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jueves, 18 de febrero de 2016

Vida natural: Cómo es vivir en una Aldea Ecológica...

Vida natural:
Cómo es vivir en una aldea de tierra y paja,
a una hora de la ciudad

Por gabriela navarra
gnavarra@clarin.com


Mediante técnicas de la permacultura es posible levantar paredes con materiales de acceso tan simple como la tierra, la paja y el agua y construir viviendas con adecuada aislación térmica. La orientación de la casa y la disposición de puertas, ventanas y otras aberturas también determinan el confort interior. 


CONSTRUCCION NATURAL.
Las casas de la Asociación Gaia son construidas totalmente en la ecovilla, ubicada en Navarro, a 110 km de la ciudad de Buenos Aires.



CONSTRUCCION NATURAL. Las casas de la Asociación Gaia son construidas totalmente en la ecovilla, ubicada en Navarro, a 110 km de la ciudad de Buenos Aires. CONSTRUCCION NATURAL. El interior de las viviendas es cómodo y confortable. Para calefaccionarlas se utilizan estufas rocket a leña. CONSTRUCCION NATURAL. En Akapacha, la aldea ubicada en Chascomús, se realizan techos vivos con plantas sobre las viviendas realizadas en barro. CONSTRUCCION NATURAL. La orientación de las aberturas es un elemento fundamental para garantizar la temperatura interior y la circulación del aire.
CONSTRUCCION NATURAL. Elementos como vidrios y envases PET también son aprovechados para formar parte de las paredes de las viviendas. CONSTRUCCION NATURAL. Los panes de tierra, agua y paja son los elementos básicos para levantar muros, que tienen entre 40 y 45 cm de ancho.
CONSTRUCCION NATURAL. El modelado en tierra cruda utiliza barro, agua y paja. CONSTRUCCION NATURAL. En la Ecovilla Gaia los estudiantes participan activamente de los cursos de modelado en tierra viva, para aprender los secretos de esta técnica de construcción. CONSTRUCCION NATURAL. Las paredes, una vez terminadas, se colorean con productos que no contienen químicos.

CONSTRUCCION NATURAL. El interior de las viviendas es cómodo y confortable. Para calefaccionarlas se utilizan estufas rocket a leña.


En Akapacha, la aldea ubicada en Chascomús, se realizan techos vivos con plantas sobre las viviendas realizadas en barro. CONSTRUCCION NATURAL. La orientación de las aberturas es un elemento fundamental para garantizar la temperatura interior y la circulación del aire.

CONSTRUCCION NATURAL. Elementos como vidrios y envases PET también son aprovechados para formar parte de las paredes de las viviendas. CONSTRUCCION NATURAL. Los panes de tierra, agua y paja son los elementos básicos para levantar muros, que tienen entre 40 y 45 cm de ancho.

CONSTRUCCION NATURAL. El modelado en tierra cruda utiliza barro, agua y paja.

CONSTRUCCION NATURAL. En la Ecovilla Gaia los estudiantes participan activamente de los cursos de modelado en tierra viva, para aprender los secretos de esta técnica de construcción.

CONSTRUCCION NATURAL. Las paredes, una vez terminadas, se colorean con productos que no contienen químicos.
 
La palabra (Permacultura) es una contracción entre “cultura” y “permanente” y se les ocurrió a los ecologistas australianos Bill Mollison y David Holmgren a fines de los '70. Desde ahí en adelante, la permacultura propone una manera de vivir sujeta a tres principios básicos: cuidar el planeta, a las personas y repartir con equidad.

Desde una visión que supone estar en consonancia con la naturaleza en lugar de oponérsele o buscar dominarla, se fundaron en muchos países “ecovillas” donde es posible llevar adelante la vida en los términos que propone la permacultura. Hace falta entonces desde cultivar la tierra para alimentarse con sus frutos, hasta producir la energía que pone en marcha los objetos que se usan, obtener, el agua que riega y nutre y también construir las casas que se habita

Permacultura en Gaia

En Navarro, una localidad bonaerense ubicada a 110 km de la ciudad de Buenos Aires, la asociación Gaia ocupa una veintena de hectáreas que antes pertenecieron a una empresa láctea y organiza desde 1996 sus cursos de Permacultura, a cuyo frente está el laborioso Gustavo Ramírez, quien vive allí junto con su hijo y un pequeño puñado de personas, co-responsabilizadas con los objetivos del lugar, que llevan adelante los proyectos comunitarios y programas educativos que se ofrecen para gente de toda edad interesada en iniciar proyectos sustentables.

Entre los distintos cursos que ofrece Gaia (que cuenta hoy hasta con una universidad, con títulos oficiales) está el de Construcción Natural de Modelado Directo de Tierra: tan sencillo como servirse de los materiales más accesibles, y con las propias manos, levantar el espacio donde vamos a vivir.

“El principal impacto de las construcciones tradicionales sobre el medio ambiente es el uso de la energía para fabricar cemento o hierro, causante del 45% de la emisión de los gases de efecto invernadero -explica Ramírez, que está al frente del Instituto Argentino de Bioconstrucción-.



Leé también: Ecocasa Tol-Haru, una propuesta ecológica en Usuhaia

La construcción a base de materiales naturales utiliza entre el 2 y el 5% de la energía en comparación con las convencionales. La permacultura, además, involucra la construcción dentro de la ética, que tiene por objetivo mejorar la calidad de vida de las personas, al utilizar materiales no tóxicos para cuidar la salud del planeta”.


