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lunes, 14 de noviembre de 2011

Como Obtener Agua del Aire del Desierto...

Airdrop, dispositivo capaz de obtener agua del aire del desierto

El ganador de este años de los premios James Dyson es Edward Linacre con una dispositivo, Airdrop, capaz en obtener agua fresca del desierto australiano, por medio de condensación, en donde esa vital fuente es muy escasa.

El principio de funcionamiento del Airdrop es recolectar la humedad proveniente del aire y enfriarla los suficiente para poder condensarla y así obtener el preciado líquido.

Para poder realizar dicha actividad es necesario bombear el aire a un serpentín de condensación, ubicado en la parte inferior del dispositivo, la cual está enterrada bajo la superficie, en donde el agua es condensada y acumulada.

Toda la energía necesaria para forzar esta reacción es proveniente de páneles solares ubicados en la parte superior del dispositivo.
La idea principal es poder generar agua que se inyecte directamente sobre la raices de las plantas. 

Hasta el momento el dispositivo es capaz de extraer hasta 11.5 ml de agua por cada m3 del aire más seco del desierto, lo cual es un gran inicio; pero se espera que en versiones posteriores esta cantidad aumente, y se planea obtener energía necesaria para este proceso de otra fuentes limpias de energía como turbinas eólicas. 

Lo que más me llamo la atención de este invento fue la fuente de inspiración, que según su creador provino del escarabajo namibia,  stenocara gracilipes, el cual es capaz de condensar agua de las corrientes de aire que se producen en las primeras horas de la mañana.

Esto lo hace con ayuda de su exoesqueleto, el cual posee diversas protuberancias y hoyos microscópicos que condensan el agua y la capturan en su espalda, logrando así sobrevivir en aquellas asperas condiciones.

Para ejemplificar lo que puede hacer este gran insecto les dejo un videos en donde nos muestran como estos magnifícos animales fuenrealizan dicha tarea (se puede apreciar a partir del minuto uno): fuente



jueves, 6 de octubre de 2011

Aprovechemos el agua de lluvia...

Ahorremos agua, aprovechemos el agua de lluvia

En muchos medios se repite siempre lo necesario que es cuidar del medio ambiente en la época en que vivimos, y contaminar o gastar recursos pasando el límite coherente es lo peor que podemos hacer.

Uno de eso limites que pasamos casi a diario es el consumo irresponsable del agua, ya que sabemos que en varios países del mundo es un bien que escasea en grandes cantidades.

Por lo que podemos tener un poco más de conciencia y pensar que podemos tomar este recurso de otra forma más que de los grifos -o canilla- de nuestros hogares.

No hay nada mejor que saber aprovechar el agua de lluvia, ya que presenta características únicas.

El agua de lluvia un muy limpia
y posee una gran calidad, a parte de que podemos acceder a ella de forma gratuita y mismo desde nuestro hogar son mucha complicación.

Obviamente que por más fácil que sea adquirir el agua de lluvia tiene algunos pequeños trucos que son buenos de tener en cuenta.

Principalmente que deberás de contar con una serie de canaletas que se dirijan directamente a un lugar en donde el agua pueda almacenarse, pero el cual contenga una serie de filtros para eliminar cualquier suciedad que esta pueda contener -hojas, insectos, etc.-.

Luego el agua de lluvia almacenada puede ser utilizada para limpiar los platos, para lavar el auto, la ropa, e infinidad de usos más.

MAS INFO: http://buenasiembra.com.ar/ecologia/articulos/comer-carne-es-sostenible-418.html

jueves, 21 de julio de 2011

Reportaje: EL AGUA DE LA VIDA ...


AYHAM DOYUK Y EL “AGUA DE LA VIDA
 


Se llama Ayham Doyuk, nació en Turquía y afirma haber descubierto una fórmula basada en ¡agua! que permitiría –entre otras muchas cosas– descontaminar el planeta entero de la polución, especialmente de la causada por el petróleo y sus derivados.

Es más, asegura que con algunas de las variantes que ha elaborado se puede prevenir un incendio y apagar rápidamente cualquier fuego –incluyendo los causados por metal, vapor, gas, líquidos y materiales sintéticos y eléctricos–, descontaminar el aire y la tierra así como las aguas de mares, ríos, lagos, estanques, pantanos y pozos dejándolas cristalinas, desalinizar el agua, deshacer la nieve y el hilo de calles y carreteras, desinfectar los vertederos, eliminar las emisiones de gases dañinos por la combustión de basura, descontaminar y fertilizar por completo cualquier terreno, proteger las cosechas de plagas dañinas, evitar la deshidratación y congelación de los vegetales a causa del calor intenso o las heladas, curar enfermedades… y muchísimas cosas más. ¿Estamos ante un genio o ante un farsante?


Como adelanto en el editorial de este mismo número –léalo antes de proseguir, por favor– las afirmaciones del turco Ayham Doyuk son tan extraordinarias que resultan difíciles de creer.


De hecho, a pesar de haber hablado largamente con él en Dusseldorf (Alemania) y con algunos de sus colaboradores y de haber presenciado demostraciones realmente inauditas me sigue costando aceptar que todo lo que me contó sea cierto.

A pesar de que tanto él como las personas de su equipo me causaron una excelente impresión a nivel humano. Así que entenderé perfectamente que el lector ponga en duda lo que afirma. Y, sin embargo, no encuentro sentido a que todo sea un fraude magníficamente elaborado.

Porque, en tal caso, ¿cómo se explica que se empeñe en hacer sus demostraciones ante científicos y expertos de universidades y centros de investigación? ¿Y cómo se explica que no sólo acepte sino que insista en que los presentes se lleven muestras de los productos de los experimentos para analizarlos en laboratorio? ¿O que acepte que los periodistas graben todo experimento desde cualquier ángulo y distancia para corroborar que no hay posible truco?

Es más, todos los recipientes que utiliza en las demostraciones son de vidrio transparente para no dejar dudas.

Y eso cuando hay posibilidad de plantearse un posible truco porque en algunos casos parece imposible. Quien suscribe este texto, por ejemplo, ha visto cómo apaga en una décima de segundo una sartén de aceite ardiendo mediante una breve pulsación a un bote de spray que contenía una de sus fórmulas acuosas. Y esa simple demostración me pareció contundente.

Al menos, los dos amigos químicos con los que he hablado sobre ello me aseguran que eso es imposible, que no hay ningún producto conocido capaz de lograr eso.

 
También le he visto meter un dedo en su fórmula acuosa y luego en gasolina, prenderla fuego y ver cómo el dedo ardía hasta consumirse la gasolina… sin que las llamas le afectaran lo más mínimo. “Muy espectacular –pensé en aquel momento intentando buscar una explicación racional– pero eso es que antes se había rociado el dedo con algún producto que yo desconozco y se formó una película protectora….” .

Sólo que luego le vi hacer lo mismo con una servilleta corriente de papel. Vi cómo la mojaba en su fórmula, cómo la empapaba después de gasolina, la prendía fuego y ésta ardía unos cuantos segundos hasta que se consumía la gasolina y cómo, a continuación, mostraba la servilleta intacta. Aquello me dejó perplejo.

Durante una época de mi vida, hace ahora casi catorce años, tuve la oportunidad de asistir continuadamente durante varios meses a una serie de espectáculos de magia y me interesé ampliamente por saber cómo se hacían los trucos de ilusionismo. Tres meses después era capaz de descubrir la mayoría.

Pues bien, tengo la certeza de que en este caso no cabía un posible “cambiazo”. No sólo la servilleta estuvo siempre a la vista sino que para corroborarlo se grabó en primer plano estando sus manos siempre bien abiertas. Tuve mucho cuidado en no perderme detalle. Además, luego vi también cómo hacía lo mismo con una camiseta de algodón depositada en el suelo.

