El bambú, un material alternativo sustentable
En
los últimos tiempos el bambú viene siendo saludado como un súper
material, útil para la construcción por su dureza y para otros usos por
su versatilidad.
Incluso se dice que podría ser capaz de absorber el dióxido de carbono que la tecnología humana genera, a la vez que podría aportar una buena entrada a los países que lo cultivan, siendo los más adecuados justo los más pobres del mundo.
No hay que generalizar dado que el bambú es un grupo de plantas con más de 1800 especies y cada una sirve para distintas aplicaciones.
Igual, el bambú se ha convertido últimamente en un material casi idolatrado por los ecologistas.
Incluso se dice que podría ser capaz de absorber el dióxido de carbono que la tecnología humana genera, a la vez que podría aportar una buena entrada a los países que lo cultivan, siendo los más adecuados justo los más pobres del mundo.
No hay que generalizar dado que el bambú es un grupo de plantas con más de 1800 especies y cada una sirve para distintas aplicaciones.
Igual, el bambú se ha convertido últimamente en un material casi idolatrado por los ecologistas.
El bambú es un tipo de gramínea, es decir una hierba, pero que tiene un tronco leñoso que es la caña de bambú. Esta puede alcanzar unos 25 metros de altura, con unos 30 centímetros de ancho.
Crece en casi todos los continentes a excepción de Europa, y la especie Phyllostachys Pubescens es la planta que más rápido crece en todo el mundo.
En un día, una caña puede alcanzar el metro de altura o más, si bien para que el bambú esté en su estado de máxima dureza deben pasar unos tres años.
Cuando alcanza esa dureza máxima adquiere una resistencia y flexibilidad que pocos materiales tienen.
Así es que se lo suele llamar el acero vegetal, porque justamente es tan resistente como el acero y el concreto. En la construcción se utiliza para hacer pisos, techos, muebles, paredes, e incluso en los andamios que se utilizan en la construcción de edificios de decenas de pisos.
Hay casas enteramente construidas en bambú.
Como material es sustentable (siempre y cuando se lo cultive responsablemente) debido a su rápido crecimiento, por lo que si prospera incluso puede funcionar como almacén de dióxido de carbono, el gas de efecto invernadero más potente, que emiten nuestras fábricas y medios de transportes, y culpable del cambio climático.
El bambú, al ser una gramínea, absorbe mucho más dióxido de carbono que el pino, también utilizado en la construcción. Así es que un bosque de bambú pensado para comercialización es más favorable ambientalmente que un bosque de pinos.
Claro que la excepción es si se piensa en talar bosques nativos para plantar caña bambú, como sucede actualmente con la caña de azúcar o la palma.
Pero el bambú incluso resulta más sustentable si se lo piensa como bosque de cultivo, dado que suele vivir unos diez años como mucho, y cuando muere devuelve el dióxido de carbono a la atmósfera con lo cual es preferible en ese aspecto siempre aprovecharlo y que crezca una nueva camada.
Se trata de un cultivo que no necesita de grandes inversiones, y no requiere fertilizantes, ni pesticidas. Demanda muy poca agua, y puede crecer en tierras que no sirven para otro tipo de cultivos.
Muchas de las regiones del mundo más óptimas para su crecimiento están ubicadas en países en vías de desarrollo, por lo que la proliferación de este tipo de cultivo podría ser un boom económico para ellos.
Existe una organización llamada International Network for Bamboo and Rattan , a la que pertenecen 38 países, con base en Beijín, que busca forestar zonas que habían sufrido la tala ilegal indiscriminada, y para ello se valen del bambú. Ya lo hicieron con éxito en 1996 en Allahabad, India, donde lograron reclamar una tierra arruinada por fábricas de ladrillos.
Gracias al cultivo de bambú allí, se redujeron las tormentas de polvo, y lograron utilizar parte de la tierra para otros cultivos cinco años después.
Ahora lo están haciendo en Ghana y en Etiopía, países africanos. No sólo les enseñan a cultivarlo, sino los usos que pueden darle en la construcción y en la vida diaria. Allí principalmente les han enseñado a utilizarlo como un reemplazo de los árboles que talaron sin descanso para utilizar como combustible.
Les han enseñado a cultivar y procesar el bambú para utilizarlo como carbón, a la vez que les han ayudado en el diseño y en la comercialización de un tipo de estufa cerrada que tan sólo cuesta tres dólares, a fin de que la quema del combustible, ya sea para cocinar o calefacción, sea más eficiente.
Según la World Bamboo Organization , China da cuenta de casi el 80 por ciento de la producción mundial de bambú, que en total tiene un mercado en el que se mueven más de 10 mil millones de dólares al año, al menos hasta 2011. Se espera que crezca a unos 25 mil millones a fines de este año.
En América, Nicaragua está apostando al bambú, que hasta hace poco era visto como una molestia a ser cortada, pero ante el auge que está teniendo a nivel mundial, cada día hay más plantaciones.
También en Ecuador y Brasil se ha extendido su cultivo, y en algunos sitios de Estados Unidos, pero existe, y crece en casi todos los ambientes propicios.
Según versa el dicho popular en China, el bambú tiene 1500 formas de ser utilizado. Aquí cubrimos algunas, pero también se lo utiliza en medicina, como alimento, para hacer instrumentos musicales, papel, muebles, bicicletas , como filtro de agua, cañas de pesca, etc.
En la filosofía japonesa se recomienda aprender del bambú, de su flexibilidad, de su entereza, de su resistencia, y de su capacidad de recuperación.
A todas estas buenas características le podemos agregar que, cuando ya haya cumplido su vida útil, puede volver a la naturaleza de la que salió, porque al ser un producto orgánico es totalmente biodegradable. Fuente
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