitter @eapallotta
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