Cómo primero le echaba encima su agua, luego la gasolina y cómo la prendía y se quemaba durante un buen rato… para, al apagarse, tomarla con los dedos, sacudirla y comprobar que estaba ¡intacta! No se había quemado ni un trocito.

 
Debo decir que vi también en video cómo hizo lo mismo con un arbolito que tenía varias hojas secas y estaba colocado en un macetero. Primero lo roció con su fórmula y a continuación de gasolina prendiéndolo.

Sólo que como esta vez se trataba de una demostración para el cuerpo de bomberos de Estambul, el árbol se apagó con una manguera de incendios corriente… pero con el agua preparada por Doyuk. Pues bien, las llamas se apagaron en muy pocos segundos y el árbol estaba intacto. ¡No se habían quemado ni las hojas secas!


No quiero insistir. Pero debo añadir que las demostraciones con el fuego son numerosas y espectaculares. Doyuk afirma que el cuerpo de bomberos de Estambul –me mostró el video– ha hecho ya numerosas y sorprendentes demostraciones. Y asegura que la fórmula acuosa que utiliza es tan potente que con ella se puede apagar rápidamente cualquier incendio. Tanto pequeño como de grandes proporciones.

Es más, afirma que si se riega un bosque con su agua… éste no puede ya quemarse. Y quien dice un bosque dice una casa. Y no sólo eso: me aseguraría que si un bombero empapa bien con su fórmula el traje especial que lleva y se introduce en el interior de una casa ardiendo… no sólo no se quemaría sino que la temperatura externa que sentiría sería muchísimo menor.


Se me llegó incluso a asegurar que si se riega un terreno con el agua y se hace explotar una bomba la llamarada posterior a la explosión se apaga casi de inmediato.

 
Por supuesto, no acabarían ahí las demostraciones. Como expliqué al principio, Doyuk asegura que es capaz de convertir cualquier hidrocarburo en oxígeno, hidrógeno y aminoácidos.

Y resultó espectacular ver cómo tras echar un simple chorrito con su fórmula en un recipiente grande de vidrio trasparente lleno de agua al que se le había agregado petróleo y gasolina, ambos productos se trasformaban en cuestión de segundos en aminoácidos, en bionutrientes, quedando el agua cristalina y pura.

Créanlo: lo que era un gran recipiente con una buena cantidad de petróleo y gasolina se transformó en segundos en agua limpia. Y para demostrarlo, echó un pez en él y éste no sólo nadó apaciblemente sino que acudió pronto a comerse los bionutrientes del fondo en que ambos productos se habían convertido.

 
No voy a seguir. Necesitaría varias páginas sólo para contar los experimentos y pruebas que Doyuk efectúa para demostrar lo que asevera. Y no ya ante un periodista como es mi caso sino ante científicos de primera línea.

Pero el lector sí debe saber que a partir de la “fórmula madre”, Doyuk asegura haber desarrollado numerosas fórmulas secundarias a fin de dar solución a los más variados problemas.

Hago un breve resumen de algunas de las áreas en las que afirma que existen ya productos desarrollados y listos para su comercialización aunque advierto que hay muchos más.


–Medio ambiente.


Existen productos que permiten la descontaminación prácticamente total –orgánica, inorgánica y bacteriológica– de océanos, mares, ríos, lagos, lagunas, pantanos, estanques, represas, manantiales y pozos. ¿Cómo? Pues, “sencillamente”, rompiendo las estructuras moleculares de los hidrocarburos y originando un proceso que da lugar a diversas reestructuraciones químicas.

Por un lado, el oxígeno y el hidrógeno son liberados hacia la atmósfera y el carbono se precipita hacia el fondo transformado en bionutrientes. El resto de los productos químicos –entre ellos, los metales pesados– son “encapsulados” con lo que se inactivan, se vuelven inocuos. Incluidas las bacterias que terminan desapareciendo.

 
Es posible pues efectuar una limpieza completa de toda la contaminación existente por petróleo y sus derivados. Cualquier mancha de petróleo en tierra o en océanos, mares, ríos, lagos, etc., desaparece. Y, por supuesto, deja inmaculados oleoductos, refinerías, tanques de almacenaje y transporte, depósitos de residuos, torres, maquinaria, etc.
 
Asimismo, asegura que podría depurarse por completo el agua de desecho de las ciudades, que todo el “agua” de las cloacas podría reciclarse trasformándola de nuevo en agua pura y, además, sin dejar contaminantes químicos. De forma sencilla y económica.
 
Es más, existe una fórmula que permite convertir la gasolina en un gel inflamable –algo que permitiría efectuar su transporte sin peligro–, proceso que puede ser revertido con la ventaja de que la gasolina resultante es de mucha mayor potencia y, además, si bien es flamable no puede explosionar.
 
También pueden desinfectarse por completo los grandes vertederos y evitar las emisiones de gases dañinos por combustión de la basura.
 
En cuanto a los incendios, la fórmula permite controlar rápidamente cualquier fuego incluyendo los causados por metal, vapor, gas y materiales líquidos, sintéticos y eléctricos.

Y lo hace actuando simultáneamente a tres niveles. Primero, sobre la parte superior del fuego impidiendo que el oxígeno lo alimente, lo que consigue encapsulándolo.

Ello evita en segundo término las altísimas temperaturas que impiden penetrar tanto al agua como a otras sustancias químicas para extinguirlo.

Y en tercer lugar, la fórmula agota la fuente de combustible inerte a través de una reacción bioquímica inmediata en virtud de la cual los hidrocarburos son transformados en aminoácidos.

Cabe añadir que todo material combustible al que se le echa agua con la fórmula –madera, papel, petróleo y sus derivados, etc.– se vuelve inflamable. Por tanto, el agua puede utilizarse preventivamente a fin de evitar todo tipo de fuegos.

 
También existe una fórmula para descontaminar el aire. Incluyendo la producida por las emisiones de gas metano, las sustancias volátiles producidas por numerosos productos de limpieza, los famosos CFCs emitidos por los aparatos de aire acondicionado, refrigerantes y sprays, el óxido nitroso de los fertilizantes, el bromuro de metilo de los pesticidas, el humo del tabaco, el radón, las partículas emitidas a la atmósfera por los incendios forestales, el dióxido de azufre y las cenizas volcánicas esparcidas por los volcanes, etc.

Sirva de ejemplo que bastarían unas cuantas avionetas esparciendo la fórmula sobre el cielo de una ciudad para librarla de la contaminación –el llamado smog– en poco tiempo.

Eliminando simultáneamente todas las bacterias y virus del ambiente. Y que unas gotas de la fórmula bastarían igualmente para eliminar los gérmenes del sistema de refrigeración de un autobús, un avión, un barco, una vivienda o un edificio de oficinas.

 
Otra de las fórmulas desarrolladas permite deshacer la nieve y el hielo de las calles, carreteras y campos sin contaminar con productos químicos. Es más, al deshacerse la nieve y el hielo el agua resultante es pura, aparece ya sin contaminación (piénsese que el polvo que se acumula en calles y carreteras pero, sobre todo, en las ciudades es producido fundamentalmente por los hidrocarburos que caen de la atmósfera y estos los trasforma el agua tratada en bionutrientes).

Asimismo, elimina todas las bacterias y virus presentes en la nieve y el hielo.

 
Existe también una fórmula que permite descontaminar cualquier terreno. Y que no sólo trasforma los hidrocarburos presentes en la tierra en bionutrientes y encapsula los demás elementos químicos dañinos inactivándolos sino que se ha preparado para que reduzca el proceso natural de evaporación del agua, las tierras se vuelvan más porosas y se equilibre su PH –queda en un valor de 7– hasta 11 metros de profundidad. La sal y el boro se encapsulan impidiendo que suban a la superficie.


