Entrevista a Elisabet Sahtouris
Bióloga evolucionista y futurista
Educada en la ciencia occidental en los años 60, sus incursiones en la política y en la economía le fueron indicando que el paradigma mecanicista le venía pequeño. El contacto con tribus indígenas y las cosmovisiones orientales le ayudaron a quitarse el corsé y abrirse a los estudios de la conciencia. Insiste en que el universo está vivo y nos invita a un cambio de paradigma para salir de la crisis.
Desde hace algún tiempo,
Elisabet Sahtouris, reconocida bióloga evolucionista y futurista, vive en Deià (Mallorca). Allí nos recibe y hablamos de ciencia, conciencia, ecología, biomímesis y, cómo no, de la Isla que le ha robado el corazón: Mallorca.
¿Qué tenemos que aprender para salir de esta crisis reforzados, capaces de ir en una dirección mas equilibrada?
Nos enfrentamos a tantas crisis hoy en día, que hay mucha gente que está muy deprimida y creyendo que no se puede hacer nada. Vemos el mundo yendo hacia el colapso, el calentamiento global, el problema del pico del petróleo, hay más hambre que nunca, hay 40 países en guerra… y la gente se deprime mucho al ver todo esto. Pero cuando estudias la naturaleza, ves que cuanto más grandes son las crisis a las que se enfrenta, más creativas son las soluciones. Ha habido 5 grandes extinciones en nuestro planeta, en las que casi toda la vida desapareció, y después hubo un florecimiento de ecosistemas completamente nuevos.
La resiliencia dice: “Eso no ha funcionado, vamos a hacer otra cosa… como ahora la cosa ha cambiado, vamos a hacer especies que se adapten a más frío, en el caso de las glaciaciones…” La naturaleza es resiliente y puede ver si esto es lo que se debe proteger, o si esto es lo que debe cambiarse.
Podemos aprender a ver la crisis como algo que celebrar, como una oportunidad para hacer las cosas de otra manera – entonces, nuestro espíritu se elevará, se alegrará, empezaremos a dar soluciones, en lugar de sólo sentir que estamos oprimidos por los problemas.
¿Qué nos ha llevado llevado hasta aquí?
Me eduqué como científica occidental, y me enseñaron que el universo es un universo no vivo, que no tiene objetivo ni significado, sino que es como una máquina. Y la vida se consideraba una cuesta arriba, como una tendencia hacia la muerte… Es una historia muy deprimente, ¡ninguna otra cultura ha tenido una historia tan deprimente como la ciencia occidental! Tenemos una crisis porque no vemos al planeta como algo vivo y generoso… cosa que casi todas las culturas humanas han reconocido. ¡La Gran Madre que da!
La gente indígena siempre cree en la idea de devolver tanto como se coge o se recibe de la Tierra. Había una conciencia constante de nuestra relación con la naturaleza, y que era una relación mutuamente beneficiosa, pero esto se perdió completamente con la historia científica occidental, en la cual la naturaleza se convierte sólo en un recurso para que los humanos podamos explotarla…
Ahora vemos que este sistema es totalmente insostenible. Ahora tenemos que intentar volver a la armonía y al sentido de pertenencia con la naturaleza. Volver a esa sensación de que todas las especies y ecosistemas son importantes para el planeta y tenemos que aprender a adaptarnos de forma no destructiva, reciclando absolutamente todo lo que producimos y sin introducir más toxinas al sistema.
¿Qué responsabilidad tienen las religiones?
Cuando analizamos las religiones desérticas, digamos occidentales (Judaísmo, Islam, Cristianismo…), cuentan con un Dios externo que crea la naturaleza; y las religiones orientales, sin embargo, son autocreativas, porque la creación viene de dentro. El creador y la creación no están separados. Para mí, el concepto de autocreación es fascinante, y existe tanto en la ciencia como en las religiones orientales.
Si tienes un Dios exterior, que es como un padre, una autoridad que marca las normas, entonces, la preocupación se convierte en ¿cuál es la relación con ese Dios externo?
¿Podríamos decir que la raíz de nuestra crisis es el dualismo?
