Es falso. Se nos involucra en el déficit de tarifa eléctrica, un problema estructural que nace en 1997.
El sector eléctrico se liberaliza por ley, pero se pone una tarifa de consumo al ciudadano limitativa máxima. A partir de 2002, empezaron a subir los combustibles fósiles y los costes de generación. Ningún gobierno explicó a los ciudadanos que la energía que consumen es cara porque se basa en estos combustibles. Como la tarifa no subió, se ha generado una deuda, un déficit con las grandes compañías eléctricas que se ha pospuesto en años para pagar.
Las primas que reciben las energías renovables también han recibido críticas. En 2009 representaron un coste adicional al sistema eléctrico español de unos 5.000 millones de euros.
Sí, pero generan ahorros en la factura de la luz, porque son una inversión, no un gasto. Hay que apoyar a la fotovoltaica subvencionada para que llegue cuanto antes a ese punto de inflexión en el que no necesite ayudas. Llegará a una paridad en la que producir la electricidad con los paneles en casa cueste igual que pagar a la compañía convencional. En esta primera fase entrará mucha gente con conciencia ambiental.
¿Cuándo se podría registrar ese punto de inflexión?
En 2013, a pesar de la regulación que ha sufrido. Y si el Gobierno hace bien las cosas, el verdadero boom de la fotovoltaica llegará antes. Cuando sea más barato tener paneles que pagar la electricidad, su uso será masivo. La tarifa eléctrica cada vez será más cara y los paneles cada vez más baratos. La fotovoltaica tiene una curva de aprendizaje muy corta. Hace dos años los paneles valían más del doble que ahora.
¿Qué tendría que hacer el Gobierno?
Un panel dura unos 40 años. El Gobierno podría habilitar para el ciudadano sus préstamos ICO sostenible a 25 años para comprar los paneles de su casa y que pudiera amortizarlos antes. También podría implantar contadores bidireccionales en los hogares y empresas españolas. Se permitiría el autoconsumo con paneles y la venta del excedente a precio normal.
¿Y los ayuntamientos?
La Administración va muy lenta, pero no es tonta. Con el pinchazo de la burbuja inmobiliaria los ayuntamientos son deficitarios. Cualquier instalación fotovoltaica paga un impuesto y una licencia de actividad y algunos municipios, para obtener ingresos, han empezado a cambiar normativas.
¿Por qué se dieron esas primas?
La electricidad fotovoltaica que se vierte a la red tiene una prima, nos pagan más que a otra generación eléctrica. Todas las energías han recibido ayudas, porque cuando una tecnología es incipiente no es competitiva. Además, no se habla de los gastos externalizados de las otras energías, como la nuclear y el gasto en la moratoria, en seguridad, en los residuos a miles de años, etc. Y lo mismo ocurre con el petróleo.
También se ha dicho que se exagera el verdadero potencial de los paneles.
Cada vez necesitan menos espacio para producir energía. La tecnología de hoy en día es muy válida. Si los consumidores llenasen sus tejados de paneles, eliminarían un montón de energía sucia. Cuantos más paneles se instalen, más baratos serán. Queda mucho por investigar, pero es una buena noticia porque todavía se puede mejorar más.
Ustedes ponen en marcha "huertos solares urbanos". ¿No es peligroso utilizar este concepto cuando se ha asociado a prácticas especulativas y fraudulentas?
El concepto de huerto solar no es malo. Ahora bien, no nos ha gustado el modelo de los grandes huertos solares por varias razones. Es un desperdicio que las subvenciones vayan a grandes instalaciones en manos de gran capital y de fondos de inversión extranjeros, y no al mayor número de ciudadanos posible. El consumidor no se conciencia porque ve grandes campos de paneles, que además de afear un paraje natural le son ajenos. Transportar la energía a los lugares de consumo supone perder el 10% de la eficiencia. Y en España hay un montón de cubiertas desaprovechadas.
Pero sí ha habido especulación.
Más que especulación ha habido una mala regulación. En 2008, el Gobierno preveía 500 megavatios (MW) de potencia fotovoltaica y se produjeron 3.400 MW. Fue un efecto llamada del capital privado. También es verdad que hay un ataque mediático a las renovables, promovido por los lobbies como el petrolero o el del gas, una caza de brujas que no está justificada.
¿Se consideran atacados?
El verdadero freno a las renovables son los intereses en su contra. En los medios se leen falsedades y cuando se quiere responder con estudios rigurosos no se publican, porque detrás están los grandes lobbies. La opinión pública no recibe una información veraz.
Hace tres años España era líder mundial en fotovoltaica. ¿Y ahora?
Hemos perdido bastante peso. En 2008 fue necesario poner cupos porque se desbordó, pero empezó a haber una presión del lobby del gas. Acusaron a las renovables, y en concreto a la fotovoltaica, y el Gobierno empezó a hablar de retroactividad y a bajar las primas de años anteriores.
¿Quién lidera ahora la producción mundial de fotovoltaica?