Akapacha, una aldea natural

 

A 28 km de Chascomús -que está a 113 de Buenos Aires-, desarrolla también su tarea el espacio holístico Akapacha, que tiene una aldea actualmente en construcción, donde se ofrecen, entre otros, talleres de Construcción Natural y Diseño Bioclimático. Juan Pablo Logarzo, uno de los encargados de estos talleres, explica que si bien en “en algunos casos es necesario utilizar algo de hormigón armado o ciertas instalaciones convencionales, después de conocer el barro no usamos más ladrillos de cerámica o chapas, que lo que hacen es calentar y enfriar las casas”.

Akapacha es una comunidad que adhiere a la permacultura, un entramado de sistemas, un “todo” que no está separado del resto. “La arquitectura está totalmente ligada a ese entramado -expresa-.

Por eso cuando desarrollamos un proyecto arquitectónico con bases permaculturales estamos aprovechando al máximo posible los recursos que tenemos: usamos muchos materiales del lugar. Mayormente madera, tierra arcillosa, tierra negra, arena de rio, cañas , paja, bosta de caballo, aceites cocidos y también, aunque en menos medida, piedra, caños plásticos, cables de cobre,
Este tipo de construcción reduce el consumo irracional de la energía.



Leé también: Carlos Antoraz, cómo ser profeta en us tierra


Según Gustavo Ramírez, la bioarquitectura es una alternativa técnica y económicamente válida para contribuir a solucionar problemas de vivienda reales sin perder de vista el cuidado del medio ambiente, el mejoramiento de la calidad de vida de las personas y las soluciones que, desde el punto de vista energético, resulten eficientes en un escenario en que el uso de energías derivadas de combustibles fósiles no sólo contaminan cada vez más el planeta, sino que además no son renovables.

Ramírez añade que además de estudiarse diferentes técnicas de construcción natural, se realizan análisis técnicos y económicos, se estudian materiales y mezclas de materiales naturales y reciclados, diseño de viviendas de bajo costo y estudio de técnicas antiguas de construcción según estas premisas.



Diseño bioclimático, otra forma de pensar la vivienda


Cintia Brindisi, licenciada en administración, que dejó su vida urbana para residir en Gaia desde hace 3 años y confiesa sentirse feliz, es la encargada de recibir a interesados y curiosos a las visitas guiadas que se organizan y relata las principales claves del concepto bioclimático o biodinámico en el diseño en las construcciones.

“Se busca que las ventanas y puertas ventanas estén orientadas siempre al norte, enfrentando el sol -dice Cintia, que llevó a vivir a Gaia también a sus dos gatitas-. En invierno, la idea es que pasen por los espacios vidriados la mayor cantidad de rayos de sol para generar retención de calor. En verano, las ventanas son cubiertas por aleros, y el sol, que hace una trayectora mucho más perpendicular a la Tierra, no ingresa en forma directa. Y, al atardecer, se usan postigones de cañas de bambú para evitar que pase más la luz y el calor”.

Además de la orientación, el segundo punto que menciona Cintia Brindisi para apuntalar el diseño bioclimático son los sistemas de circulación continua de aire: a través de un caño galvanizado que mira hacia el norte ingresa aire caliente a las construcciones. 


Ese aire caliente luego pasa por debajo del piso, donde la temperatura disminuye más de una decena de grados, y vuelve a salir, fresco hacia los ambientes, a través de rejillas. 

El aire va ganando el calor después y sale nuevamente al exterior a través de una boya. “Es un sistema de aire acondiconado natural, que ventila todo el tiempo el aire dentro de la construcción y mantiene una temperatura estable”, añade.

Sin embargo, el elemento que mejor permite aislar las construcciones de las diferencias térmicas interior/exterior son los materiales que se utilizan. “En este caso es tierra cruda: una mezcla de barro, paja y agua que permite diseñar muros de 40 a 45 cm de ancho y que se aplican en grandes módulos que elaboramos aquí mismo”, dice la integrante de Gaia y puntualiza que los aleros impiden que las paredes se mojen durante las lluvias, al tiempo que señala que en las viviendas los contrapisos se hacen en forma tradicional para separar la tierra del sustrato.




Los muros de Gaia tienen colores y arte: lo primero se logra con recubrimientos de cal apagada (cal viva que se deja en remojo durante más de un año) coloreada con ferrites naturales que a diferentes temperaturas generan variados colores y mosaiquismo con todo lo que se rompe (vidrios, tazas, platos, etc.). Como la pared “respira” porque los materiales son porosos, no se forman burbujas de aire y tampoco se descascara.

En cuanto a los techos, los más eficientes para evitar las diferencias de temperatura son los llamados quincha uruguaya o techo belga, que son de paja y tienen entre 20 y 25 cm, no dejan intersticios y evitan el pasaje de humedad. “Pero tienen una contra -dice Cintia Brindisi-: su precio. Por eso actualmente estamos migrando hacia los techos verdes o vivos, que cuestan un 10% de los de paja”.