–Estanques.


Existe toda una línea de productos para el tratamiento de piscinas, acuarios, piscifactorías y estanques de agua. Así, hay una fórmula que permite mantener las piscinas impolutas, libres de gérmenes, sin necesidad de usar cloro, elemento químico que si bien hoy se utiliza normalmente para desinfectar tanto las piscinas como el agua potable en realidad es dañino para el organismo.

Una más permite conservar los depósitos de agua potables durante muchísimo tiempo. Y otra deja las aguas de las piscifactorías y de los estanques de los jardines, normalmente turbios por la contaminación, el barro y la maleza, transparentes.


–Agricultura.


Hay también diferentes soluciones para todo lo relacionado con el agro. Desde productos que descontaminan cualquier terreno hasta otros que lo fertilizan, protegen las cosechas de plagas dañinas, evitan la deshidratación a causa de la sequía y el exceso de calor, impiden que los vegetales se congelen durante las heladas o hacen que los productos cultivados crezcan y produzcan mucho más de forma natural.


–Industria y hogar.


También existen productos de sumo interés tanto para la industria como para el hogar. Fórmulas que permiten –entre otras muchas cosas– eliminar de forma casi increíble el óxido de las piezas metálicas, limpiar motores y herramientas de todo tipo, dejar impecables objetos de metal sucios (oro, plata, cobre, etc.) o limpiar las paredes ennegrecidas de un edificio por mor de la contaminación, los desechos orgánicos o la pintura.

Incluso existe una que limpia –y repara– tanto la carrocería de un coche como todos los elementos del interior. Sin olvidar la existencia de productos para limpiar cristales, suelos, sanitarios, maderas, manchas textiles, etc.


–Higiene personal y belleza.


Obviamente, también existen productos para el cuidado del cuerpo humano. Desde cremas dentífricas hasta champúes.


Insisto en que sólo he mencionado algunos de los productos cuyas fórmulas están ya listas y probadas. Pero hay muchas más. Porque las posibilidades del agua son, si es verdad lo que afirma Ayham Doyuk, innumerables.

Incluido el ámbito de la salud aunque éste es un asunto de suma trascendencia del que hablaré en próximos números. Llegados a este punto, tras haber sido testigo de las demostraciones narradas y de varias más, me sentí muy inquieto. No entendía nada. ¿Cómo es posible que todo esto exista –me preguntaba– y apenas nadie lo conozca? Quise respuestas.


–¿Cuánto lleva trabajando con esto?


–Desde principios de los años 80.


–¿Y cómo no se conoce a nivel público? Perdone pero no lo entiendo.


–Bueno, al principio pasé la mayor parte del tiempo investigando y desarrollando las fórmulas. Porque aunque todas se basan en la fórmula madre, que decidí denominar como Aqueous Perfect Solution (perfecta solución acuosa), cada una tiene su propia especificidad de acción. La base es la misma pero cada fórmula es distinta según su uso.

La que permite apagar un fuego no es la misma que la que se usa para limpiar las aguas contaminadas. Y son más de un centenar ya las variantes. Luego hacía falta demostrar su funcionamiento. Durante años efectué muchos viajes y reuniones chocando siempre con el escepticismo o con los miedos.

A todo el mundo le resultaba difícil de creer lo que contaba. Finalmente, logré montar una empresa dotándola de unas estupendas oficinas y una fábrica donde elaborar los productos… pero ésta se la llevó el terremoto que hubo hace tres años en mi país.

Murieron varios trabajadores y la empresa se arruinó. Además, cometí la torpeza de no registrar las marcas y hace poco me las robaron. He tenido que empezar de nuevo registrándolo todo. Y no se puede imaginar lo que cuesta en tiempo, esfuerzo y dinero.

Y, para mayor complicación, se está usando mi nombre en Internet fraudulentamente.

Se está vendiendo a través de páginas web y a unos precios escandalosos agua con presuntas propiedades curativas supuestamente elaborada por mí. Hasta se han inventado una carta mía que firman con mi nombre publicando mi foto para avalarlo. Excuso decirle la confusión que existe por ello.


 
–Pero, ¿cómo es eso posible?
 
–Verá, hace tres años y medio aproximadamente accedí a suministrar a una serie de personas una fórmula muy concentrada que preparé para desintoxicar por completo el organismo a fin de que se pudiera efectuar un protocolo de investigación sobre sus propiedades terapéuticas.

Así lo hice durante año y medio. Hasta que un día me enteré de que esas personas, viendo los resultados, se habían puesto a vender sin permiso sanitario alguno botellas con el agua a precios escandalosos.

Obviamente, no volví a mandarles nada. Y ellos reaccionaron subiendo aún más el precio de las que les quedaban. Me han dicho que llegaron a cobrar 900 dólares por botella.

Y cuando se les acabaron, vinieron a Alemania, compraron sin que yo lo supiera algunos palets con productos de limpieza, los diluyeron enormemente y empezaron a venderlos como si fuera la fórmula de agua terapéutica.

Como si todas las fórmulas, aunque la base sea el agua, fueran idénticas. Hoy mismo me he enterado por e-mail de que al parecer hay mil personas intoxicadas en Brasil. Supongo que con algunas de esas botellas.


–¿Y por qué no lo denuncia?

 
–Estamos en ello. Pero el daño está hecho. Es lo que me ha hecho tener que empezar una vez más desde cero. En todo caso, no se preocupe porque el tiempo pone siempre todo en su sitio. Aunque no estaría de más que comunicara a sus lectores que la única página web mía en Internet es

www.adperfectsystems.com


–Pero si al principio se comercializaron tantas botellas con agua curativa habría tenido que mandarles usted mucha cantidad…
 
–No. Mire, tanto la fórmula madre como algunas de las que se utilizan para descontaminar están muy concentradas. Por ejemplo, para preparar el agua que permite apagar un incendio basta echar un litro de la fórmula en un depósito de cincuenta mil litros. Y la proporción en otros casos puede llegar a ser incluso de un litro por cada medio millón de litros de agua.


–Me parece increíble.

 
–Es simple: el secreto reside precisamente en que el agua es un transmisor natural potentísimo. Mire, los científicos saben muy poco del agua. Bueno, en general la Ciencia tiene una comprensión de la realidad bastante limitada.

Y, sin embargo, el agua es el principal componente de este planeta. Y el principal componente de nuestro organismo. Y de todo organismo vivo. Pues bien, lo que muchos no saben o no entienden es que el agua está viva. Se trata de un elemento con vida.

Por eso nutre todo de vida. Aún más, es capaz de producir energía. Y tiene la capacidad de unir y capturar tantos elementos físicos como energías sutiles. Por eso se la llama el solvente universal. Y el problema es que ese agua, en todas partes, se está “muriendo”. Una muerte que empezó con la contaminación masiva a causa del petróleo y sus derivados.

Es más, el agua que hoy bebe la mayor parte de la gente del grifo es agua muerta, sin vitalidad. Nos estamos cargando el planeta a marchas forzadas. Esa es la verdad que pocos quieren asumir. Hay muchos intereses económicos detrás.


–¿Y usted puede resolver ese problema con su fórmula?

 
–Aunque cueste creerlo, sí. Si todos los gobiernos del mundo se pusieran de acuerdo le aseguro que podríamos descontaminar el planeta entero en sólo unos años. Ya sé que suena a ciencia ficción pero es verdad. Ahora bien, eso implica también dejar de contaminar. Y, por tanto, buscar alternativas al petróleo y sus derivados. Que existen…


–Me da la impresión por el tono y la sonrisa de que también las tiene usted.

