Ayer conversaba sobre cómo las películas pueden contribuir a que los niños tomen conciencia sobre problemáticas ambientales y los estimule al cambio (o más bien adopción -debido a su temprana edad-) de hábitos más responsables y amigables como el planeta. Inmediatamente pensé en Bichos, mi propuesta cinematográfica para que disfruten en familia este fin de semana.
Antes de comenzar, debo admitir un cierto favoritismo por las películas de Pixar. ¿Cómo se hace para no quedar maravillado ante la aplicación de la animación y la tecnología en pos de entretener a los chicos de una manera sana y educativa? Si hay algo que caracteriza a las producciones de Pixar es que su público no tiene un rango etario específico: son disfrutadas por pequeños y grandes de igual manera.
Bichos, una aventura en miniatura captó mi atención desde la primera vez que la vi en 1998 por dos motivos precisos: la temática y la imagen. Introducirse en el mundo de aquellos pequeños insectos con los cuales el hombre suele tener una relación de superioridad que excede la cuestión de tamaño y pasa a ser un exterminio sin sentido, resulta ser una novedosa propuesta pensada para chicos pero también accesible e igualmente disfrutable para grandes.
Recuerdo que por la misma fecha se estrenó Ant, también vinculada a las hormigas, pero si había algo que diferenciaba y distinguía a Bichos de esta otra película era no limitarse a la historia ficcional sino dar cuenta, a través de ella, del mundo cotidiano de las hormigas en su más perfecta definición.
Escenas como la de la lluvia, el vínculo con el ser humano y con otros animales, el arduo trabajo que llevan a cabo a diario evidencian que la más mínima gota de agua no tiene -definitivamente- el mismo significado para un hombre que para una hormiga.
Pero toda esta propuesta narrativa perdería sentido si no estuviera acompañada de una magnífica resolución de la imagen desde los aspectos técnicos-tecnológicos.Resulta un goce para la vista del espectador poder sumergirse en el mundo de las hormigas y en el contexto de la naturaleza en general, con una definición de la animación que nada tiene que envidiarle a las películas filmadas en el mundo real.
La precisión de cada especie, los detalles de los animales, la definición de cada ambiente natural configuran un disfrute permanente e invitan a reflexionar sobre una historia animada que se introduce en la realidad más cercana.
He visto varios documentales sobre cómo Pixar busca respetar a la perfección los movimientos, gestos y actividad diaria de los animales al momento de realizar películas que los tengan como protagonistas. Eso es lo que permite que la imagen luzca tan real a los ojos del espectador. Y este efecto de realismo es lo que contribuye a generar paralelamente un efecto concientizador sobre el público, desde el más pequeño hasta el más grande. Estoy segura que después de ver Bichos será muy raro que un niño decida pisar una hormiga en el parque pues verá que detrás de ella hay un magnífico mundo de aventuras que el ser humano no tiene por qué destruir.
De hecho, les comparto un video que resume la investigación que realizó el equipo de Pixar para emprender esta película. Pueden verlo a través del siguiente link.
Entretenimiento, educación y naturaleza: mis tres propuestas para disfrutar en familia este fin de semana. fuente