Hoy vamos a hablar de algo muy práctico relacionado con la brujería que son los aceites de hierbas o herbales. Personalmente utilizo muchísimo en mis trabajos mágicos este tipo de aceites ya que las plantas son el ingrediente básico y fundamental para la práctica del oficio.
Los
aceites de hierbas se usan para muchas cosas: para ungir o untar velas.
La magia poderosa de las velas se incrementa cuando las ungimos con
aceite pues potenciamos mucho más sus poderes mágicos. Los podemos usar también para el cuerpo, por ejemplo para tratar picaduras de insectos, como loción, para realizar nuestros hechizos, bálsamos, cremas, aceites corporales…
La fabricación de los aceites mágicos se hace por maceración, un método de extracción de los principios activos de la planta en un líquido,
en este caso aceite. Dejamos reposar la planta en el aceite durante un
periodo de tiempo para que sus principios activos pasen al aceite.
El tiempo puede variar dependiendo de la planta, pero lo normal es dejarlos en maceración aproximadamente 40 días. Si bien sobre los tiempos hay muchas opiniones, por mi experiencia propia nunca los tengo menos de estos días porque no le da tiempo a la planta a soltar sus propiedades.
El tiempo puede variar dependiendo de la planta, pero lo normal es dejarlos en maceración aproximadamente 40 días. Si bien sobre los tiempos hay muchas opiniones, por mi experiencia propia nunca los tengo menos de estos días porque no le da tiempo a la planta a soltar sus propiedades.
Si son raíces con lo que vamos a trabajar, yo las suelo dejar mínimo dos meses en maceración.
Los ingredientes que vamos a necesitar son muy sencillos:
- Aceite base
- Plantas
- Frascos de cristal
- Embudo pequeño
- Colador
Para
el aceite base podemos usar aceite de oliva, de girasol, aceite de
almendras, coco, etc. En mi caso, por costumbre, suelo utilizar el de
oliva o el de girasol, con cierta preferencia hacia el aceite de oliva,
que absorbe mejor las propiedades mágicas de la planta y a la larga las conserva muy bien.
Para
las plantas, recomiendo que salgamos al campo a recolectarlas, siempre
con respeto y cogiendo solo lo estrictamente necesario. Recomiendo que
leáis libros sobre el folklore de la zona en que vivís donde aparecen muchas recetas mágicas populares que se elaboran con la flora que crece en la zona. Si no tenéis la posibilidad de salir al campo, recomiendo que compréis las plantas en el herbolario.
Un consejo:
tratad de no abrir las bolsitas comerciales de infusiones y usarlas
para vuestros aceites pues son plantas que han sido tratadas
industrialmente, pasando por mil manos, y han perdido prácticamente todo su poder.
Los frascos de cristal se encuentran en cualquier tienda. Pueden ser tarros de cristal con tapa o frascos con tapón de corcho. Incluso los tarros de conservas del supermercado sirven. Los esterilizáis al baño maría y ya están listos para su uso. Así no tenéis que comprar tarros.
Necesitaremos un embudo pequeño, tipo de los que se usan para perfumería, y un colador para cuando ya esté el aceite macerado, echarlo en el frasco definitivo.
Metemos
la planta o plantas que necesitemos para hacer el aceite en el frasco
de cristal. Dependiendo de la cantidad que necesitemos, el frasco será más grande o más pequeño.
La fórmula es dos cucharadas de aceite por cada cucharada de planta.
Cerramos el frasco y una vez bien cerrado, lo ponemos a la intemperie los 40 días. Que el aceite reciba los rayos del sol y de la luna porque la acción expansiva del sol y la de contracción de la luna le ayudan a soltar sus principios activos y propiedades mágicas en el aceite.
Es bueno mover el frasco con frecuencia para ayudar a que todo se mezcle bien.
Una vez han transcurrido los 40 días, cogemos otro frasco limpio de color oscuro, que también son muy fáciles de encontrar, y colamos el aceite. ¡Ya tenemos nuestro aceite mágico!
Ahora
ya no le debe dar el sol. Es preferible que el frasco sea oscuro (los
venden color caramelo o verde en las tiendas de chinos en España. En América no sé si tenéis este tipo de tiendas económicas tipo bazar) y que lo guardemos en un sitio oscuro y fresco, por ejemplo un armario. Es necesario que pongáis etiquetas en cada frasco indicando qué tipo de aceite es, qué ingredientes habéis utilizado y la fecha de elaboración.
Normalmente
estos aceites pueden durar años (4 ó 5 años) conservando las
propiedades de la planta intactas. Notaréis cuando un aceite se ha
echado a perder por el olor a rancio.
También es necesario que le hagáis algún ritual para transmitirle la intención que queréis dar el aceite. Existen muchas fórmulas para eso que encontraréis en grimorios o libros de recetas mágicas.
El aceite se consagra a los espíritus, a las hadas, u otros seres mágicos, y se les “cantan” palabras mágicas con la intención que queramos darle sujetando el frasco en nuestra mano.
El aceite se consagra a los espíritus, a las hadas, u otros seres mágicos, y se les “cantan” palabras mágicas con la intención que queramos darle sujetando el frasco en nuestra mano.
Hoy os voy a dar una sencilla receta para tener sueños proféticos.
ACEITE PARA TENER SUEÑOS PROFÉTICOS
Ingredientes: artemisa, camomila, salvia, lúpulo y milenrama. Ya sabéis, dos cucharadas de aceite por cada cucharada de planta. Todos muy fáciles de encontrar en herbolarios.
La artemisa es una planta regida por la luna que nos ayudará a soñar. Propicia los sueños proféticos.
La salvia es también una planta lunar que produce sueños vívidos y abre la puerta al plano astral.
La camomila es una hierba que relaja y nos ayuda a conciliar e inducir el sueño.
La milenrama es especial para la adivinación. Muy potente.
El lúpulo es también relajante pero es una planta solar que nos va a ayudar a equilibrar el exceso de plantas lunares y a inducir hacia viajes oníricos positivos.
Este aceite lo ungís sobre vuestro chakra del tercer ojo y os untáis las sienes y las muñecas antes de dormir. Es un aceite fabuloso para todos aquellos que queréis cruzar el cerco y adentraros en el mundo de los sueños para adquirir conocimientos.
Espero que os haya gustado.