 
–Bueno –me dice sonriendo abiertamente–, pues sí. Mire, si al agua corriente se le aplica una de mis fórmulas… se convierte en portadora de electricidad. Antes le mostré que eso es posible (Doyuk se refiere a uno de los experimentos que hizo y de los que no he hablado.

La demostración consiste en cortar por la mitad un cable que en un extremo tiene un enchufe y en el otro cuatro bombillas grandes. Hecho esto, introduce los dos extremos del cable eléctrico con las bombillas en un recipiente de vidrio trasparente en el que sólo hay agua tratada con su fórmula y algo más allá los otros dos extremos con el enchufe. Finalmente, introduce éste en la toma de la corriente eléctrica y… ¡sorpresa!: las cuatro bombillas se encienden.
¡La electricidad se transmite a través del agua!).

Pero es que además –prosigue diciéndome Doyuk– el agua tratada puede cargarse energéticamente. Uno de los proyectos de futuro es sustituir en los edificios la instalación eléctrica, generadora de campos electromagnéticos negativos para la salud, por simples tuberías de agua a la que se conectarían directamente los aparatos.

Podrían desaparecer todas las torres de alta tensión y las líneas eléctricas. Es más, bastaría un simple depósito de agua para generar electricidad en una vivienda durante años. Como bastaría ese agua para sustituir todos los motores de gasolina actuales.


–¿Quiere decir que también puede funcionar un motor con el agua?

 
–Exacto. Con un motor distinto, claro.
 
Mi nerviosismo –como el lector entenderá– fue en aumento a lo largo de toda la reunión. Doyuk me explicaría tantas otras posibilidades que empecé a marearme imaginando lo que supondría que todo esto fuera verdad. Quise volver a ese punto.


–Lamentaría ofenderle pero si todo lo que me cuenta es como asegura no entiendo que no tenga usted apoyos de todo tipo.


–Oh, hay gente muy “interesada”, por supuesto. Hace poco he recibido una propuesta económica mareante de una multinacional (menciona el nombre que yo obvio) para quedarse con la exclusiva de comercialización de todos los productos de limpieza y la he rechazado a pesar de mis dificultades actuales.

¿Por qué? Pues porque lo que querían era meter las fórmulas en un armario indefinidamente. Y yo no hago esto por dinero. También ha habido muchos gobiernos interesados… pero para que les ayudase en el terreno militar. Porque las aplicaciones son muchas (En ese momento recordé otro de los experimentos que había hecho.

Primero tomó una botella corriente de aceite de girasol y le aplicó un rayo láser para demostrar que traspasaba el líquido.

A continuación echó en él su agua y la removió consiguiendo que se mezclase uniformemente, lo que se supone que no es posible.

Y, por último, volvió a aplicar el láser… sin que éste fuera capaz ya de traspasar la botella de plástico. Según él, aquello demostraba que el aceite se había trasformado en aminoácidos ya que ésta es la única sustancia que no puede atravesar un láser de luz.)


–Bueno, no todo el mundo tiene la misma falta de ética.

 
–Es verdad. Y tras muchas de las demostraciones que desde hace años vengo haciendo han aparecido siempre personas que me prometían todo tipo de cosas pero que, a la hora de la verdad, se quedaban en nada.

En unos casos porque en realidad no tenían los contactos ni las posibilidades de las que presumían y en otros porque las empresas interesadas chocaban con las legislaciones de sus países.

¿Cómo comercializar la fórmula que hace innecesario el uso del cloro en las piscinas si la legislación obliga a su uso? Hay que cambiar la legislación… y previamente certificar que el agua es inocua.

Es más complejo de lo que parece. Y hay muchos intereses en juego. Por eso decidí cambiar de estrategia y en lugar de dirigirme a la empresa privada, acudir a los centros universitarios públicos y a los gobiernos. Y es lo que he empezado a hacer recientemente.


–Ya que lo menciona, ¿cómo es posible que en su propio país no le ayuden?

 
–Ya le digo que en todas partes hay muchos intereses en juego. Y mi país no es una excepción. En cualquier caso, debo agregar que mi gobierno ha decidido por fin ayudarme recientemente poniendo en marcha varios proyectos coordinados por el Ministerio de Industria.

Especialmente a través de una empresa especializada en el desarrollo de nuevas tecnologías llamada Kosgeb que tiene acuerdos de colaboración con centros de 49 países.

El pasado 16 de Julio firmé un acuerdo con ellos para llevar adelante un proyecto que se desarrollará en la Universidad Técnica de Estambul a fin de demostrar mediante protocolos que efectivamente se puede trasformar todo tipo de impurezas del agua en aminoácidos, como puede ver (en ese momento me enseña una carta firmada por Ahmet Akar, responsable del departamento de Química, confirmando la aceptación del proyecto).

Y el día 22 de ese mismo mes otro acuerdo con el Instituto de Energía Nuclear de la misma universidad para demostrar que es posible también encapsular las partículas radiactivas (me muestra igualmente la carta).


–Quiere eso decir que tiene también una fórmula que permite eliminar la radiactividad de una zona contaminada?

 
–Sí.


–¿Ha conseguido hacerse oír por otros gobiernos?

 
–Tengo apalabrado un proyecto importante con el gobierno norteamericano, otro con el ruso y uno más con el chino. Todos recientes. Y ocho con el Gobierno austriaco.


–¡Ocho!


–Sí. Usted sabe que, además de en Alemania, en junio hice varias demostraciones en Austria. El día 6 en la Universidad Johannes Kepler de Linz, el 10 en el Centro de Economía de Götzis, el 11 en la Universidad de Klagenfurt, el 12 en la Universidad de Graz y el 13 en la Universidad de Agricultura de Viena.

Fue agotador pero dio resultado. Uno de los presentes, al acabar, me dijo un día: “Es suficiente. No necesitamos que nos demuestre nada más. Vamos a empezar a trabajar si lo desea. Y así empezó todo.”


–Se le nota contento.

 
–Es que ha costado pero las cosas empiezan a marchar. Y ya verá cómo en cuanto en dos o tres países se empiece a poner todo esto en marcha porque sus gobiernos se animan y hacen las cosas de corazón sin atender a otros intereses, todo se precipita.


–¿Y no ha pensado en España?

 
–¿Por qué no? Pero, ¿quién organiza eso en su país?


–¿Vendría usted a hacer las demostraciones necesarias si alguien se encarga de organizar todo?

 
–Por supuesto.


–Pues delo por hecho.

 
Termino diciéndole al lector que voy a cumplir mi promesa. Y que este mismo mes de septiembre quizás ese acto pueda ya tener lugar. Les tendré informados. Este asunto no ha hecho más que empezar.


http://www.dsalud.com/index.php?pagina=articulo&c=811

Aurtor de artículo: José Antonio Campoy








miércoles, 8 de junio de 2011

Amor y Gratitud a las Aguas

 

Amor y Gratitud a las Aguas




La conciencia cetácea nos inspira a respetar y amar toda la vida.

Los Amados cetáceos son los guardianes de la Rejilla Cristalina y de los Océanos y a través de su Amor, Alegría y Gratitud bendicen y limpian los océanos a medida que viajan a través del Planeta entero.

Los Amados cetáceos de todo el mundo permanecen en comunicación y conexión multidimensional del corazón, unos con otros, enviándose oleadas de Amor, Cooperación, Hermandad y gratitud para sostener la frecuencia cristica de la Tierra, en espera de que mas seres humanos abran su corazón y se alineen a su frecuencia, para juntos cooperar y trabajar en el cuidado de la Madre Tierra y su rejilla cristalina.
Masaru Emoto ya nos ha demostrado con sus amplios estudios científicos el poder que tiene la intención, el sentimiento y la palabra sobre el Agua. Siendo esta una maravillosa red de información capaz de almacenar millones de datos de toda la historia de la Humanidad. Nuestro Futuro como Humanidad depende en gran medida de la Sanación de las Aguas, tanto físicas en nuestros cuerpos, como Planetarias.