Alemania, con muchísima menos radiación solar que en España. Allí se han hecho bien las cosas. Los paneles no están en grandes campos en mitad de la nada, sino en los tejados de las casas. Es una lástima que nuestros ingenieros se vayan a Estados Unidos o a Italia.
¿Habría que seguir el modelo alemán?
Sí. Además tenemos más sol y, por tanto, podríamos llegar mucho antes a la paridad que ellos.
¿España podrá recuperar su liderazgo?
Podrá. Cuando lleguemos a la paridad con la red, habrá mucha gente que instalará paneles y se generarán muchos puestos de trabajo. Instalar un panel en casa será tan común como tener una lavadora o una caldera. Se podrán comprar los paneles en un centro comercial y contratar a un técnico para que lo instale en casa, al igual que cualquier electrodoméstico.
Desde el sector empresarial fotovoltaico se ha asegurado que no podrán aguantar la situación.
El sector no se hunde. La retroactividad para las primas es una barbaridad legal que prohíbe la Constitución, pero es bastante pequeña. El Real Decreto Ley ha establecido cierta estabilidad jurídica y regulatoria. Ya hemos pagado el pato y sería raro que nos volviera a tocar. No hay que ser tan alarmistas porque se frena la inversión.
¿Por qué es tan importante que los consumidores inviertan en paneles solares?
El consumidor puede usar bombillas de bajo consumo, evitar el transporte privado y usar el público, etc. No obstante, todas estas acciones no suponen un gran descenso en las emisiones de dióxido de carbono (CO2). La única manera eficaz de luchar contra el calentamiento global es hacer que nuestro sistema energético sea limpio. Todos los bienes de los consumidores han sido producidos con combustibles fósiles. Los consumidores tenemos que hacer ese cambio, porque las grandes compañías energéticas tradicionales no lo van a hacer. Y dentro de las renovables la energía más viable para los ciudadanos es la fotovoltaica.
¿Por qué?
Porque puede llegar a todos. Las tecnologías más ineficientes y contaminantes están en los países en desarrollo, muchos de ellos con mucho sol. Nuestra empresa está constituida por personas que trabajan en proyectos solidarios, medioambientales, etc. y que creen en la necesidad de la fotovoltaica para frenar el cambio climático. Alguno de nuestros proyectos se destinará a instalar paneles de forma gratuita en países donde ya notan sus consecuencias.
¿En qué consisten los huertos solares urbanos?
La idea es ofrecer a los ciudadanos una forma sencilla de acceder a la energía solar fotovoltaica. Nuestro objetivo primigenio era llenar de paneles todos los tejados de casas, oficinas, industrias, etc. A lo largo de nuestros seis años de andadura nos hemos dado cuenta de que muchas normativas municipales lo impiden.
¿A qué se debe?
Poner paneles solares que vierten su energía a la red eléctrica se considera una actividad económica, algo que está prohibido en el suelo de uso residencial, donde están la mayoría de nuestras casas. Dado ese freno, decidimos hacer huertos solares urbanos. Arrendamos la cubierta de un inmueble municipal o de una nave industrial, donde no hay esos impedimentos, y hacemos una instalación fotovoltaica conectada a la red de baja tensión, que pertenece a las personas que invierten, los "comuneros".
¿Qué características tienen estos comuneros y cuántos han invertido?
Han invertido más de cien personas de todo tipo, catedráticos de universidad, taxistas, panaderos, pensionistas, etc.
¿Cuánto dinero se puede invertir?
Mil euros es la cantidad mínima. Nuestro objetivo es democratizar la fotovoltaica entre los ciudadanos y no que caiga en manos de unos pocos grandes fondos de inversión. En septiembre de 2008, cambió la regulación del sector con nuevos cupos y el negocio de suelo se cubrió enseguida. Como éramos la única empresa que trabajaba techo, nos llovieron ofertas y las rechazamos. Pudimos dar el pelotazo, pero no lo hicimos.
¿Qué ofrecen a los consumidores que invierten?
Hemos aplicado los precios al nuevo Real Decreto y, a pesar de ello, los huertos ofrecen una rentabilidad del 12% después de impuestos. Como producto financiero, invertir en un huerto urbano es imbatible. Un plazo fijo en un banco te puede dar un 2%.
¿Qué debe hacer un consumidor para invertir en un huerto solar urbano?
Tras ponerse en contacto con nosotros, nos encargamos de todo. Nuestro equipo de financieros aconseja la mejor manera de invertir. Incluso buscamos préstamos para quien no quiera pedirlo a un banco. Si no se financia nada, la rentabilidad es de un 8%, pero todavía es magnífica. La gran mayoría de los clientes prefiere financiar.
¿Cuántos huertos solares urbanos tienen en marcha?
Treinta y cinco, sobre todo en Extremadura, Madrid y Castilla-La Mancha, porque buscamos zonas de gran radiación solar, casi todas en naves industriales. Nos alquilan sus cubiertas y el 100% de la electricidad se vierte a la red. Como es baja tensión, se consume en la zona. También hemos realizado un proyecto "llave en mano" para una empresa grande de automoción.
ALEX FERNÁNDEZ MUERZA -
www.consumer.es – EROSKI