Informe del 1º ENCUENTRO NACIONAL DE MÉDICOS DE PUEBLOS FUMIGADOS
Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional de Córdoba.
27 y 28 de Agosto de 2010, Ciudad Universitaria, Córdoba
Introducción
Desde hace casi 10 años los pobladores de las zonas rurales y periurbanas, donde se desarrollan actividades agropecuarias basadas en el actual modelo de producción agroindustrial, vienen reclamando, ante las autoridades políticas, ante la justicia y manifestándose ante la opinión pública, por que sienten que la salud de sus comunidades está siendo afectada ambientalmente, principalmente por las fumigaciones con agroquímicos que se utilizan en las diferentes producciones agrarias, pero también por la manipulación y depósito de estos químicos en zonas pobladas, el deshecho de envases y el acopio de granos impregnados de químicos dentro de los pueblos.
Un reflejo de estos reclamos y denuncias está contenido en la “Declaración de Caroya”1 realizada el 13 de septiembre de 2008, por un amplio grupo de organizaciones de vecinos autoconvocados y ONG ambientalistas de Córdoba capital, Oncativo, Colonia Caroya, Jesús María, Sinsacate, Alta Gracia, Cañada de Luque, Marcos Juárez, La Granja, Anisacate, Río Ceballos y Las Peñas, entre otros.
En su texto expresa textualmente: Que los procesos de sojización, monocultivo, siembra directa, agricultura intensiva… han afectado nuestra natural convivencia en los siguientes órdenes:
Salud:
Reducción de la edad media y talla de crecimiento en pueblos fumigados por desnutrición y descenso de las defensas naturales
Malformaciones congénitas.
Mutagénesis.
Pérdidas de Embarazo.
Depresión y Suicidios.
Afecciones al sistema nervioso central y otras patologías neurológicas.
Invalidez. Espina Bífida.
Lupus. Leucemia y otros tipos de cáncer.
Cloracné y otras afecciones cutáneas.
Asma, alergias y otras afecciones respiratorias y pulmonares.
Esterilidad e Impotencia masculina.
Disrupción Hormonal y otros trastornos hormonales.
Disminución del desarrollo en la infancia.
Síndrome Febril prolongado sin foco.
Mayor vulnerabilidad infantil a contaminantes.
Anemia.
Esclerosis Múltiple.
Isquemia cerebral.
Muerte…
Estos reclamos y denuncias tomaron estado público nacional a través de la prensa cuando se conoció que la justicia penal ordinaria había reconocido el reclamo de los vecinos de barrio Ituzaingo Anexo de Córdoba aceptando las denuncias de la Secretaría de Salud de la Ciudad por envenenamiento a través de fumigaciones aéreas, que sometían a la población de un sector de la Ciudad muy agredido ambientalmente.
En Enero de 2009 el Grupo de Reflexión Rural presentó a la Sra. Presidenta de la Nación un extenso trabajo que recoge los reclamos de los pueblos fumigados a lo largo de todo el país.
San Jorge en Santa Fe, San Nicolás en Buenos Aires, Bº Ituzaingó en Córdoba, La Leonesa en el Chaco, son solo algunos de los lugares donde el aumento de casos de cáncer, de malformaciones congénitas, de trastornos endocrinos y reproductivos, se vienen sufriendo y detectando desde que las fumigaciones sistemáticas con agrotóxicos se volvieron algo cotidiano.
Los reclamos de los pueblos fumigados muchas veces fueron acompañados por miembros de sus equipos de salud, pero las respuestas de las áreas de Salud Publica estatales y la participación y el compromiso de las Universidades Públicas fueron muy escasos y aislados.
La magnitud del problema
Es imperioso reconocer que contemporáneamente al aumento de cánceres y malformaciones en las zonas mencionadas, creció, también exponencialmente, la utilización de plaguicidas desde la introducción de los cultivos transgénicos. Cada vez se necesitan más y más litros de plaguicidas para sostener esta producción.
En 1990 se utilizaron 35 millones de litros en la campaña agropecuaria; con el ingreso de la biotecnología transgénica en el año 1996, se aceleró el uso consumiéndose 98 millones de litros de plaguicidas; en el año 2000 ya fueron 145 millones de litros, el año pasado fueron 292 millones de litros y este año estaremos rociando los campos con más de 300 millones de litros de herbicidas, insecticidas, acaricidas, desfoliantes y demás venenos.