Es por ello que en Solidaridad con nuestros Amados Cetáceos y con nuestra Amada Madre GAIA, inspirados en la Conciencia Cetácea de Amor y Cooperación, ponemos a disposición de todos el transmutador de energías y el holograma de Amor y Gratitud a las Aguas.

Podrán ayudarse de ambas herramientas en sus meditaciones y amorosas intenciones para la sanación de las aguas planetarias. Les pedimos de corazón que se tomen un momento de su día para enviar Amor y Gratitud a las Aguas.

Transmutador

Al realizar sus meditaciones y envíos de intención Amorosa para las Aguas de la Madre Tierra, pueden visualizar el transmutador girando y expandiendo llama violeta. Enviándolo a las zonas donde Ustedes consideren necesario.

Holograma de Amor y Gratitud

El Holograma de Amor y Gratitud a las Aguas contiene la energía y la intención amorosa a través de los Códigos de Luz, los colores y la energía amorosa que los Amados cetáceos imprimieron en el al momento de su creación.


Pueden descargarlo en la versión para impresión aquí
Gracias!
En Amor, Kai y Ornai

Gracias Nyako Nakar, por realizar la imagen y el gif del Transmutador!!!

Gracias Lila por la inspiracion para crear el Holograma de Gratitud!
 

miércoles, 1 de junio de 2011

Carta desde el Futuro

Carta desde el Futuro

Por Richard Heinberg, Marzo de 2001
Richard Heinberg es periodista, editor, escritor y profesor, miembro del New College de Santa Rosa, California, donde dicta cursos sobre los temas interrelacionados de energía, sociedad, cultura y ecología. Autor de los libros The Party’s Over: Oil, War and the Fate of Industrial Societies (2003), Powerdown: Options and Actions for a Post-Carbon World  (2004), Peak Everything (2007) y Blackout (2009). Desde hace años es una de las personas más activas y reconocidas en el mundo, en la tarea de advertir sobre el gran cambio que estamos viviendo en nuestra civilización.
Su sitio web: http://www.richardheinberg.com



¡Saludos gentes del año 2001! Ustedes están viviendo en el año en que yo nací. Yo tengo ahora cien años, y les escribo desde el año 2101. Estoy haciendo uso de los últimos resabios de la física avanzada que los científicos desarrollaron durante vuestra era, intentando enviarles este mensaje electrónico al pasado para que ingrese a sus redes informáticas actuales.

Espero que lo reciban, que les proporcione motivos para detenerse a reflexionar sobre su mundo actual, y que puedan adoptar algunas medidas a tiempo tomándolo en cuenta.
 

De mí mismo sólo contaré lo que es necesario contar: Soy un sobreviviente. He tenido una suerte extraordinaria en multitud de ocasiones y de muchas maneras, y considero que es una especie de milagro que pueda estar hoy aquí redactando este mensaje.

He pasado gran parte de mi vida intentando ser historiador, pero las circunstancias me han obligado a aprender y practicar los oficios de agricultor, forrajero, guerrillero, ingeniero, y ahora físico. Mi vida ha sido larga y azarosa... Pero no estoy haciendo este esfuerzo para contarles de mí. Es sobre los acontecimientos que he presenciado durante este siglo lo que me siento obligado a contarles de esta forma tan atípica.
 

Están ustedes viviendo el final de una era. Quizá no lo entiendan. Espero que cuando hayan terminado de leer esta carta lo puedan comprender.
 

Quiero contarles algo que es importante que conozcan, aunque es posible que les parezca que esta información es difícil de digerir. Les ruego que tengan paciencia conmigo. Soy un hombre viejo, y no me queda tiempo para tonterías. Si lo que les cuento les resulta increíble, considérenlo entonces como ciencia ficción.

Pero por favor: Presten atención. El antiguo aparato informático que estoy usando es un cacharro bastante inestable y no hay mucha seguridad de que este mensaje consiga llegar a destino. Por favor: pasen esta información a los demás. Probablemente sea el único mensaje de este tipo que reciban en sus vidas.
 

Como no sé cuánta información podré transmitirles empezaré con los temas más importantes, los que sean de mayor utilidad para que puedan entender hacia dónde se dirige vuestro mundo. La energía ha sido el principio organizador (¿o debería mejor decir desorganizador?) de los siglos diecinueve y veinte.

La gente descubrió nuevas fuentes de energía –carbón, y más tarde petróleo– en el siglo diecinueve, y luego inventó todo tipo de nuevas tecnologías para usar esa energía recién descubierta.

El transporte, la manufactura, la agricultura, la iluminación, la calefacción, todo eso sufrió una revolución, y los resultados calaron muy profundo en la civilización. La vida se volvió absolutamente dependiente de nuevos dispositivos; de los alimentos traídos de lejos y fertilizados con productos químicos; de medicamentos elaborados mediante síntesis químicas y a partir de procesos industriales dependientes de combustibles fósiles; de la misma idea del crecimiento perpetuo (después de todo, siempre era posible producir más energía para el transporte y las manufacturas ¿no?).

Pues bien, si los siglos diecinueve y veinte representaron la parte ascendente de esa curva de crecimiento, este siglo pasado ha sido la parte descendente, la caída en picada. Debería haber resultado perfectamente obvio para todo el mundo que las fuentes de energía con las que contaban eran agotables. Sin embargo, de algún modo ustedes nunca quisieron darse cuenta de esta obviedad.

Supongo que es porque la gente tiende a acostumbrarse a un determinado estilo de vida, y a partir de ese momento ya no le presta demasiada consideración. Creyeron que “las cosas siempre han sido así y lo seguirán siendo”.
 

Lo mismo pasa hoy también. La gente joven ahora nunca ha conocido algo realmente diferente; nuestro estilo de vida les parece de lo más natural, ellos se la pasan escarbando entre los restos de la civilización industrial en busca de cualquier cosa que pueda tener una utilidad inmediata, como si fuera esta la forma en la que la gente vivió siempre, como si esta hubiera sido la forma a la que aspirábamos a vivir.

Es por eso por lo que siempre quise estudiar historia, de modo que pudiera obtener alguna perspectiva de las sociedades humanas y cómo cambian con el tiempo. Pero me estoy yendo por las ramas. ¿Dónde me había quedado?
 

Sí, la crisis de la energía. Bueno, todo comenzó más o menos en la época en que yo nací. La gente entonces pensaba que las inestabilidades serían pasajeras, que se trataba tan sólo de un problema técnico o político, que pronto todo volvería a la normalidad.

No se detenían a pensar que "lo normal", en un sentido histórico amplio, suponía vivir sólo de la energía solar entrante al planeta y del crecimiento vegetativo de la biosfera. Perversamente, pensaban que "lo normal" era poder utilizar alegremente la energía fósil acumulada en el planeta como si no existiera el mañana. Y esa fue la manera en que dejó de existir el mañana. Fue la clásica profecía autocumplida.
 

Al principio mucha gente pensó que la creciente escasez podría ser resuelta con "tecnología". Lo cual, retrospectivamente, resulta bastante absurdo. Después de todo, aquellos modernos artefactos habían sido inventados para consumir una abundancia temporal de energía. No producían energía.

Si, claro, estaban los reactores nucleares (¡Carajo, desactivar luego esas calamidades resultó una pesadilla!), pero costaban tanta energía para construir y de desmantelar, que la energía que producían durante su vida útil apenas se recuperaba, hablando en términos energéticos.
 

Lo mismo sucedía con los paneles fotovoltaicos; parece que nadie se puso nunca a calcular cuánta energía se necesitaba realmente para fabricarlos, empezando por las microplaquetas de silicio que se producían como alternativa secundaria de la industria informática, e incluyendo la construcción de las propias fábricas.