Leé también: Materiales de la zona y descartables son la clave para una casa sustentable


El techo vivo se construye con una serie de capas sobre un machimbrado de madera o bambú a dos aguas con una inclinación de hasta 13° (para evitar que las lluvias “laven” la tierra). Sobre el machimbrado se coloca muy prolijamente un plástico duro, de 200 micrones (el doble de espesor que una bolsa de consorcio) y sobre ésto la tierra y los plantines de especies resistentes a la sequía, como por ejemplo las del género sedum o suculentas. Un techo vivo demora unos 2 años en ser recubierto.

“El plástico es uno de los materiales que más tarda en descomponerse así que lo usamos en este caso porque está garantizada su durabilidad” comenta, no sin ironía, Cintia Brindisi. No en vano, también en Gaia, usan los envases de agua y otros del tipo PET como parte de las paredes de barro crudo con las que construyen sus casas.

La provisión de energía eléctrica, otro punto central de la sustentabilidad, está garantizada en Gaia a través de tres turbinas o molinos de viento, pero también se aprovecha la intensidad del sol a través de paneles colectores y de planchas en materiales muy sencillos pero que refractan el calor y logran calentar agua para cocinar o tomar mate en pocos minutos.
fuente

MAS INFO:

http://www.gaia.org.ar/visita-la-ecovilla/

https://youtu.be/ZT14cOZVDmA (video)

http://buenasiembra.com.ar/ecologia/articulos/ecovillas-774.html

https://www.youtube.com/watch?v=feakKflthC8

 

miércoles, 5 de agosto de 2015

Como Hacer Teñidos Naturales...

COCINANDO CON COLORES Por Natalia Martinez Sagan


Como artista, mi experiencia en el teñido de telas siempre se había limitado al uso de la tan ponderada y poco sustentable, anilina. Poco y nada sabia acerca de los tintes naturales -o ‘natural dyes’, como proclama el ingles-, mas allá de los intentos caseros de dar color a prendas de algodón con te.

Hasta que conocí a Vasudevan. Este personaje, dueño de ‘Tasara Weaving Centre’ en  el sur de la India, vino de visita a nuestro país en el mes de Julio pasado, para compartir sus conocimientos sobre distintas técnicas de intervención textil, entre ellas, los tintes naturales.

En medio de ollas de agua hirviendo, bolsas llenas de aserrines varios y hermosas telas, me sentí como Alicia cuando se cae por el espejo…y un universo hermosamente aromático se presento ante mi.

Pero como toda historia, comencemos por el principio…que son los tintes naturales?

Estas sustancias de origen animal o vegetal utilizadas para dar distintos colores a las fibras -como cortezas de arboles, raíces, flores e insectos secos, por solo mencionar algunos – fueron utilizadas durante miles de años para dar color y vida a los tejidos.

Hasta mediados del siglo 18, cuando los tintes sintéticos ingresaron al mercado, las tonalidades en la industria textil provenían de los colores que se obtenían de estas diversas fuentes que nos regalaba nuestra Madre Tierra.

El procedimiento, en lineas generales, consiste en hervir el elemento con el que se quiere dar el tinte durante un tiempo determinado, dejarlo reposar y, en caso de ser necesario, agregar el mordiente adecuado.

Los mordientes son sustancias que sirven para fijar el color y, dependiendo el caso, modificar la tonalidad que se obtendrá al final del proceso, encontrándose dentro de los mas populares el alumbre o el hierro.

Por ultimo, se introduce nuestra prenda –previamente lavada- cómodamente en este baño aromático y se la deja reposar por un periodo de tiempo considerable, siendo el mínimo estipulado de 1 hora. Siempre es recomendable trabajar con fibras naturales, tales como la lana y la seda.

Un elemento no menor a tener en cuenta, es la calidad del agua que utilizaremos –y que suele variar entre regiones-, ya que su acidez o alcalinidad tendrá un impacto considerable en el color que obtendremos al finalizar.

Entre los tintes naturales mas populares podemos encontrar al te, la yerba, la cascara de cebolla, el café, la cochinilla y las flores de palo borracho, pero, tal como nos transmitió nuestro querido maestro de la India, la magia de este tipo de teñido reside en experimentar con aquello que podemos encontrar en nuestra propia tierra.

Renovables, sustentables y no tóxicos, los tintes naturales nos ofrecen un vasto universo de posibilidades para explorar, permitiéndonos dejar volar la imaginación, mientras conectamos con la Tierra y mantenemos con vida milenarias técnicas de trabajo.

Para ampliar información, recomiendo el maravilloso libro ‘LAS TINTES NATURALES. TELERAS SANTIAGUEÑAS’, de Celestina Stramiglioli.

MAS INFO: http://buenasiembra.com.ar/salud/terapias-alternativas/como-funciona-la-cura-por-el-color-277.html

domingo, 31 de mayo de 2015

Crean un "banco regional de semillas orgánicas"....

Crean un "banco regional de semillas orgánicas", en Traslasierra

Es para microproductores rurales. 

La idea es conservar la genética de plantas autóctonas (flores, hortalizas, aromáticas, árboles).
Se da en el marco de encuentros regionales
 de "intercambio de saberes".



El último "encuentro de intercambio de semillas y saberes",
en La Paz (La Voz)

jueves, 14 de mayo de 2015

La Bóveda Mundial de Semillas,

El Arca de Noé del S. XXI. La bóveda global de semillas      

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Por: Andrés García.

En Noruega reside el Arca de Noé del S. XXI., una bóveda a prueba de bombas atómicas que contendría más de dos millones y medio de semillas de todo el planeta.