Sin duda. Hace poco he estado en California, en una conferencia que trataba la cuestión de: ¿cómo es la no-dualidad? Cuando tienes un dios externo y una naturaleza separada, ya tienes el sistema dual; porque la gente se identifica más con el Dios o con su creación.
Cuando tienes un sistema no-dual, como las religiones orientales, siempre eres consciente de que la diferencias entre el yo y tú, forman parte de una conciencia cósmica. Hay distinción entre el uno y el otro, pero sabiendo que ambas son parte de un mismo mar. Nosotros en occidente hemos dejado la espiritualidad fuera del todo, y sólo vemos cosas relacionadas unas con otras, pero separadas.
Los científicos viven en una paradoja: cuando están en el laboratorio ven que la materia es vacío y vibración, pero cuando tropiezan con una piedra, les duele porque es maciza. ¿Qué tiene que pasar para que se rompa la separación entre dos mundos paralelos, el de los descubrimientos de la física cuántica y nuestra tozuda realidad del mundo material?
Cuando yo estudié ciencia, hace 50 años, teníamos una clase sobre filosofía y ciencia. Estudiábamos que hay creencias culturales, necesarias para poder construir teorías sobre ellas. Y veíamos que hay muchos tipos de ciencia: la ciencia taoísta, la ciencia árabe, en la cual se inspiró mucho la ciencia occidental, y parece que lo ha olvidado… hay ciencias indígenas, que han sido co-fundadoras de una red científica indígena global… luego está la ciencia de los científicos que han sido educados dentro del sistema occidental.
En occidente, básicamente, nos educaron en las creencias de que el universo es no-vivo, que la conciencia es un producto emergente posterior de la evolución material, que podemos estudiar la naturaleza sin afectarla.
La ciencia oriental sin embargo dice: la materia surge de la conciencia, el universo está vivo, incluso mirar algo, ya lo cambia, lo altera, ¡porque todo está conectado!
Los físicos occidentales ya descubrieron esto; pero el mundo de la física sigue todavía dividido sobre esta cuestión de la conciencia. Hace 100 años que existe esta división dentro la ciencia occidental.
¿Los paradigmas también entran en crisis y caen?
No se trata de que un paradigma se imponga al otro, que las visiones del universo vivo se impongan a las visiones del universo no vivo. No es un modelo de conquista en que una visión se impone y aparta a la otra.
Mi teoría de la evolución significa evolucionar de la conquista a la colaboración… Entonces, ¿por qué no dejamos que la ciencia occidental haga todo lo que hace tan bien, que se dedique a todas esas cosas tecnológicas que les encantan, pero equilibrada por una ciencia que realmente pueda entender la vida?
La idea es que cualquier ciencia debería ser legítima, y para ello debe hacer públicas sus creencias fundamentales para que todo el mundo pueda ver en qué se basa esta ciencia. Que digan: “Estas son las creencias no demostradas sobre las cuales se construyen teorías y practicas físicas”.
Necesitamos una ciencia de la economía basada en la vida y en el estudio de la naturaleza, porque la ciencia occidental no lo está haciendo, funciona de manera mecanicista y se está desmoronando todo.
Al igual que las religiones ahora pueden hablarse unas a otras y tener un diálogo interreligioso, también en la ciencia debería suceder, y establecerse ese diálogo entre paradigmas científicos.
¿Para que podamos colaborar con la naturaleza, co-crear con ella, qué tiene que pasar con nuestras mentes?
El problema del mundo es que la economía global se basa en un modelo juvenil egoísta, y la gente está harta de guerras y quiere la paz… nos toca madurar. Cuando hay una persona que está infeliz en una familia, todos están alterados. Comprendemos las necesidades dentro de nuestra familia, pero no hacemos la progresión hacia los sistemas más grandes: una isla, una nación, un mundo… nunca se nos ha enseñado que la vida funciona con los mismos principios a todos los niveles. No hacemos la conexión entre nuestra economía corporal y familiar y la economía global. Esto hay que enseñárselo a los niños.
¿Cómo crees que tiene que ser ese cambio en la conciencia individual para que haya una masa crítica que posibilite el cambio?