Resultó que la fabricación de esos paneles consumía casi tanta energía como la que producían los propios paneles luego durante su vida útil. Sin embargo se construyeron unos cuantos, y ojalá se hubieran construido más! Algunos de ellos todavía funcionan, por ejemplo, son los que ahora mismo están alimentando el aparato que me permite enviarles esta señal desde el futuro.
 


La energía solar fue una buena idea; el principal motivo de su fracaso simplemente fue que era incapaz de satisfacer la voracidad energética de los hábitos de la gente. Al agotarse los combustibles fósiles, ninguna tecnología podría haber mantenido los estilos de vida a los que la gente se había acostumbrado. Sin embargo, tardaron bastante en darse cuenta.

Su patética fe en la tecnología resultó tener connotaciones religiosas, como si sus cacharros electrónicos fueran objetos sagrados que los conectaban con un dios invisible pero omnipotente, capaz de vencer a las leyes de la termodinámica.
 

Naturalmente algunos de los primeros efectos de la disminución de la energía tomaron la apariencia de recesiones económicas, seguidas de depresiones sin fin. Pero los economistas se manejaban siempre sobre la base de su propia religión: Una fe absoluta e inconmovible en el Dios-Mercado. Pensaban que si el petróleo empezaba a escasear el precio subiría, ofreciendo así incentivos para la investigación de energías alternativas.

Pero los economistas nunca se tomaron la molestia de reflexionar a fondo. Si lo hubieran hecho, se habrían dado cuenta de que la reconversión total de la infraestructura energética de una sociedad necesitaba décadas, mientras que las señales emitidas por los aumentos de precios debido a la disminución de la energía, surgían tan sólo unas semanas o meses antes de hacerse evidente la necesidad del cambio. Más aún, antes deberían haberse dado cuenta de que para los recursos energéticos de base no existían reemplazos…!!
 

Los economistas sólo sabían pensar en términos de dinero:
Las necesidades básicas como el agua y la energía sólo aparecían en sus cálculos en términos de su coste en dinero, lo que les hacía suponer que eran funcionalmente intercambiables por cualquier otra mercadería a la que se pudiera poner un precio: Naranjas, aviones, diamantes, entradas para ver fútbol, cualquier cosa. No obstante, si se analiza a fondo, se ve que los recursos básicos en absoluto eran intercambiables con otros: Una vez que se acababa el agua, no podías beber las entradas para el fútbol, por muy importante que fuera tu equipo..

Tampoco podías comerte las monedas si nadie tenía alimentos para vender. Y así, a partir de un determinado momento, la gente empezó a perder la fe en el dinero. Y a medida que lo iban haciendo, se daban cuenta de que la fe era el único factor que hacía que el dinero tuviera valor.

Las monedas fueron colapsando, primero en un país, luego en otro, y así empezó a haber cada vez más inflación, deflación, trueques, pillaje y saqueos a escalas inimaginables, a medida que iban acabándose las mercaderías básicas.
 

En la era en que yo nací, algunos comentaristas solían comparar la economía global con un casino. Unas pocas personas obteniendo billones de dólares, euros y yenes a través del comercio de monedas, bonos, compañías y operaciones a futuro. Ninguna de estas personas hacía realmente nada útil; simplemente realizaban sus apuestas y en numerosas ocasiones obtenían ganancias colosales.

Si seguías la cadena, podías ver que todo el dinero salía de los bolsillos de la gente común, pero esa es otra historia. De todos modos: En última instancia toda esa actividad económica dependía de la energía, del transporte y las comunicaciones a escala global, y de la fe en las monedas. Pero a principios del siglo veintiuno el casino colapsó. Gradualmente empezó a funcionar un nuevo paradigma. Del casino global pasamos a los mercados de pulgas locales.
 
Año tras año con cada vez menos energía disponible, y con monedas inestables dificultando las transacciones, la fabricación y el transporte redujeron su escala. Daba igual lo poco que Nike pagaba a sus obreros en Indonesia, porque una vez que el transporte marítimo alcanzó niveles prohibitivos, los beneficios de la globalización y de sus operaciones a distancia se desvanecieron. Pero ya era tarde, y Nike no podía intentar reconstruir sus fábricas en los Estados Unidos, porque llevaban cerradas décadas.

Lo mismo sucedió con todos los demás fabricantes de productos textiles, electrónicos, etc. Toda la infraestructura de fabricación local había sido destruida en aras de la globalización, para producir bienes más baratos y lograr beneficios empresariales mayores. Reconstruir aquella infraestructura demandaba una ingente inversión financiera y energética, justo cuando el dinero y la energía empezaban a escasear.
 

Los negocios se vaciaron. La gente no tenía empleo. ¿Cómo iban a sobrevivir? La única forma de hacerlo era reciclando todas las cosas usadas que habían sido fabricadas antes de la gran crisis de la energía. Al principio, después de los shocks iniciales, que vinieron en forma de sucesivas oleadas, las personas vendían sus cosas en subastas por internet, siempre que hubiera electricidad disponible, claro.

Luego, cuando ya resultó evidente que los costos del transporte hacían problemático el aprovisionamiento de bienes a distancia, la gente empezó a comerciar en las calles para poder satisfacer sus necesidades básicas. La cruel ironía era que la mayoría de sus cosas más valiosas consistían en coches y artefactos electrónicos, para los que ya nadie tenía interés. ¡Eran inútiles! Cualquiera que tuviera herramientas manuales y supiera usarlas podía considerarse rico. Y así sigue siendo ahora.
 

La civilización industrial había producido demasiadas cosas inútiles durante su breve existencia. Durante los últimos cincuenta o sesenta años, la gente ha intentado recuperar piezas o partes de toda esa chatarra, en busca de algo que resultara tener una utilidad práctica.

¡Qué montones de basura más horribles! Con todos los respetos, siempre me ha costado entender por qué –e incluso cómo– ustedes pudieron malgastar billones de toneladas de valiosísimos recursos naturales, y convertirlos en montañas de basura maloliente, sin que apenas mediara un período de vida útil en el medio. ¿No podrían al menos haber fabricado objetos duraderos y bien diseñados?

Debo decir que la calidad de las herramientas, muebles, casas, y todo lo que hemos heredado de Uds., y que estamos obligados a utilizar, dado que pocos de nosotros podemos permitirnos el lujo de reemplazarlos, es patéticamente insignificante.
 

Bueno, pido disculpas por estos últimos comentarios. No pretendo ser grosero. En realidad algunas de las herramientas manuales que han quedado son bastante buenas. Pero tienen que entenderme: el estilo industrial de vida al que ustedes se han acostumbrado, tendrá terroríficas consecuencias para sus hijos y sus nietos. Cuando yo era muy joven y tenía quizá cinco o seis años, vagamente recuerdo haber visto algunos viejos programas de televisión: La Familia Ingalls, Ozzie and Harriet, Lassie. En ellos se retrataba un mundo ingenuo, en el que los niños crecían en pequeñas comunidades rodeados de amigos y familiares. Los adultos, que eran amables y sabios, conseguían resolver con facilidad los problemas. Todo parecía estable y benigno.
 

Pero cuando yo nací, ese mundo, si es que alguna vez existió, ya había desaparecido hacía tiempo. En la época en que tuve edad suficiente para enterarme de lo que ocurría, la sociedad parecía que reventaba por sus costuras. Empezaron los apagones eléctricos, que al principio fueron de unas pocas horas. Luego llegó la escasez del gas natural.