El cambio climático, catástrofes naturales, guerras, etc. ponen en riesgo el legado vegetal natural de este mundo y, claro está, es necesario preservarlo.

Es un ejemplo de humanidad defendiéndose de la humanidad. La bóveda global de semillas -así se llama científicamente- se encuentra a 125 metros de profundidad, en el Polo Norte. La vida congelada lejos de la vida.


Antes que una crisis de los mercados o de las finanzas había estallado una crisis ecológica.

El sistema ha exigido durante 50 años crecer un poco cada año para ser viable, y esto ha degradado la naturaleza otro poco, cada año; la lógica de este sistema impedirá la vida tal como la conocemos en unas generaciones.

El capitalismo ensayado usa el poder acumulado de la explotación de la tierra para mantener el privilegio de clases. No hay reconciliación entre capitalismo y ecología.

Miremos a nuestro pais, un paraíso donado para la vida y amenazado por el empuje del desarrollo.
Es el paradigma del crecer para subsistir: arruinar el medio natural para mantener el status quo.

¿Cuántas semillas se habrán perdido ya?


Después, cuando la mierda nos llegua al cuello, nos la llevamos a otra parte o mejor la tapamos.
El crecimiento ilimitado de una economía basada en la explotación de la tierra es una falacia.

Casi sin darnos cuenta ha estallado una batalla antropológica entre el modelo de las grandes industrias, de la descolonización del capital, de la explotación de los recursos del sur, y otro modelo de relocalización de la economía, de la producción a escala local y sostenible, de la agricultura ecológica y la desindustrialización. Aún es una batalla desigual, pero en ella nos vamos a jugar el futuro.

Olvidemos de una vez la impostada lucha por la democracia como único anhelo contemporáneo, es falsa. Los esfuerzos hay que centrarlos en provocar el cambio de sistema. Empezando por la renuncia de cada uno de nosotros a vivir manteniendo privilegios innecesarios.

Debemos dejar a nuestros hijos un mundo mejor, no podemos empujarles a suspirar un día por un Noé que les salve, no habrá un Arca para todos.

Latouche, uno de los padres del decrecimiento, dijo que se trataba de abrir de nuevo el espacio para la capacidad de invención y la creatividad de la imaginación reprimida por el totalitarismo economicista y desarrollista.

De volver a vivir con la naturaleza, sin dominarla. De huir de bóvedas congeladas
.fuente

MAS INFO: http://buenasiembra.com.ar/salud/alimentacion/el-arca-de-noe-de-las-semillas-del-siglo-xxi-995.html

seed Svalbard Global Seed Vault

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domingo, 18 de enero de 2015

Volver a Nuestros Origenes, para Ser Feliz...

7 pasos para ser feliz en un mundo pequeño y local


“Vamos a tener que renacionalizar y relocalizar todo el sistema productivo a medida que se demuestre que el alto precio del petróleo hace inviable seguir globalizando la economía (…) Eso significa que en las Navidades del 2010, amigo, ya no va usted a poder comer mangos (…) Yo de pequeño, en Navidad en Toronto, la única fruta que tenía era la compota de manzana en tarro de mi abuela.

A eso volvemos: a relocalizar y aproximar la producción al consumidor: EL MUNDO ENCOGERÁ. América no podrá permitirse importar como ahora 6.000 millones de dólares de comida china (…) No habrá más remedio. Lo exótico será de nuevo exótico… Y caro. Y lo local y artesano volverá a ser lo cotidiano… Como en nuestra infancia”
Jeff Rubin

¿Qué tiene que ver la globalización con la cocina alternativa?


Pues mucho, porque dicen los expertos que en breve dejaremos de comer cerezas en navidad y volveremos a las conservas caseras de antaño porque la economía low cost y de consumo desenfrenado es insostenible, llegará a su fin y la globalización ciega pasará el relevo a la comunidad y la proximidad.


El teórico principal de esta corriente es el canadiense Jeff Rubin, economista, experto energético y autor de “Por qué el mundo está a punto de hacerse mucho más pequeño” para quien el origen de la crisis económica no han sido las llamadas “hipotecas basura” sino el agotamiento del petróleo y que augura un retorno al

MUNDO LOCAL
:

alimentos cercanos que no hagan miles de km, la vuelta de los artesanos y la fabricación en la comarca, usar menos el coche, trabajar más cerca de casa y volver a hacer vida comunitaria.

Lo que está claro es que, sea por el ocaso del petróleo o no (estos autores no contemplan otras hipótesis energéticas como la energía libre), llevar una vida más sencilla y cercana a la naturaleza es una opción sana para todos que puede solucionar muchos de los males del mundo.

