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domingo, 14 de diciembre de 2014

La Dulce Revolución de...

La dulce revolución de Josep Pàmies



Fotos: C.F.

A la vera del río Segre, en terrenos cultivados por la misma familia de payeses desde hace cuatro generaciones, lleva cociéndose desde hace ocho años una "dulce revolución".

El artífice se llama Josep Pàmies, sabio de la tierra, horticultor y activista, cabecilla de una insurrección que corre por las macetas, los jardines y los balcones y que tiene como poderoso símbolo a la estevia: la planta prohibida.
  
"Lo llamo la dulce revolución porque ya hemos sido testigos de muchas revoluciones violentas y hemos visto cómo acaban: con un paso atrás. Esta es una llamada a una revolución pacífica, como la que impulsó en su día Gandhi, de resistencia al sistema, de reafirmarte en lo que estás haciendo, hasta que los poderes se baten en retirada y te dejan en paz".

Todo el saber acumulado por Josep Pàmies desde los 16 años, cuando empezó su andadura como agricultor, se ha condesado ahora en "Una dulce revolución" (Stevia editors), el libro escrito con la ayuda impagable de Miquel Figueroa, artífice de esos dos vídeos -"La comida que pisamos" y "Plantas que curan, plantas prohibidas"- que han convertido al ilustre campesino de Balaguer en un fenómeno viral en la red.    
La fama de Pàmies lleva extediéndose desde hace décadas, más allá de su radio de acción en las tierras más fértiles de Lleida. Pàmies Horticoles da nombre al negocio familiar, que sirve en bandeja un increíble surtido de minihortalizas, flores comestibles, hierbas para ensaladas y productos ecológicos (sin olvidarnos de las calabazas gigantes).

    
Pero el atractivo especial del "espacio Pàmies", como lo llama nuestro común amigo Manolo Vílchez, es sin duda el jardín de plantas medicinales. Por el increíble invernadero pasan en plena temporada cientos de visitantes, intentando seguir el rastro y pegar la oreja a este payés de 65 años que se mueve en su edén de las hierbas como Tarzán por la selva...

 "Aquí tienes la kalanchoe, una planta tropical que en Suramérica la conocen como "prodigiosa" o como "yerba de bruja", y que es un antitumoral muy potente... Prueba la hoja morada de la perilla, verás como te recuerda a lo que los japoneses llaman "shiso": en un gran antialérgico.

Allá ves el lepidio o "rompepiedras", así conocido como disuelve las piedras en los riñones y es un poderoso analgésico y antiinflamatorio. Y qué te voy a contar de la Artemisia Annua, una planta muy eficaz para tratar la marlaria y que ha sido apartada de la circulación por los intereses de la industria farméutica".

Llegamos irremediablemente a la plantación de estevia, arbusto de la familia de las asteráceas que puede llegar a los noventa centímetros de altura, con hojas dentadas y lanceoladas, de un color verde intenso. Aún crece en formas silveste en la región paraguaya de Amambay. Durante 1.500 años ha sido usada como planta medicinal por los guaraníes.

   
 Para comprender la "dulce revolución" hay que masticar una hoja de estevia e intentar digerir sobre la marcha todas sus propiedades: antidiabética, hiptensora, cardiotónica, diurética, antioxidante, antirreumática, antibacteriana... O sea, lo más cercano a la panacea.

Desde el 2011, la estevia fue legalizada como edulcorante dietético, pero vender su hoja para uso medicinal está prohibido. La pregunta es obvia -"¿por qué?"- pero la respuesta provoca urticaria: "Las plantas medicinales han sido apartadas y criminalizadas por las presiones de la industria. Las farmacéuticas conocen el poder de todas estas plantas,  y eso las pone nerviosas".

"Pero si quieres que te diga la verdad, lo mejor que pueden hacer es prohibir la comericialización de la planta de estevia", agrega Pàmies con cierta sorna. "Lo prohibido despierta la curiosidad a la gente y deja en evidencia a los políticos corruptos que sólo legislan para los grandes intereses. A veces me por pensar que las prohibiciones, como pasa con la estevia o con la marihuana, están hechas para que la sociedad avance".


    
Josep Pàmies no se muerde la lengua, y en su blog arremete sin rodeos contra la industria farmacéutica, a la que acusa de "cronificar la enfermedad" en vez de buscar la auténtica cura...

"Las soluciones son muy fáciles pero se ocultan.

Vivimos en un sistema económico basado en el miedo y en la especulación, y a los ciudadanos se les infunde el temor a que el modelo se derrumbe. Pero la gente está muy harta de tanto engaño y está buscando soluciones por su cuenta a todos los niveles. La sociedad está hirviendo...".
    
Su crítica va también dirigida muy directamente contra la industria de la alimentación, y aquí aflora también su vertiente de activista en Slow Food: "Yo caí en su día en las garras de la agricultura superintensiva, aquello que llamaban la revolución verde. Todo eso fue un engaño y un fracaso.

Me di cuenta del daño que hacemos a la tierra con los abonos químicos
, y cómo ese daño nos lo hacemos también a nosotros. No podemos estar sanos si no velamos por la salud del planeta".

Lo que propone la "Dulce Revolución" es algo así como autosuficiencia aplicada a la salud, siguiendo el viejo principio hipocrático: "Que tu medicina sea tu alimento y que tu alimento sea tu medicina".

Y el primer paso, según Pàmies, es "la recuperación de los conocimientos populares de autocuración que nos han servido durante muchas generaciones".

El empoderamiento a través de salud se ha convertido, según Pàmies, en el único antídoto contra el colapso de la Sanidad Pública en la era de los asuteridad. "Hay que estimular a la sociedad a la adopción de una alimentación sana, equilibrada y ecológica como la primera medida de prevención de las enfermedades", recalca el payés universal.

 Y como humilde receta, nos recomienda cinco hierbas que cualquier podría plantar en su balcón, a modo de botiquín natural: "La estevia, siempre en el centro. Y luego, el diente de león, que viene muy bien para la circulación y para regenerar el hígado.

Y la ortiga, que tiene mucho hierro y depura la sangre. También la caléndula, para las infecciones y las afecciones en la piel. Y por último, el plántago o llantén, muy eficaz para combatir las afecciones pulmonares, para regenerar la flora intestinal y tratar el cáncer, las úlceras o las picaduras de los animales: los romanos las usaban en las suelas de sus sandalias, para evitar las llagas en sus largas caminatas".
    
Dejamos a Josep Pàmies en su caminata interminable por ese invernadero de delicias verdes y remedios múltiples,no sin antes probar la karela o pepino amargo, ideal para el control de la diabetes y del azúcar en el sanrge.

Quedamos emplazados para la próxima primavera, a cielo abierto, para tomarle la medida al vergel forestal surgido por inspiración de su hijo Pau Pàmies y del permacultor Julio Cantos, a quien ya conocimos por estos pagos. ¡Salud! @cfresneda1Fuente

MAS INFO: http://buenasiembra.com.ar/salud/fitoterapia/index.html

 
 

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