Creo que para cambiar la forma en que pensamos, para cambiar nuestra conciencia, hace falta educación. Tenemos que conocer nuestras posibilidades. Todas las especies, en la historia de nuestro planeta, han tenido que pasar por una fase inmadura para llegar a la fase madura. Tenemos que conocer la unidad de nuestro mundo y tenemos que aprender mucho de lo que ha pasado antes. Igual que podemos amarnos entre personas de nuestra misma familia, tenemos que hacer extensible ese amor. Si somos seres hostiles, creamos hostilidad; si tenemos paz interior, atraemos paz; si somos amorosos, atraeremos amor… Este es el cambio dentro de la persona, la posibilidad de convertirte en modelo. Los padres saben que no se puede obligar a los niños a hacer algo, si ellos no hacen de modelo… no funciona: no puedes fumar, y decirles a ellos que no fumen, porque no funciona. Ellos buscan modelos que copiar.
Necesitamos un modelo de la gente que queremos ver en el futuro, y empezar a vivir como si el futuro ya estuviera aquí, tratándonos unos a otros con amor y siendo creativos juntos, escuchándonos unos a otros las ideas, hablando de la comunidad y viendo hacia dónde va esa comunidad. ¿Qué proyecto podemos hacer para donar nuestro tiempo? Tenemos mucho que aprender de la naturaleza y de las tradiciones espirituales antiguas, sobre todo de las orientales.
¿Conoces algún ejemplo donde el cambio haya dado frutos?
El mejor ejemplo que conozco es el movimiento
Sarvodaya, en Sri Lanka. Lo impulsó el
Dr. A. T. Ariyaratne. Se trata de un movimiento que empezó hace 50 años para el auto-desarrollo en pequeños pueblos locales y ahora es una red de 15.000 pueblos, en un país que sólo es 6 veces más grande que la isla de Mallorca y donde viven 20 millones de personas. La forma en que empiezan el cambio en esa comunidad es aprendiendo a meditar. Aprenden el espíritu de la generosidad, de ver cómo la naturaleza nos da y cómo nosotros damos a nuestras familias; y hacer que esto sea una práctica habitual; el estar en paz, el ser amoroso, el ser generoso, dar trabajo a tu comunidad, ofrecer tu trabajo a tu comunidad.
En cuanto la gente empieza a dar parte de su trabajo para un proyecto común, se empieza a crear riqueza, sólo por el hecho de hacerlo, de unirse y hacer algo juntos; ahí se crea la comunidad. Empiezan a reunirse, en grupos de mujeres, de agricultores y la comunidad entera para ver qué necesitan para ser una comunidad mejor y para florecer.
Construyen escuelas y clínicas… y se ha generado suficiente riqueza a través de las empresas locales, para que haya un dinero comunitario. A la gente se la educa para ahorrar su dinero en pequeñas cuentas y el dinero comunitario se destina a microcréditos, que permitan arrancar otros pequeños proyectos. 5.000 de esos 15.000 pueblos ya son entidades legales, con sus propios bancos, utilizando la moneda corriente; pero dan un 12% de interés sobre los ahorros, ¡imagínate un banco que te da un 12% de interés sobre tus ahorros! Así que estás acumulando riqueza mientras que el banco se lo está prestando a las empresas dentro de la comunidad, o incluso a otras comunidades, para seguir aumentando la riqueza.
Por cierto, el banquero que está a cargo de las finanzas de Sarvodaya fue el jefe del banco nacional de Sri Lanka y después fue director del banco Panasiático. Ahora está diseñando un sistema bancario en el que la riqueza no se escape de estas comunidades locales. Un sistema económico como éste no puede ser destruido por un colapso en el sistema global ya que está basado en la resiliencia.
¿Cómo podríamos aplicar este modelo en Mallorca?
Aquí, en Mallorca, por ejemplo,
al haber pasado de producir el 80% de nuestro propio alimento a importar el 95% de lo que comemos en pocas décadas, ya no somos sostenibles. Lo primero es preguntarse qué empresas locales podemos desarrollar que permitan mantener la riqueza en la Isla. ¿Qué hay de producción alimentaria que se pueda aprovechar? Tenemos que ser creativos para que la agricultura sea algo divertido, interesante, emocionante…
El compostaje se puede hacer utilizando todos los residuos de los hoteles, la gente joven podría estar recogiendo el material para hacer compost, y así crear un suelo rico en el que puedes cultivar comida sana de inmediato. Conocemos muchas formas, ya, de cultivar comida orgánica sana y deliciosa, sin romperte la espalda. Hay tantas maneras de hacer agricultura ecológica, en las cuales podemos aprender combinaciones de plantas, animales y peces; crear cosas de los residuos… se pueden hacer muchísimas cosas divertidas, interesantes y beneficiosas económicamente con los residuos.