Y en la ilustración superior* se detallan 7 pasos para ser feliz en un mundo pequeño y local. Apostamos por ello:
1. Consumir productos de temporada. De este modo retomamos el contacto con las estaciones, cada una de las cuales nos premia con sabores y aromas varios

2. Descubrir las tiendas de barrio. Aunque ofrezcan precios algo más elevados que las grandes superficies, el trato familiar nos procura la sensación de pertenencia a la comunidad

3. Caminar más. Si nuestro trabajo está demasiado lejos para ir en bicicleta, como mínimo en el tiempo libre deríamos practicar el ejercicio más suave y saludable del mundo: caminar. Entre media hora y una hora diaria es una buena tónica

4. Trabar amistad con vecinos. Es muy agradable coincidir en la calle con personas con las que tenemos algo en común. Para ello, formar parte de algún club o asociación local sirve para estrechar lazos con personas cercanas

5. Conocer mejor nuestro entorno. Podemos pasar la vida en un sitio pero limitar los pasos a las mismas calles y lugares. Antes de salir a explorar el gran mundo, deberíamos conocer los secretos del pequeño mundo que nos rodea

6. Hacer fiestas en casa. Para no relacionar el hogar con la monotonía, invitar amigos a cenar u organizar veladas literarias es una manera de disfrutar de los placeres sencillos y a la vez sofisticados
.
7. Leer y escribir. Puesto que vivir en un mundo pequeño no implica ser estrecho de miras, un libro es la manera más cómoda y ecológica- y a menudo intensa- de viajar. Por el mismo motivo, al compartir nuestros pensamientos por escrito, por ejemplo a través de correo electrónico, ampliamos nuestro círculo social sin salir de casa.
Ilustración tomada de la revista Mundo Nuevo
Entrevista a Jeff Rubin

MAS INFO:  http://buenasiembra.com.ar/ecologia/articulos/eco-villas-un-desafio-301.html


martes, 13 de enero de 2015

Ecoaldeas y Permacultura, otra forma Natural de Vida...

http://buenasiembra.com.ar/ecologia/articulos/que-es-permacultura-818.html

La flor de la permacultura

Las evidencias arqueológicas demuestran que el modelo social original de los seres humanos consistía en juntarse en pequeñas “bandas” o clanes, de tipo igualitario, con relaciones estrechas entre sus miembros y muy cercanas a la Naturaleza.

Hoy en día necesitamos reinventar conscientemente formas de vida en común armoniosas y cooperativas. Por eso, sembrar, cultivar y construir comunidades y redes de comunidades son pasos fundamentales hacia un futuro más habitable y sostenible.

En tanto que prototípicos “centros de vida y aprendizaje”, en los que personas procedentes de culturas diversas y de diferentes líneas espirituales y situaciones económicas exploran la comunión sinérgica de abrazar juntos la diversidad, las ecoaldeas inspiran una nueva cultura global de paz y prosperidad.

Al generar una base cada vez más amplia de apoyo mutuo, respeto y amabilidad, podemos liberar el potencial e ingenio humanos para que trabajen en beneficio de todos. Si somos capaces de crear una cultura de paz entre nosotros, empezando por nuestros grupos locales, entonces, cualidades de tan positivos efectos tan positivos como la amabilidad, la confianza y la buena voluntad, tendrán una oportunidad para crecer y multiplicarse.


La industrialización y el sistema económico global han traído consigo un incremento en el consumo y un sentido de independencia; pero esto también ha venido acompañado por efectos secundarios desagradables y perniciosos, como son el individualismo predatorio, el aumento de la alienación social, una adicción cada vez mayor y el desmoronamiento de la familia.

El Sur global, en el que todavía se conserva gran parte del tejido social tradicional, tiene aun lecciones que enseñar al Norte. Puede que la organización social de la aldea tradicional, todavía viva en muchas partes del mundo, sea el modelo más sostenible a emular.

Quizás una gran parte del segmento menos consumista de la población mundial logre evitar el actual estadio de desarrollo super-individualista e industrializado y salte directamente a un futuro post-industrial basado en el conocimiento, el cooperativismo y la interdependencia entre ecoaldeas. Esta es una buena razón para insistir en la educación y el intercambio global como estrategias para una sociedad post-petróleo.

Una de las principales razones por las que la gente se siente atraída por la forma de vida de las ecoaldeas es la posibilidad de aumentar sus relaciones y oportunidades sociales. De hecho, éste podría ser el principal valor de las ecoaldeas.

Dentro del contexto de comunidad que ofrecen las ecoaldeas, los residentes disfrutan de numerosos beneficios que no tiene el inquebrantable individualista; beneficios como el de contar con un lugar seguro en el que criar a los hijos, en el que diferentes adultos pueden servir como modelos; disponer de más tiempo para la familia y para los amigos y dedicar menos tiempo a trabajos estresantes o a moverse de un sitio para otro; tener más oportunidades para crear negocios caseros o industrias artesanas, posiblemente en colaboración con amigos de la comunidad; a los padres les resulta más fácil integrar sus actividades profesionales con el cuidado de los niños; se tienen más oportunidades para dedicarse a actividades creativas como la música y el teatro, con tus vecinos; se pueden organizar regularmente comidas compartidas; es posible compartir oficinas, tiendas y otros espacios de recreo, lo que significa menos compras, menos gastos y, por tanto, no tener que ganar tanto; las asociaciones políticas a menudo tienen su centro en la propia ecoaldea; la gente se siente satisfecha con sus relaciones sociales, por lo que disminuye dramáticamente el consumismo y las adicciones; las ecoaldeas facilitan también la integración de las personas con diferentes capacidades, de los ancianos y de otros grupos de riesgo, de manera que éstos pueden disfrutar de una vida más plena e intensa.

No es de extrañar que nuestros antepasados se organizaran espontáneamente en pequeños grupos, manejables y responsables; las necesidades humanas básicas se satisfacen mucho más fácilmente de esta manera y queda más tiempo de ocio. Lo cual no quiere decir que la vida en comunidad no suponga trabajo.