El más utilizado es el herbicida glifosato, del que se pueden llegar a aerolizar, este año, 200 millones de litros. La pulverización del venenoso insecticida endosulfan insume cerca de 4 millones de litros por año.
El consumo de Glifosato por hectárea viene aumentando en la misma parcela de tierra año tras año, probablemente por la resistencia que van adquiriendo las malezas. En 1996 se comenzó fumigando con menos de 2 litros por hectárea, hoy tenemos zonas que están arriba de los 10 lt/ha y en algunas se instila hasta cerca de 20 lt/ha.
La extensión territorial donde se pulverizan estos venenos es muy amplia.
Los cultivos transgénicos sujetos a fumigación sistemática cubren 22 millones de has. pertenecientes a las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos, Santiago del Estero, San Luis, Chaco, Salta, Jujuy, Tucumán, La Pampa y Corrientes. En esta enorme extensión del país, en los pueblos, rodeados de campos, viven por lo menos 12 millones de habitantes, según lo calculado por geógrafos de la UNC, sin contar la población de las grandes ciudades en cada provincia.
Estos doce millones de argentinos son fumigados directamente, es decir que, reciben una parte suficiente de esos 300 millones de litros de agrotóxicos sobre sus casas, escuelas, parques, fuentes de agua, predios deportivos, lugares de trabajo: sobre sus vidas. Esta población es la población a cargo de los médicos de los pueblos fumigados, en la que observamos incrementos alarmantes de grandes y significativas cantidades de cánceres, malformaciones y trastornos reproductivos, hoy ya inocultables.
Propuestas
La primera recomendación es que la sociedad y la opinión pública, escuche, reconozca, y conozca lo que desde el ámbito académico y científico de la salud afirmamos: los plaguicidas son tóxicos, son venenos y nos están enfermando, las enfermedades que vemos y tenemos no son casuales, son generadas, principalmente, por la fumigación con estos agrotóxicos.
En razón del grave problema que hemos aquí presentado, y en función de la aplicación del principio precautorio, creemos que se deben tomar medidas para garantizar el derecho a la salud y a un ambiente sano para las poblaciones de los pueblos fumigados, nuestros pacientes. Es urgente avanzar en restricciones públicas al uso de los plaguicidas ya que durante al menos 6 meses al año y tres veces por mes se envenena masivamente a las poblaciones de los Pueblos Fumigados de la Argentina.
Las fumigaciones realizadas por medio de aviones o helicópteros han demostrado que producen una “deriva” de los venenos que se esparcen de manera incontrolable. De hecho el Parlamento de la Unión Europea a través de su Directiva 128/09 ha determinado su prohibición en todo su territorio, y establecido la exigencia de adecuar las normativas de cada país en ese sentido, ya que pulverizaciones de plaguicidas realizadas en Francia eran detectadas en Islandia a los pocos días.
Es por ello que creemos que, considerando la magnitud de la utilización de agroquímicos en la Argentina y la fragilidad de la salud que se detecta en la población de los pueblos fumigados, es fundamental prohibir, en forma inmediata, toda fumigación aérea de plaguicidas en todo el territorio del país.
Así mismo, las fumigaciones terrestres deben alejarse de las plantas urbanas de pueblos y ciudades; ya que si bien su deriva es menor, alcanza el interior de los barrios colindantes con los sembradíos. Por lo tanto es esencial que exista una zona de retiro no menor a 1000 metros entre los cultivos que se pueden fumigar, respetando las normativas específicas, y el límite externo de las plantas urbanas de pueblos y ciudades.
Creemos que además de parar de fumigar, es preciso prohibir totalmente la utilización de plaguicidas de las clases toxicológicas I y II, verdaderas armas químicas.
Ponemos en cuestionamiento el actual modelo de producción agroindustrial y transgénico; existen opciones de producción agroecológicas que la universidad pública debe promover y desarrollar. Es preciso investigar, seleccionar y acordar sistemas de producción que permitan la integración social y cultural y la defensa y reproducción de las condiciones ecológicas de nuestro ambiente.-
Fuente
MAS INFO: http://buenasiembra.com.ar/ecologia/articulos/los-ninos-fumigados-de-la-soja-1032.html