Podemos desarrollar energía solar, eólica, geotérmica… y exportar nuestra energía hacía el continente, en lugar de hacerlo al revés, y usar el cable en sentido contrario. Tenemos que analizar la economía de esta Isla ya que tiene un enorme y fabuloso potencial… tenemos más biodiversidad que cualquier otra isla del mundo de este tamaño.
Podríamos ser tremendamente sostenibles y autosuficientes y seguir comerciando con el exterior, pero viendo las posibilidades de unas condiciones crediticias para mantener el dinero aquí; tal vez, crear sistemas bancarios alternativos y moneda para la isla… Hay muchísimas soluciones que podríamos estar utilizando, pero hace falta creer en la comunidad, una familia humana… Tenemos que tener una visión en la cual las personas cooperan, tenemos que cambiar a los políticos que malgastan recursos y se pasan el tiempo atacándose.
Me gustaría ver en Mallorca una industria de productos de limpieza ecológicos fabricados de las peladuras que nos sobran de los cítricos de la isla; podemos exportar frutos secos. ¿Cuántas toneladas de fruta se pierden cada año en Mallorca? Y ese cable de electricidad que nos han construido… ¿Por qué no generamos la energía y la exportamos en vez de pagar por importar la energía cuando aquí tenemos tanto sol, tantas olas y viento…?
Tenemos que dejar de lado nuestro antagonismo despilfarrador, y mantener aquí la riqueza y asegurarnos de que les llegue a todos. Esta es una de las pocas islas del mundo que puede ser sostenible en su alimento y en su energía.
Otro aspecto importante para que podamos iniciar esta transición es la educación. ¿Qué elementos hay que modificar en la educación?
La educación es enorme. Lo primero que enseñaría a los niños es cómo funciona la vida. ¿Qué es la vida madura? ¿Qué es la vida inmadura? ¿Dónde estamos nosotros en relación con la vida? Podemos elegir el amor en lugar del miedo, podemos enseñar el amor y la meditación a los niños. Ahí empieza todo.
Hay tantísimas oportunidades para que podamos trabajar juntos y hacer que Mallorca sea una isla verde, sana, limpia y feliz. Necesitamos que la gente se una a la organización que tenga más cercana y que trabaje con su comunidad. Tenemos que unirnos y celebrar la crisis como una oportunidad para crear toda una nueva forma de vida.
¿Qué podemos hacer para reinsertar al ser humano en la naturaleza?
Desde la edad de piedra, cuando creamos el lenguaje, hemos estado separándonos de la naturaleza. Cuando empezamos a nombrar los colores, por ejemplo, redujimos nuestra percepción de millones de colores a unos pocos. Después desarrollamos la agricultura y decidimos qué plantas son o no son buenas… y así continuamos alejándonos. A través del idioma escrito empezamos a ver nuestras palabras y nuestros pensamientos de forma objetiva frente a nosotros.
Después entramos en el comercio, hasta el punto actual en el que todo depende de los mercados y las naciones están comercializadas. Ahora tenemos que intentar volver a la armonía y al sentido de pertenencia con la naturaleza; volver a esa sensación de que todas las especies y ecosistemas son importantes para el planeta. Tenemos que aprender a adaptarnos de forma no destructiva, reciclando absolutamente todo lo que producimos y sin introducir más toxinas al sistema.
¿Es posible que el ser humano imite a la naturaleza la hora de producir productos?
El término biomímesis lleva existiendo en la biología desde hace mucho tiempo.
Nada en nuestro mundo humano se ha inspirado en otra cosa que no sea la naturaleza, porque la naturaleza es lo que hay. Empezamos a tejer como las arañas, a volar como los pájaros, a hacer túneles… todo está copiado de la naturaleza; los ordenadores, se supone que son una copia de nuestra mente. La pregunta es: ¿qué idea tenemos de lo que es la naturaleza a la hora de copiarla?