De hecho, requiere un comportamiento vigilante y una mayor conciencia de las necesidades e idiosincrasias de otros. A las personas educadas en el paradigma hiper-individualista les cuesta aprender las sutilezas de esa relación constructiva, respetuosa y mutuamente beneficiosa, que se da en comunidad.

Al principio, y mientras uno se habitúa a ello, puede suponer un gran esfuerzo, hasta que finalmente se terminan reconociendo estas cualidades como parte de la herencia humana, como parte de nuestra condición humana. Construir comunidades cooperativas, armoniosas y socialmente saludables en un entorno no tradicional supone una labor cuyos inmensos retos no deben subestimarse.

Recuperar las conexiones perdidas, superando estancadas barreras de incomprensión y mala comunicación, exige una firme intención, clara y pacífica. Una de las razones más comúnmente citadas cuando un proyecto de ecoaldea o comunidad intencional se viene abajo es el conflicto.

Por ello, para crear comunidades exitosas es necesario entrar en un proceso de curación en el que, dejando de lado los tradicionales ciclos de dolor y violencia que recorren la historia humana, asumimos nuestra responsabilidad para comenzar de una manera diferente.

Este proceso de curación es necesario, y las habilidades sociales constructivas y curativas que precisamos se pueden enseñar y aprender.

Podemos desarrollar unas relaciones humanas pacíficas y productivas como resultado de una elección consciente y deliberada, sin tener por qué dejarlas al azar o al capricho.
Este es uno de los temas que se verán en el curso de diseño de ecovillas.
Más info http://goo.gl/v14Wdl

 http://buenasiembra.com.ar/ecologia/articulos/que-es-permacultura-818.html

jueves, 18 de diciembre de 2014

Gaia, una Ecoaldea Basada en la Permacultura...



Gaia, una ecoaldea argentina
basada en la permacultura



Ante el deterioro mediambiental de las grandes ciudades en la mayoría de los países, hay muchos que buscan una solución tan efectiva como radical para cambiar de vida, y se trasladan a una ecoaldea.

En Argentina existe la ecoaldea llamada Gaia, a unos 110 kilómetros de Buenos Aires (en Navarro), y a donde se accede por un largo camino de tierra que con las lluvias puede volverse intransitable.


“La idea de venirnos acá surgió inmediatamente después del final de la dictadura. Queríamos cambiar el mundo, pero nos dijimos, ¿por qué no empezamos cambiando algo más módico?”
explica Gustavo Ramírez, vecino de Gaia.


Ramírez asegura que “nos proponemos vivir simplemente, en contacto con la naturaleza, organizados en una pequeña villa ecológica con principios ecológicos, comunitarios y sociales”.


La ecovilla Gaia apuesta por el desarrollo humano sustentable.
La base del diseño general del lugar es la permacultura para hacer un buen uso de la tierra y de las energías, así como un buen diseño de construcciones naturales.


La permacultura es una tendencia en arquitectura, diseño e ingeniería que basa estas tres disciplinas en valores ecológicos, sostenibles y autosustentables, modelado desde los ecosistemas naturales.


En lo social, la organización se basa en valores comunitarios, tanto a nivel social como económico.

Además ofrecen cursos basados en el respeto a la naturaleza para quien quiera comprobar con sus propios ojos en que consiste el proyecto de Gaia, como formaciones de construcción natural, fabricación de filtros de agua, o agricultura natural, o de alimentación vegana, entre otros.


El grupo que conformó los inicios de Gaia compró el terreno en 1996. Ahora tienen un total de 20,3 hectáreas  en provincia De Buenos Aires en Navarro.


A nivel de instalaciones han conseguido muchas mejoras. Al día de hoy cuentan con comedores comunitarios, salones para talleres, zonas comunes, incluso el Instituto Argentino de Permacultura, que cuenta con oficina, biblioteca y sala de diseño.


Como servicios externos, Gaia ofrece asesoría y consultoría sobre diseño, desarrollo e implementación de sistema permaculturales tanto rurales como urbanos.


Según sus integrantes, el proyecto “aspira a ser un prototipo práctico donde aquellos interesados en una sociedad sustentable puedan entrenarse e inspirarse para concretar otras iniciativas comunitarias”.

Más información: Proyecto Gaia
Alba Sánchez Serradilla
Redacción

MAS INFO: http://buenasiembra.com.ar/ecologia/articulos/ecovillas-774.html

martes, 16 de diciembre de 2014

La Permacultura Urbana y la Soberanía Alimentaria...

El Permacultor Urbano


http://buenasiembra.com.ar/ecologia/articulos/que-es-permacultura-818.html
Luciano Furcas en el huerto del Rey Moro. C.F.

Entre las calles Sol y Enladrillada, en pleno barrio de San Julián, hay un incomparable oasis urbano que nos remonta a tiempos precolombinos.

El Huerto del Rey Moro es uno de esos milagros que sólo se entienden por la acción incomparable de la naturaleza y por el activismo tenaz de un puñado de vecinos, agrupados en torno a la asociación La Noria, que hace diez años ocuparon este solar de casi 5.000 metros cuadrados en el corazón encalado de Sevilla.

