Hace tiempo que quería comprobar por mi misma, en que consistía una eco-aldea.
Había oído hablar de esta sociedad alternativa, donde el principal objetivo es la sostenibilidad y la autosuficiencia.
Así que me puse a investigar hasta dar con una eco-aldea aún en desarrollo.
El valle de las sensaciones, un nombre atractivo y más atractivo el lugar donde se encuentra.
En medio de un valle en las montañas de Sierra Nevada. Cogí mi mochila, y sin pensarlo, me subí en el autobús.
Lo primero de todo, fue ponerme en contacto con ellos, debía abonar una cuota por la estancia, cuanto mas tiempo pasara en el valle menos dinero debería aportar.
Esto se debe, a que no son un hotel, sino que la comunidad necesita de dinero para mantenerse, así como el trabajo de los que la forman.
En esto se basa su economía, el dinero se considera una unidad de cambio, donde la empresa es la comunidad.
Es interesante conocer esta forma de economía por lo que os animo a que os informeís, os sorprendería las alternativas que existen para conseguir una economía justa, efectiva y sostenible.
Lejos de lo que imaginaba, no me encontré con una panda de hippys vagos con el objetivo de no hacer nada en la vida. Sino con personas muy distintas, de diferentes edades y lugares, con ideas y objetivos muy claros, con un sistema de organización propio, y un largo trabajo por realizar.
La acogida fue sensacional, personas abiertas que buscan vivir en comunidad y ser autosuficientes. Lo primero que me enseñaron fue su sistema de organización, cada uno debíamos realizar una tarea diaria distinta.
Se dividía en:
a) Trabajos de tierra; limpiar las zonas comunes.
b) Trabajos de fuego; realizar el desayuno, comida y cena.
c) Trabajos de agua; limpiar los platos de cada comida.
Esto creaba una diversificación de las tareas, que permitía tener más tiempo para uno mismo. Al finalizar el día, cada persona de forma anónima premiaba a otra persona de la comunidad con “soles” que explicaré más adelante.
Respecto a la alimentación, el precio que se paga por estar en el valle cubre estos gastos, sin embargo todo lo que no sean alimentos saludables, o como ellos llaman “productos de babilonia”; cervezas, ganchitos, chocolate, donuts…requerían una aportación aparte.
Esta forma de llamar a los productos tenia un objetivo, tomar conciencia, ante los productos no saludables y que conllevan un coste para el medioambiente. También los podías adquirir gracias a los soles , que antes comentaba.
Por cada sol adquirías 50 céntimos. Acostumbrados a que nos multen y no nos premien, me pareció una idea genial el recompensar el esfuerzo, y el buen comportamiento.
En cuanto al aspecto social, tenían muy en cuenta la dificultad de convivir muchas personas distintas, por lo que realizan “juegos” para que fluya una comunicación adecuada.
Nos reuníamos cada dos días o cuando la comunidad lo sintiera necesario.
Sin criticas ni juicios de valor, cada persona disponía del tiempo necesario, sin que el resto interrumpiera para proporcionar al resto del grupo: ideas, sentimientos, problemas, o distintos aspectos que fueran de interés general o personal para que la comunidad prospere.
Con esto se producía un mayor entendimiento, empatía y comunicación entre las personas, algo que en nuestro día a día no realizamos, ya que no disponemos de tiempo para llevarlo a cabo. Con este “juego”, me sentía realmente conviviendo en sociedad.
En cuanto al estilo de vida de quienes ahí viven, me encontré con todo tipo de personas; profesoras, informáticos, arquitectos, artesanos. ..Cada uno realizaba su trabajo, fuera o dentro de la comunidad.
Pero en caso de ser trabajos externos, en la ciudad, o en los pueblos cercanos, no se podía evadir las obligaciones con la comunidad. Estas personas también se ofrecen a enseñarte sus habilidades, en mi caso aprendí ha realizar mimbre, y construir viviendas hechas con arcilla.
Como no, lo primero a tener en cuenta era la sostenibilidad energética, y el cuidado medioambiental. Una lavadora que funcionaba con pedales, un horno solar que alcanzaba los 160 grados de temperatura, energía solar para las duchas, Internet etc.., y un sistema sanitario ecológico en seco (compost).
Esto permitía que toda la comunidad respetara la naturaleza y el entorno. Se me olvidaba decir, que los productos de limpieza, y de aseo personal, también debían ser ecológicos por salud, y para evitar la contaminación del terreno.
La arquitectura e infraestructuras del lugar, consistían en casas hechas por arquitectos voluntarios, de madera, arcilla y materiales que respeten el entorno.
Mi casa se encontraba encima de un árbol, donde debajo pasaba un río y los pájaros servían de despertador. Un lugar paradisíaco donde no eché en falta ninguna comodidad de la ciudad. Un verdadero paraíso, para quien le guste disfrutar de la tranquilidad de la naturaleza, lejos de las tiendas y el consumo.
Sin duda ha sido una experiencia única, que deseaba compartir con vosotros, una experiencia donde he sentido la urgente necesidad por crear un mundo sostenible, y he encontrado fuerza necesaria para seguir adelante con esta necesidad.
Es difícil entender en nuestro día a día, que las cosas pueden cambiar, pero pienso que es una responsabilidad que tenemos con la vida.
No es necesario abandonar nuestras casas y ciudades para que la sociedad cambie, y encuentre el equilibrio.
Las empresas son las primeras que han de tomar y crear conciencia en la sociedad, lo que Quiero, persigue es el mismo objetivo que buscan estas eco-aldeas, hacer de nuestra sociedad una gran comunidad donde todos aportemos y donde todos nos tengamos en cuenta.
Las empresas son las primeras que han de tomar y crear conciencia en la sociedad, lo que Quiero, persigue es el mismo objetivo que buscan estas eco-aldeas, hacer de nuestra sociedad una gran comunidad donde todos aportemos y donde todos nos tengamos en cuenta.
No la separación y el individualismo que ha existido hasta ahora, y que nos ha llevado a la crisis global y a la situación desastrosa a nivel mundial.
Me siento muy afortunada, de vivir en la ciudad, trabajar en una empresa que cree en la posibilidad del cambio, y poder aportar todo lo que este en mi mano para que este sueño, que comienza a ser una realidad, se pueda lograr. Sin duda es un viaje que merece la pena emprender.
http://buenasiembra.com.ar/ecologia/articulos/ecovillas-774.html
http://buenasiembra.com.ar/ecologia/articulos/una-aldea-oculta-en-la-capital-velatropa-1158.html
http://buenasiembra.com.ar/ecologia/articulos/ecoaldeas-en-el-imperio-se-llama-ithaca-1301.html
http://buenasiembra.com.ar/ecologia/articulos/%C2%BFpor-que-ecoaldeas-1054.html
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