No sólo pasábamos frío la mayor parte del invierno, los apagones empeoraron dramáticamente, porque gran parte de la electricidad se producía a partir de gas natural. Y luego vino la escasez de petróleo y naftas. Llegado ese momento –creo que yo era un adolescente por entonces– la economía global ya estaba hecha pedazos y en lo político reinaba el caos.
 

Cuando yo estaba saliendo de la adolescencia empezó a desarrollarse una actitud fácil de reconocer entre la gente joven. Era un sentimiento como de gran rabia hacia cualquier persona mayor de una determinada edad, puede que los treinta o cuarenta años. Esos adultos habían consumido tantos recursos, y ahora ya no quedaba nada para sus propios hijos...

Naturalmente, cuando los adultos habían sido jóvenes se limitaban a hacer lo mismo que hacía todo el mundo. Les parecía normal talar bosques centenarios para obtener pulpa con la que fabricar pesadas guías telefónicas, o consumir hasta el último litro de gasolina para sus derrochadores vehículos, o encender el aire acondicionado cuando tenían un poco de calor.

Para los niños de mi generación todo eso no ocupa más que una nebulosa en la memoria. Lo que nosotros hemos conocido es otra cosa. Nosotros hemos vivido en la oscuridad, con carestía de alimentos y escasez de agua, con saqueos y piquetes en las calles, con multitudes de gente pidiendo limosna en las esquinas, con unos fenómenos meteorológicos imprevisibles, con contaminación y basura que ya no podían ser recogidos y ocultados a la vista. Para nosotros, los adultos de aquel entonces simbolizaban pues al enemigo.
 

En algunos lugares, la violencia entre generaciones se manifestaba en forma de resentimientos encubiertos. En otros hubo ataques físicos a gente mayor. En otros existieron purgas sistemáticas. Me avergüenzo al reconocer que, aunque nunca ataqué físicamente a gente mayor, sí participé cuando se les insultaba y avergonzaba públicamente.

Esas pobres personas –algunos bastante jóvenes, visto desde mi edad actual– estaban tan confundidas y se sentían tan traicionadas como nosotros mismos. Ahora sí puedo ponerme en su lugar. Intenten hacer lo mismo: Traten de recordar la última vez que fueron a una tienda tras otra buscando comprar algo y no lo tenían (este pequeño ejercicio mental constituye realmente un desafío imaginativo para mí, pues hace décadas que yo no piso realmente una “tienda” que tenga mucho de nada, pero estoy intentando expresarlo en términos que ustedes puedan entender).

¿Se sintieron frustrados? ¿Se enfadaron pensando: “He recorrido un camino tan largo para tratar de conseguir esta cosa, y ahora tengo que cruzar toda la ciudad para seguir intentándolo”?

Bueno, multipliquen esta frustración y esta rabia por cien, o por mil. La gente pasaba a diario por estos trances, para cualquier cosa básica que necesitaran consumir, cualquier servicio, cualquier necesidad burocrática a la que se hubieran acostumbrado.

Más aún, esos adultos habían perdido la mayoría de sus pertenencias cuando colapsó la economía. Y ahora pandillas de jovencitos les robaban lo poco que les quedaba, golpeándoles con saña e insultándoles al hacerlo. Debió de ser una experiencia devastadora para ellos. Algo realmente insoportable... 
Ahora que yo mismo soy un anciano, me siento más tolerante hacia la gente. Los que quedamos estamos intentando sobrevivir, haciéndolo lo mejor que podemos. 
Supongo que ustedes sentirán curiosidad acerca de lo que ha pasado durante este último siglo.

La  política, guerras, revoluciones, etc. Bueno, les cuento lo que sé, pero hay muchas cosas que desconozco. Durante los últimos sesenta años no hemos tenido nada parecido a una red global de comunicaciones, tal como existía antes. Hay amplias partes del mundo de las que no sabemos prácticamente nada. Pero les contaré lo que sé.
 

Como podrán imaginar, cuando la escasez de recursos energéticos golpeó a los Estados Unidos y la economía empezó a caer en picada (es curioso que aún use esta expresión: sólo los más viejos entre nosotros, como yo mismo, han visto descender en picada un avión), la gente empezó a enfadarse y a buscar un responsable a quien echar las culpas.

Naturalmente, el gobierno no quiso ser el culpable, de modo que los bastardos que estaban en el poder (lo siento, sigo sin tener ninguna simpatía hacia ellos) hicieron lo que los líderes políticos siempre han hecho: inventaron un enemigo exterior.

Enviaron barcos de guerra, bombarderos, misiles y tanques al otro lado del océano con propósitos de lo más siniestros. A su población le decían que era para proteger el "estilo de vida americano". Bueno, no existía nada sobre la tierra que pudiera conseguirlo, porque ¡el "Estilo de Vida Americano" era pues el problema!
 

Los generales consiguieron matar algunos millones de personas. De hecho pueden haber sido decenas o cientos de millones; las noticias nunca fueron muy claras al respecto y siempre estaban manipuladas.

Había protestas contra la guerra en las calles, y persecuciones de gente que protestaba contra la guerra. A algunos de ellos inclusive los detuvieron y los metieron en campos de concentración. Hacia el final, el gobierno se volvió totalmente fascista en sus métodos.

Existían levantamientos locales que eran sofocados de manera brutal. Pero no sirvió de nada. Las guerras tan solo agotaron más rápido los escasos recursos que quedaban, y después de cinco años terribles, el gobierno central simplemente se fue a pique. Se le acabó la gasolina, por así decirlo.
 

Hablando de acontecimientos políticos, vale la pena mencionar que en los primeros años de escasez, las ideas políticas existentes tenían pocas alternativas útiles que ofrecer.

La derecha se dedicaba por entero a proteger a los ricos de ser acusados de desviar todo el sufrimiento hacia la gente pobre, y a buscar chivos expiatorios extranjeros: árabes, gitanos, coreanos del norte, etc.

Mientras, la izquierda estaba tan acostumbrada a combatir las mezquindades empresariales, que no era capaz de darse cuenta que los problemas a los que se enfrentaba ahora la sociedad, ya no podían ser resueltos mediante ninguna redistribución económica.

Personalmente, y como historiador, tiendo a sentir más simpatía por la izquierda, porque pienso que la acumulación de riqueza que se estaba produciendo era lisa y llanamente obscena.
 

Ellos decían que gran parte de aquel infierno podría haberse evitado si toda esa riqueza se hubiera repartido entre todos desde un principio. Escuchando a algunos de los líderes de la izquierda se podía llegar a creer que, una vez que se le hubiera puesto freno a todas las corporaciones, una vez que se despojaran de sus privilegios a los plutócratas multimillonarios y socializado sus riquezas, luego por fin todo iba a estar bien.

Pues no, igual no había manera de que todo fuera a andar bien, simplemente eso era imposible.
 

Entonces teníamos a estas dos facciones políticas combatiéndose a muerte, culpándose mutuamente, mientras todos a su alrededor se morían de hambre o se volvían locos.

Lo que la gente realmente necesitaba era información básica y consejos de sentido común, alguien que les mostrara la dura realidad, que su estilo de vida se terminaba, y que les ofrecieran algunas estrategias de supervivencia colectiva inteligentes.
 

Mucho de lo que ha sucedido durante el siglo pasado es lo que cabía esperar según las previsiones de los científicos de la época: Se observaban cambios climáticos dramáticos, extinción de especies y terribles epidemias, tal como los ecologistas del final del siglo anterior habían advertido.

No creo que eso sea motivo de orgullo para los descendientes de aquellos ecologistas. Simplemente advertir "yo se los dije" es un consuelo bastante lamentable. Los tigres y las ballenas han desaparecido, y probablemente decenas de miles de otras especies; pero nuestra actual falta de comunicaciones globales hace que sea difícil saber qué especies hoy ya no existen y dónde.
 