 "En este espacio único hay una memoria latente que ha vuelto aflorar con el tiempo", nos advierte Luciano Furcas, el sabio permacultor urbano venido de Italia que ha creado escuela por toda nuestra geografía. "Los moros siempre tuvieron una relación muy especial con el agua, y aquí hay acequias, aljibes, albercas, pozos y norias que nos remiten a su pasado hortícola".

El huerto debe su nombre a la Casa del Rey Moro, una construcción gótico-mudéjar de finales del siglo XV que está considerada como la casa doméstica más antigua de la ciudad después del Alcázar. La Junta de Andalucía protegió la casa como bien de interés cultural, pero sobre el huerto pesaba (y sigue pesando) el fantasma de la urbanización que no cesa.


"La ciudad se ha mercantilizado de una manera tremenda en el último siglo", advierte Luciano Furcas. "Éste es de alguna manera un espacio donde los ciudadanos reclamamos nuestra soberanía.

Aquí hemos recuperado también el vínculo que existía con la tierra en tiempos de los árabes, cuando el tiempo se detenía tres veces al día, en sintonía con los ritmos naturales: al amanecer, con el sol en lo más alto y ya de atardecida".

Abrir la cancela del Huerto del Rey Moro es definitivamente entrar en otro tiempo, con un pie en el pasado remoto y el otro en el futuro inminente. Este hermoso huerto, que fue un solar abandonado, es ahora un palpitante "puzzle de acciones", con la naturaleza como testigo y cómplice.

Aunque a veces nos cueste verlo, nuestras ciudades se están reverdenciendo desde muy dentro. Lo que está pasando en Sevilla (desde los huertos del Alamillo al mercado ecológico de la Alameda) es el emblema de esa "revolución de la lechuga" que está transformando nuestra relación con la tierra, incluso en el duro asfalto.


Nuestra charla con Luciano Furcas arrancó precisamente en el mercado ecológico de la Alameda y a lomos de la bicicleta, arropado por nuestro común amigo Marcos Rivero, de la Red de Decrecimiento de Sevilla. A orillas del Guadalquivir se celebró por cierto el último encuentro de las redes e iniciativas decrecentistas y "transicioneras", con un amplio espacio reservado a la soberanía alimentaria y a la permacultura urbana.

Luciano lleva más de tres décadas predicando con el ejemplo, desde la legendaria Galería de Arte Elemental de Tarifa al vergel en al azotea de la calle Pajaritos, pasando por los talleres del colegio Huerta de Santa Marina.

En Sevilla, y en el Huerto del Rey Moro, ha encontrado finalmente el permacultor urbano "ese espacio sostenible en el que la naturaleza cuida de sí misma y los humanos nos limitamos a escuchar su llamada y a seguir sus consejos".

    
A la entrada el huerto, nos da la bienvenida el horno de pan, donde los niños aprenden los secretos de la levadura madre. En la zona de ocio y esparcimiento se celebran acalorados debates, comidas populares y fiestas de cumpleaños, más el cine de verano y las tertulias interminables bajo la fornda de las moreras y las acacias, sin olvidarnos de la memorable higuera...

   
 "Creemos que la higuera debe llevar aquí mas de quinientos años, y ella es de alguna manera la que diseña el espacio y sirve incluso de cimentación con sus potentes raíces para las casas que rodean el huerto", asegura Luciano. "Hemos querido venerar este espacio sombreado y enseñarles a los niños el valor de los alcorques, que son como el pie del árbol".

La serpiente gigante y protectora, construida con neumáticos, piedras, paja, palos de bambú y materiales de desecho, hace las delicias de los más pequeños y marca el camino hacia la veintena larga de huertos, con el naranja chillón de las capuchinas moteando por doquier el paisaje verde...

"Las capuchinas son las plantas ciudadoras. Es buena compañera de las tomateras, de los pepinos y de las lechugas. Sirve también para repeler al pulgón y tiene propiedades antibióticas y balsámicas... En los cinco bancales comunales procuramos ir más allá de lo que se encuentra en el mercado, y cultivamos coles, borrajas, hinojos, y plantas medicinales silvestres".


Luciano Furcas viene prácticamente todos los días al Huerto del Rey Moro, "a ver lo que hay y lo que hace falta". Con la más provebial de las herramientas (la percepción),  el permacultor urbano vela por los huertos comunales y siempre está mano para un sabio consejo...
 "La naturaleza habla por sí sola y nuestra función consiste casi siempre en esperar a que las cosas se revelen.Tenemos que aprender también a activar la paciencia, que es la ciencia pendiente. Los mecanismos naturales tienen su propia dinámica; no necesitan siquiera de nuestro empuje". @cfresneda1
fuente

MAS INFO:  http://buenasiembra.com.ar/ecologia/articulos/que-es-permacultura-818.html

 

sábado, 6 de diciembre de 2014

Construcción de la Casa de Superadobe, paso a paso

1. Realización de cimientos

Una vez marcado el suelo se cavó una zanja de unos 50cm de profundidad por 40 de ancho. Se cubrió toda con un plástico grueso para aislar la humedad.

La primer vuelta de cimiento se hizo con mas cemento, un 25%, como para darle mayor estructura a la base. La segunda vuelta ya la arrancamos con la mezcla normal.
Zanja, piedras y cemento.

2 – Se llenaron las bolsas, poniendo alambre de púas entre los apoyos de cada fila de bolsas.

La mezcla llevó TIERRA + 5% de CEMENTO y agua. No llega a ser barro, pero es bastante húmeda.