Tenemos el poder de ver, en el micromundo, tecnologías muy sofisticadas… podemos ver motores bacteriales construidos con 40 tipos de proteína diferentes, que trabajan con una eficiencia del 99%; no hay nada en nuestro mundo tecnológico que pueda acercarse a esa sofisticación… ¡y hace millones de años que existe esta tecnología! Los primeros microbios que tuvieron el mundo para ellos solos, durante 2 mil millones de años, crearon células cuando pasaron de la hostilidad a la cooperación, como una comunidad en la que se divide el trabajo, en la cual cada bacteria da una parte de ADN a la biblioteca, que llamamos el núcleo.
La célula entera es inteligente y cooperativa y vive como sistema cooperativo. Nosotros estamos hechos de hasta 100 mil millones de células de este tipo, y todas ellas trabajan en armonía y equilibrio, no existe el paro en el sistema; no hay ningún órgano de tu cuerpo que esté explotando a otros órganos para su beneficio…
Es una economía fantástica en la cual cada célula tiene 30.000 centros de reciclaje y 1.000 bancos que le dan dinero gratis. Si unas cuantas células se ponen egoístas y buscan su propio interés, a esto lo llamamos cáncer. Para ser una economía mundial que sea sana, hay que asegurarse que cada nivel, del más local al más global, estén sanos.
En Mallorca, tenemos ahora una economía muy desequilibrada. Hace sólo 50 años producíamos el 80% de nuestro alimento y toda nuestra energía, y ahora importamos el 95% del alimento y la energía, lo que significa que todo el dinero que la gente gana aquí en Mallorca, se va fuera de la isla.
No funciona para que esta economía sea sana, sino para que otro de fuera se haga rico. Así que si queremos hacer biomímesis en serio, tenemos unos modelos fantásticos, cada uno de nosotros, en nuestro cuerpo o en cualquier ecosistema sano y maduro basado en la cooperación.
¿Cuál ha sido la trayectoria que te ha llevado de científica convencional a estudiosa de la conciencia?
Cuando era muy joven me hacia las típicas preguntas sobre: ¿Quiénes somos los humanos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? Al estudiar biología evolucionista, me convertí en una buena experta en el pasado, para poder entender el futuro; si sabemos de dónde venimos, podemos, tal vez, saber hacia dónde es posible ir. Yo creía con fuerza en la ciencia occidental, pero luego empecé a sentirlo como “un traje” que me estaba demasiado ajustado.
Se me quedaban demasiadas cosas fuera, áreas enteras a las cuales nunca había prestado atención; áreas como la política… me metí en política a principios de los años 60, a través de un movimiento de mujeres por la paz, y después empecé a estudiar la economía global a través de la política, para ver el sistema tan explotador que hemos creado en este mundo, ¡que es totalmente injusto! Me motivaron mucho las injusticias y la codicia de la II Guerra Mundial. Tras haber pasado de la ciencia a la política, continué con estudios de economía hasta que llegué a los estudios de la conciencia…
Todo un mundo nuevo de mente y espíritu que me ayudó a romper con este traje que tanto me apretaba. Me di cuenta de que había otras ciencias basadas en el mundo interior, no solo en el mundo exterior… así el mundo interno y el mundo externo llegaron a un equilibrio para mí. Y hubo un momento en que alguien me dijo: sólo hay dos sentimientos básicos en el universo: el amor y el miedo.
Si piensas en el peor dictador, en la persona más mala que conozcas, puedas imaginarte cuando era un bebé, y en la primera vez que sintió miedo, ¿qué harías? Lo cogerías, le amarías… pero si no hay nadie que pueda hacer eso por ellos, entonces la cosa empeora y aparece el miedo…
Me he dado cuenta de que tenemos que integrar el corazón y la mente, que el amor tiene que ser el principio motivador de todo lo que hagamos; que podamos amar y celebrar la naturaleza a la vez que la estudiamos y aprendemos de ella, para poder obtener la sabiduría necesaria para hacer nuestras vidas lo más armónicas posibles, como un ecosistema maduro, al igual que el cuerpo humano. Esa es mi trayectoria.