Para mí las aves cantoras son un recuerdo grato pero lejano. Supongo que mis colegas en China y en Africa tendrán largas listas similares. El cambio climático ha sido un problema real para el cultivo de alimentos, e incluso para sobrevivir.

Nunca se puede saber de un año para otro, qué bandadas de insectos conocidos o desconocidos o plagas van a aparecer. Es mucho peor que un desastre, es una amenaza a la vida. Y éste es sólo uno de los factores que han llevado a la dramática reducción de la población humana en este último siglo.

Mucha gente se refiere a esto como “La Gran Extinción”. Otros lo llaman "La Gran Poda", "La Purificación", o "La Limpieza". Algunos términos son más duros que otros, pero en realidad no hay formas amables de describir esos acontecimientos: guerras, epidemias y hambrunas masivas. 

Los alimentos y el agua han sido factores clave en todo esto.

El agua potable fresca y limpia ya lleva décadas siendo escasa. Una de las formas de hacer enojar mucho a la gente joven ahora, es contarles historias de cómo en los viejos tiempos las personas de las ciudades usaban millones de millones de litros de agua para regar jardines y parques.

Cuando les describo cómo funcionaban los retretes simplemente no lo pueden creer. Algunos piensan que me lo invento. En estos días el agua es un asunto serio. Si desperdicias un litro de agua puede que muera alguna persona.
 

Hace ya muchas décadas que la gente empezó –por pura necesidad– a cultivar su propia comida. No todo el mundo tuvo éxito y hubo penurias. Una de las cosas más frustrantes era la falta de buenas semillas.

Poca gente entendió a tiempo la importancia de preservar semillas de una temporada para la siguiente, de modo que los stocks de semillas existentes se agotaron muy rápido.

También existía el gran problema de las modernas variedades híbridas: muy pocas de las hortalizas de invernadero plantadas producirían buenas semillas para el año siguiente.

Las plantas de diseño genético eran incluso peores, causando todo tipo de problemas ecológicos cuyas consecuencias aún seguimos padeciendo, en especial la muerte de abejas y otros insectos beneficiosos. En la actualidad, las semillas de alimentos bien polinizados son para nosotros lo que era el oro para ustedes.
 

Cuando yo era más joven, a los 50 o 60 años, he viajado algunas veces a pie y a caballo elaborando informes del mundo exterior para mi comunidad. Por lo que he visto y oído, parece que alguna gente de diferentes lugares se las ha arreglado de maneras también diferentes, y con diversos grados de éxito. Irónicamente, eran los indígenas los más preparados, y quienes más fueron perseguidos por la civilización industrial. Aún conservaban gran cantidad de conocimientos de cómo vivir en el campo, en la simplicidad, asociados a la tierra.

En algunos sitios, la gente está conviviendo en comunidades rurales improvisadas; otros están intentando sobrevivir en lo que queda de los grandes centros urbanos, rompiendo trabajosamente el hormigón que cubre los valles y cultivando lo que pueden, al tiempo que reciclan y comercian toda la vieja basura industrial que quedó atrás cuando la gente huyó de las ciudades alrededor de 2020. Como historiador, una de mis mayores frustraciones fue la rápida desaparición del conocimiento.

Ustedes tenían la manía de meter la información más importante en medios de almacenamiento electrónico y papel tratado con químicos, pero con el tiempo se fueron inutilizando. La mayor parte de lo rescatado lo tenemos en fotografías, con imágenes que se van desvaneciendo, libros variados, y revistas semidestruidas.

Algunos de nuestros jóvenes miran los anuncios en esas viejas revistas y tratan de imaginar cómo habrá sido vivir en un mundo de aviones, electricidad y coches deportivos. ¡Aquello debió ser Utopía, El Paraíso Terrenal! exclaman...

Otros no tenemos una visión tan optimista del pasado. Supongo que es parte de mi misión como historiador, recordarle a todo el mundo que las imágenes de los anuncios eran sólo una máscara de la historia; era “la otra cara” de la historia, que ocultaba la galopante explotación de la naturaleza y de la gente, la ceguera ante las consecuencias, lo que condujo a todos los horrores del siglo veintiuno.

Ustedes seguramente se preguntarán si les puedo contar alguna buena noticia, algo alentador o positivo acerca del futuro de su mundo. Bueno, como pasa con la mayoría de las cosas, depende de la perspectiva que adopten. Muchos de los supervivientes aprendieron valiosas lecciones. Aprendieron qué es lo importante en esta vida, y qué no.

Aprendieron a cuidar el tesoro de un buen suelo, las semillas puras, el agua limpia, el aire sin contaminar, y los amigos con quienes poder contar. Aprendieron que es importante hacerse cargo de la propia vida, antes que esperar que se haga cargo el gobierno o las empresas.

Ahora ya no existen "empleos", de modo que el tiempo de la gente depende de cada uno. Ahora piensan más por sí mismos, y como consecuencia de ello, las viejas religiones han sido mayormente dejadas de lado, y la gente ha redescubierto la espiritualidad en la naturaleza y en sus comunidades locales.

Los niños hoy están ansiosos por aprender y crear su propia cultura. Los traumas del colapso de la civilización industrial son cosas del pasado, eso ahora ya es historia. Se ha iniciado un nuevo día.
 

¿Pueden ustedes cambiar el futuro? Yo no lo sé. Hay todo tipo de contradicciones lógicas en esta pregunta. Yo mismo apenas alcanzo a comprender los principios de la física que me están permitiendo transmitirles este mensaje en el tiempo.
 
Es posible que a partir de la lectura de esta carta ustedes puedan hacer algo que habría cambiado mi mundo. Es posible que puedan salvar un bosque o una especie, o conserven alguna vieja semilla como si fuera una reliquia, o que contribuyan a prepararse ustedes mismos y el resto de la población para el descenso energético que les espera.

Mi dura vida podría haber sido diferente como resultado de ello. Entonces supongo que esta carta sería diferente si ustedes hubieran adoptado acciones diferentes. Habríamos establecido algún tipo de realimentación cósmica entre el pasado y el futuro. Resulta interesante pensar en ello.
 

Hablando de la física, quizá deba mencionar que he llegado a aceptar una visión de la historia basada en lo que he leído sobre la teoría del caos. Según dicha teoría, en los sistemas caóticos, pequeños cambios en las condiciones iniciales pueden llevar a grandes cambios en los resultados finales.

Pues bien, la sociedad y la historia de la humanidad son sistemas caóticos. Si bien lo que la mayoría de la gente hace está determinado por circunstancias materiales, sigue habiendo un margen de maniobra, y lo que ustedes hagan ahora puede producir una diferencia significativa en la tendencia.

Si miramos en retrospectiva, veremos que la supervivencia humana en el siglo veintiuno dependía de una multiplicidad de pequeños esfuerzos, aparentemente insignificantes, realizados por individuos y grupos marginales en el siglo veinte.

El movimiento anti-nuclear, el movimiento ambientalista, el movimiento en contra de la biotecnología y la manipulación genética, los movimientos en favor de los alimentos y la agricultura orgánicos, los movimientos de apoyo a los pueblos indígenas, las pequeñas organizaciones dedicadas a preservar semillas, todos ellos han tenido un profundo y positivo impacto sobre los acontecimientos futuros.
 

Hablando en términos lógicos, supongo que si ustedes modificaban la red de causalidades que ha llevado a mi existencia actual, es posible que algunos hechos hubieran impedido mi presencia aquí ahora.

En tal caso, esta carta constituiría la nota de suicidio más extraña de toda la historia..!! Pero este es un riesgo que yo estoy dispuesto a correr.

Hagan lo que puedan, y mientras lo hacen, por favor, trátense con respeto y amabilidad. ¡No dejen de tener en cuenta a nadie, ni a nada!