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 Cuando se habla de consumo o compra de proximidad, nos referimos a una 
forma de consumo responsable que intenta disminuir la distancia entre el
 punto de origen y el de consumo del producto. 
Pero también hace 
referencia a unas compras que aprovechan la estacionalidad y la calidad 
de los productos, en el sentido de facilitar el consumo del producto 
fresco, de temporada y con las propiedades nutritivas y organolépticas 
óptimas.
 Los beneficios que nos aporta la compra de proximidad, son básicamente los siguientes:
- Tener un conocimiento más directo de la procedencia de los 
productos, lo que nos va a permitir consumir con más y mejores garantías
 de seguridad y calidad.
 
- Proteger más al medioambiente y ser más sostenibles, al reducir los 
costes energéticos y la contaminación del transporte de los productos 
procedentes de zonas más alejadas.
 
- Contribuir al mantenimiento de pequeñas explotaciones familiares, 
agrarias y ganaderas, a la vez que evitamos el abandono de las zonas 
forestales.
 
- Favorecer la conservación de especies agroalimentarias autóctonas en peligro de desaparición.
 
- Contribuir al crecimiento y desarrollo de las comunidades que están 
cerca de nosotros y de algún modo forman parte de nuestra identidad 
ecológica y de nuestra bioregión.
 
- Optar por un consumo de proximidad, supone consumir productos y 
servicios hechos en nuestro entorno territorial más próximo. De esta 
manera se ayuda a reforzar la economía local y a reducir el gasto 
energético que produce el transporte de productos contribuyendo a la 
mitigación del cambio climático y reduciendo nuestra huella ecológica.
 
- Consumo de proximidad tiene también que ver con la accesibilidad a 
la información del producto, su origen, como se ha elaborado, los 
canales que ha seguido y la creación de sinergias entre el productor y 
el consumidor.
 
En el consumo o compra de proximidad el papel de los consumidores y 
usuarios es crucial ya que podemos situarnos entre los grupos que 
influyan en las condiciones con que queremos recibir estos productos y 
servicios. 
En tales situaciones podremos presionar para que esos 
productos se produzcan o fabriquen en el caso de tratarse de productos 
elaborados en condiciones justas para las personas trabajadoras. También
 podremos influir en que los procesos de elaboración sean respetuosos 
con el medio ambiente y en qué condiciones se comercializan.
 Dicho de otra manera, que el consumo de proximidad nos permite alejarnos
 de la dictadura de la oferta (donde las empresas toman todas y cada una
 de las decisiones) y adentrarnos en un proceso de diálogo continuo con 
los diferentes grupos de interés, donde las persones consumidoras y 
usuarias deberían tener un papel importante.
 Un tema que entronca directamente con el consumo de proximidad son los denominados huertos, municipales, periurbanos o 
comunitarios,
 que están siendo un fenómeno en expansión en los países de la Europa 
del sur. Estamos hablando de huertos que están situados dentro o en la 
periferia de los pueblos o ciudades y que sus productos se venden en la 
zona y en consecuencia los compradores son ciudadanos que viven cerca de
 esas zonas de producción.
 Este tipo de huertos,
 no solo hacen las delicias de sus explotadores y clientes y de los 
visitantes, sino que además refuerzan la economía de las familias y del 
municipio. 
Estas iniciativas, no siempre bien conocidas, representan 
obviamente unas expectativas de actividades para aquellos que sufren el 
azote del paro, pero también para quienes deseen ampliar sus actividades
 hortícolas e incluso para emprendedores que busquen generar puestos de 
trabajo o nuevas oportunidades de negocio.
 Los huertos
 pueden clasificarse de muchas maneras, por ejemplo en función de la 
forma de organizarse pueden ser particulares o colectivos. Según el tipo
 de participación pueden ser: autogestionados o tutorizados, sin olvidar
 los cada vez más frecuentes casos de patrocinio de ayuntamientos o 
instituciones públicas o privadas. 
En función de la propiedad de la 
tierra: privado, público o incluso los ocupados por personas sin trabajo
 o jubilados, que se apropian de espacios yermos próximos a las vías de 
comunicación y los convierten en fértiles huertos aptos incluso para una
 agricultura de subsistencia familiar, aunque con previsibles problemas 
legales.
 De entre todos ellos, creemos que merecen especial atención tres tipos de 
huertos generalmente poco conocidos, pero que sin lugar a dudas ofrecen muchas oportunidades.
Los huertos municipales . Es el caso en que la administración 
local es la propietaria del terreno y que ceden por un período limitado 
(entre 3 a 5 años) unas parcelas a los interesados. 
Los principales 
objetivos de este tipo de iniciativas son: recuperación de espacios 
urbanos, educación ambiental y creación de espacios de socialización e 
incluso educación o formación. 
A partir de ese momento, es el 
consistorio que decide que personas pueden acceder, con que necesidades,
 que tipo de modelo de agricultura, normas de comportamiento y uso. 
También se decide que materiales y recursos proporciona el ayuntamiento y
 cuales deben aportados los usuarios. En cualquier caso la gestión del 
huerto está tutorizada o monitorizada por el ayuntamiento.
Huertos institucionales . Son huertos promovidos por una 
institución que puede ser un centro escolar, cívico o social, 
cooperativas, universidades[i] o incluso entidades privadas. 
Son las 
instituciones las que definen las normas de funcionamiento y objetivos. 
Los huertos escolares han demostrado ser una herramienta pedagógica de 
gran valor educativo cuando no terapéutico y los huertos en centros 
cívicos están en constante progreso.
Huertos comunitarios . Este tipo de huertos son muy diversos, 
pero su característica básica es que la gestión es colectiva por parte 
de una serie de miembros que se han puesto de acuerdo. Estos huertos 
pueden tener parcelas individuales o cultivadas por familias o pequeños 
grupos. 
Su objetivos son variables pero parece ser que en muchos casos 
las finalidades son aprender y experimentar técnicas hortícolas, 
potenciar la agricultura ecológica, crear espacios de encuentro y 
socialización, e incluso revindicar la recuperación de barrios o zonas 
municipales. A menudo nacen de asociaciones de vecinos o movimientos 
sociales.
 ¿Se os ocurren ideas o proyectos?
MAS INFO: 
http://buenasiembra.com.ar/ecologia/articulos/los-jardines-comunitarios-1444.html
Josep Vives-Rego (
jvives@ub.edu), Biólogo y Catedrático Emérito de la Facultad de Biología de la Universidad de Barcelona (España) y autor de los libros:
- "Los dilemas medioambientales del siglo XXI ante la Ecoética" Ed. Bubok 2010, versión electrónica y en papel a través de: http://www.bubok.com.
 
- ¿Suicidio político o suicidio ecológico? Edito 2011. Editorial Fundamentos, Madrid.
 
EcoPortal.net
[i] 
Puede verse un magnífico ejemplo de huerto gestionado por los 
propios alumnos en la Facultad de Biología de la Universidad de 
Barcelona http://www.skamotverd.org.
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