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sábado, 15 de enero de 2011

¿Qué dejamos…. qué vendrá?


Ambiente 2011

(*) Evelyn Pallotta

El año que apenas dejamos atrás -2010- nos proporcionó un saldo de 260 mil muertos en el mundo, producto de eventos de tipo climático. Para que tengamos un punto de comparación, en el 2009 esta cifra no superó los 15 mil decesos. Surgen en nuestra cotidianidad palabras que nos eran ajenas como tsunami y tifón. El año pasado ocurrieron los sismos más poderos que hayan acontecido desde el año 1970, en Haití, Chile y México en Latinoamérica, pero también están Turquía, China, Afganistán, Irán y Nueva Zelanda. El 2010 se registró como uno de los años más activos geológicamente; para el tercer trimestre se habían contabilizado 20 terremotos de magnitud 7 o mayor, y el promedio anual fue de 16 sismos.

Cuando la lluvia se convierte en noticia es un indicativo de afectación ambiental. Inundaciones copiosas en México, Colombia y Venezuela, pero también Pakistán y Australia con inundaciones sin precedentes. Murió más gente por estas razones que las que han muerto por ataques terroristas en los últimos 40 años. Sólo los efectos que se pueden traducir en pérdidas económicas revelan que los desastres climáticos las generaron por el orden de 222 millardos de dólares.

Además de los eventos climáticos no debemos olvidar los eventos que por errores humanos impactaron nuestro ambiente: el derrame petrolero que afectó desde el Golfo de México, y la rotura de la balsa de aluminio que cubrió con barro rojo a Hungría, amenazó al Danubio y todo el sistema hídrico aguas abajo.

Récord de temperaturas

En Argentina y Rusia sus habitantes se achicharraban de calor, en el caso de esta última con temperaturas máximas registradas de 43,8 ºC; mientras que hacia finales de año también se registraron nevadas récord en Rusia, China, Europa y la costa este de Estados Unidos.

La data reportada en medios de comunicación impresos muestra que 18 países del mundo registraron las temperaturas más altas de su historia. En mayo de 2010, Pakistán registró una temperatura de 53,9 ºC, probablemente la más alta alcanzada alguna vez en un área habitada. Es por esto que el 2010 es referido como el año más mortífero en una generación, no muchos años pueden compararse con éste, y el Centro Nacional de Datos Climáticos de Estados Unidos informó que la temperatura global promedio se incrementó a 14,74 ºC, batiendo el récord alcanzado en 2005. Cada vez más se muestra la tendencia histórica hacia la ocurrencia de mayores desastres naturales extremos y hacia la ocurrencia de un mayor número de desplazados por estos eventos. Todas estas son expresiones reflejadas en su escala espacial y temporal, intensidad y cobertura del calentamiento global.

¿Estamos preparados?

Cada vez que ocurren estos eventos evidencian las debilidades sociales, de infraestructura y de respuesta adaptativa que aún tenemos en diversas zonas del mundo. La pobreza -una de las expresiones del mal uso y del uso ineficiente de los recursos naturales- construye un círculo perverso con consecuencias fatales ante los eventos naturales extremos. Pasa igual con la calidad inadecuada de las construcciones aún sin adaptarse a los nuevos parámetros ambientales de temperaturas y caudales de agua recibidos por unidad de área y de tiempo.

No hay un replanteamiento de estándares constructivos ante la nueva realidad climática ajustada a cada región geográfica. Seguir insistiendo en ocupar zonas riesgosas de nuestro territorio; concentrar nuestro crecimiento alrededor de actividades que promueven, en vez de prevenir, la generación de gases con efecto invernadero y con ellos las consecuencias globales del cambio climático; no diseñar planes y programas a corto, mediano y largo plazo para evitar los factores que causan estos problemas, son actos irresponsables ante esta y otras generaciones del mundo entero.

Está clarísimo que en el tema ambiental somos un tejido socio ambiental mundial y que globalmente deben existir los acuerdos de mitigación y prevención sumados a los recursos humanos y financieros para llevarlos a cabo. Cerró el 2010 y no se concretaron los acuerdos para reducir emisiones contaminantes y evitar el aumento de temperatura más de 2 grados previniendo mayores desastres.

La respuesta es preventiva

Este año en Venezuela pasamos de la sequía y presencia de El Niño a la inundación y presencia de La Niña, una condición climática “yo-yo” extrema, además sufrimos el racionamiento energético, los incendios, deslaves, crecidas y la erosión del suelo con todas sus consecuencias sobre nuestro componente social. Más que reaccionar ante lo inevitable debemos estar preparados para mitigar y adaptarnos a los efectos climáticos ya desencadenados mundialmente.

Referente a la conservación de cuerpos de agua, por una parte, se viene construyendo silenciosamente una deuda socio ambiental con la falta de sistemas de tratamientos de aguas servidas en nuestro país. Por otra parte, en vista de los acuerdos nucleares suscritos entre Venezuela y otros países, hay que avanzar en estudios de factibilidad y normativa adecuada ajustada con los acuerdos y protocolos internacionales vigentes.

Está claro que puede haber desarrollo sin destruir nuestro hábitat y recursos pero esto requiere otro modelo de desarrollo, distinto al de explotar, comprar, usar, no mantener y botar; también requiere talento humano, el desarrollo de innovación, nuevas tecnologías y un cambio radical hacia una conducta ambientalmente responsable, informar y conocer sobre qué es lo que pasa y qué puedo hacer “yo” para prevenir y evitar los problemas ambientales, requiere superar el aferramiento a la monoproducción del petróleo, de fuente de gases de efecto invernadero, pasar de ser un estado únicamente petrolero a ser un estado con un desarrollo multipolar, dejar de dar sólo la cara a la fachada norte costera de nuestro país y dejar de estar de espaldas al resto de la geografía. Se trata de romper el ciclo de construcción de vulnerabilidad ante la naturaleza. Todos los huevos están puestos en la cesta que tiene los mayores riesgos climáticos.

Mejores tiempos

Ante toda suerte de acontecimientos sociales, económicos y políticos que vivimos este año, fueron los meteorológicos los más impactantes y seguirán siéndolo, cada vez con mayor frecuencia e intensidad. La mejoría, tomando la expresión prestada de la ciencia médica, sólo dependerá del aporte que cada uno de nosotros hagamos con nuestro comportamiento cotidiano. No hay fórmulas mágicas, no hay ticket que se pueda comprar para ganársela, ni hay soluciones efectistas, sólo hay conciencia, conciencia y más conciencia; trabajo, trabajo y más trabajo para poder pasar del estado actual al cambio consensuado que todos como humanos necesitamos con el fin de adaptarnos proactivamente y prevenir los daños ecológicos para poder seguir ocupando esta nave en la cual estamos montados.

(*) Evelyn Pallotta. Bióloga. Ecóloga. Analista ambiental. Actualmente se desempeña como Directora General de Ecología y Ambiente del Edo Miranda. Twitter @eapallotta

http://portal11acuario.blogspot.com/2011/01/ciencia-cosmica-y-despertar-2012.html

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