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sábado, 25 de junio de 2011

UNA DIETA SUTIL y ESPIRITUAL...

En esta época en la que tanto se publica sobre dieta y métodos para aumentarse o disminuir de peso, o para mejorar el estado general de la salud por el control de la alimentación, parece extraño que la importante cuestión del efecto espiritual del alimento haya sido completamente olvidada.

Probablemente mucho tiempo antes que el ser humano descubriese, de algún modo científico la naturaleza química de los alimentos y su efecto sobre el cuerpo físico, él tenía ya conciencia de la propiedad espiritual de los mismos y de su efecto sobre la personalidad y las emociones.

Sin embargo, este importante asunto pasó a integrar las enseñanzas secretas de varias organizaciones privadas y, hasta hoy, ha sido retenido casi enteramente en las enseñanzas ocultas de varias escuelas de misterios, como un tema estrictamente secreto y practicado por sólo aquellos que hacen parte de su círculo interno de sabiduría.

Quizá la falta de una apreciación correcta de los efectos espirituales del alimento se deba al hecho de que pocas personas comprenden plenamente la verdadera finalidad de todo alimento.

La idea generalizada parece ser la de que ingerimos alimentos tan sólo para mantener la constitución física y química del cuerpo, a fin de proporcionarle la vitalidad necesaria para vivir.


En otras palabras, el alimento es considerado como un medio de subsistencia física y es enfocado, por tanto, en su aspecto puramente químico.

Sin embargo, el asunto no está debidamente enfocado, puesto que el efecto químico del alimento no puede ser medido exclusivamente en su relación con el aspecto puramente material del ser humano.


Cuando nos detenemos a pensar que el hombre es más de lo que el mero cuerpo físico, que él está compuesto por algo más que elementos puramente químicos, y que la vida y la conciencia son cosas que no dependen totalmente de la química del alimento ingerido, podemos percibir qué el hombre es una criatura muy compleja y que su naturaleza está dividida en dos aspectos:
su constitución físico-química y su naturaleza espiritual consciente.


En los más antiguos escritos secretos o sagrados, relativos la naturaleza de la personalidad y del carácter del hombre, hay muchas referencias al hecho de que el espíritu del hombre se manifiesta a través de su cuerpo físico, y de que la parte física del ser humano, en la manifestación de su Ser Interior el cual depende del estado del cuerpo físico para expresarse y manifestarse.

El aspecto espiritual de la existencia del ser humano, por tanto, depende del cuerpo físico y su estado, para cualquiera de sus manifestaciones exteriores. Podemos comparar esta idea con la luz del interior de una bombilla eléctrica.

La fuente de esa luz es el filamento, altamente calentado e incandescente dentro del bulbo de vidrio, pero la manifestación de esa luminosidad depende en alto grado, de la naturaleza del bulbo que la envuelve.


Sabemos que un bulbo de vidrio limpio y puro proporciona iluminación más intensa que si está coloreado en azul, amarillo o rojo, la cantidad de luz irradiada es siempre la misma pero su manifestación depende de la limpieza y color del bulbo de cristal.

Los vegetales contienen la luz solar condensada en color, sabor y aroma. Los colores de los alimentos, como los tonos amarillos y anaranjados que nos traen la vibración del Sol, los verde cargados de vitalidad, los rojos llenos de poder una vez bien combinados nos muestran un mundo de belleza y de armonía introduciéndola en nuestra vida.

Por la correcta combinación de colores, el organismo es estimulado a aceptar el alimento antes mismo del contacto directo con él.

Los colores son, por tanto, sumamente importantes en la nutrición. Actúan sobre órganos, glándulas y sistema nervioso. Su irradiación vitaliza, limpia y cura.


Cuando abandonamos una alimentación cargada de condimentos y mezclas que sobre estimulan la parte sensorial de nuestros cuerpos, redescubrimos, además de los colores, los sabores y aromas que los vegetales traen consigo.

Los aromas, especialmente los de ciertas flores y hierbas, equilibran y armonizan el cuerpo etérico, la parte emocional y la mental de nuestro ser.

Algunas tienen una actuación medicinal, el poder de transmutarnos, de elevarnos lo cual combinados con algunos cereales y proteínas poseen el poder de limpiar nuestro organismo para que nuestra luz interior se manifieste.


A través de la Dieta Espiritual volvemos a reencontrarnos con nuestro espíritu. De ello deviene un cuerpo mucho más delgado y sano.

Los beneficios del contacto con el espíritu van más allá del mero adelgazar, aunque sean 30 o 40 kilos, sino de canalizar la energía de los alimentos para impulsar nuestro desarrollo espiritual.


Así lo manifiestan todos aquellos que a pesar de haber eliminado todos los kilos de más, manifiestan que aunque no hubieran adelgazado nada seguirían haciendo la dieta espiritual debido al gran bienestar y paz que les produce.

Y es que la Dieta Espiritual nos permite eliminar todos los kilos de más, al mismo tiempo que tiene un efecto rejuvenecedor resultado de una mayor manifestación del espíritu a través de nuestro cuerpo físico. Así es comprobado por los cientos de personas que han eliminado la grasa superflua de su cuerpo y que después no han vuelto a engordar.

Manejar alimentos debe ser siempre una ceremonia en la que están implícitos amor y gratitud a los reinos de la naturaleza que nos proporcionaron esa dádiva, hacia todos los seres que consciente o inconscientemente fueron sacrificados para que ellos llegasen hasta nosotros en forma de alimento, hasta este cuerpo que los absorbe y que le permite vivir y trabajar sobre la Tierra.

Cuida tu cuerpo, vive en armonía con tu Ser Interior.
fuente

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