El punto justo de mezcla se lo puede ver cuando se toma un puñado, se compactamos con la mano, y al arrojarlo para arriba y caer en nuevamente en la mano, éste no debe desarmarse.
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Este es el rollo de bolsa de polipropileno que se llena con la mezcla de tierra.
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Para llenar las bolsas hay varios métodos.

Aca se usó un caño de chapa de unos 30cm de diámetro, en el que se coloca toda la extensión de la bolsa, dejando una punta libre.
Entre bolsa y bolsa se coloca una fila de alambre de puas, esto hace que las bolsas se pinchen y se traben, para que no se deslicen.

Si se va a cerrar en cúpula en forma de domo, se ponen 2 vueltas para asegurar que no se deslice.
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Una vez llena la bolsa se dobla como un sobre la punta y se la mete abajo de la misma, tratando de que se pinche en el alambre para que no se salga.

Despues se le da bastante fuerte con un pisón para que se compacte bien.
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3  - Colocación de aberturas en la medida que se van apilando las bolsas.

Se dejaron palos entre bolsas, para luego realizar estantes en el interior.

4 – Se siguió llenando bolsas, subiendo hasta el nivel del techo.

5 – Se colocaron los palos del entrepiso y de los techos.

6 – Machimbre y membrana a los techos

Vista interior del techo:

7 - Pisos, Revoques interiores y pintura a la cal (provisoriamente)



Jugando con detalles exteriores
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Vista interior mas avanzada

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Vistas exteriores finales!:
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La casa finalizada:
Fuente http://www.labioguia.com/como-construir-en-superadobe-paso-a-paso/

lunes, 10 de noviembre de 2014

Tompkins: Filántropo, agricultor y ecologista su misión en la Argentina genera pasiones y polémicas...



Tompkins: "No es bueno para la sociedad que los dueños de la tierra tengan enormes extensiones"

Hace 20 años que el ambientalista estadounidense se dedica a comprar propiedades en la Argentina y Chile para luego cederlas a los Parques Nacionales de ambos países; ya lleva 850.000 hectáreas y tiene más proyectos

Por   | LA NACION

 
El ecologista Douglas Tompkins donó a Chile y Argentina 850 mil hectáreas. 
Foto: LA NACION / Matías Aima
En 1989 vendió sus empresas y se alejó de los Estados Unidos para dedicarse a la conservación del medio ambiente. Pasó por Noruega y Canadá, pero se quedó con la Argentina y Chile. "En este punto de mi vida soy medio argentino y medio chileno", dice sentado en una de las oficinas que tiene su fundación en el barrio de Retiro.Algo de razón tendrá porque todas sus propiedades están en los dos países y ni siquiera tiene un departamento en California del Norte, donde están sus hijas.

Douglas Tompkins lleva 20 años comprando tierras en esta parte del mundo y donando gran parte de ellas para que sean integradas a los Parques Nacionales. La última fue la cesión de la estancia El Rincón, de 15.000 hectáreas , que formarán parte del Parque Nacional Perito Moreno en Santa Cruz; se estima que el total puede ser cercano al millón de hectáreas.

Filántropo, agricultor y ecologista su misión en la Argentina genera pasiones y polémicas.
Lo acusan de querer apropiarse de los acuíferos, de robar ganado y querer convertirse en un terrateniente.

Tompkins, junto a su esposa Kris y sus fundaciones [Pumalín, Deep Ecology, Yendegaia, Conservación Patagónica y Consevartion Land Trust ], donó tierras de su patrimonio personal a los Parques Nacionales Pumalín y Corcovado -en Chile- y al Monte León -Argentina-.

Y tiene proyectos para ceder tierras a otras reservas naturales donde está reinsertando especies en extinción como el oso hormiguero, el ciervo del pantano, el yaguareté y el puma.

"El movimiento ambiental es imparable. Si echamos miradas al pasado, cuando empezó la corriente moderna en 1960, el progreso de expansión fue impresionante y hoy es enorme a nivel mundial. Todo está cambiando, es un proceso dinámico e imparable. ¿Si es capaz de revertir la crisis ambiental? Es otra pregunta", dice en la entrevista que le concedió a LA NACION .


- ¿Cómo surge el movimiento conservacionista del medio ambiente?
Por la enorme crisis ambiental del mundo . La de la biodiversidad es la madre de todas las crisis. Si perdemos la biodiversidad, es el fin del mundo. No hay conciencia suficiente en ese sentido. La mayoría de la gente vive en ciudades y no tiene idea de la naturaleza. Hay un asalto a los suelos agrícolas en todo el mundo, degradándolos. Hay un movimiento ambiental y soy parte de esto.

- ¿Usted plantea un equilibrio entre la conservación de la tierra y su explotación?
La naturaleza tiene su propia ley, no hay equilibrio. Necesitamos actuar bajo las leyes de la naturaleza y no según nuestros sueños, aspiraciones o fantasías.
Ese es el problema fundamental: se está hablando siempre de un equilibrio, pero ¿qué es el equilibrio? Es una fantasía. Necesitamos [golpea la mesa varias veces] obedecer las leyes de la naturaleza o sufrir sus consecuencias.

- El cambio climático es una de ellas.
Es uno de los ejemplos más fuertes.

- ¿Entonces que pasa en las Cumbres Climáticas donde las naciones no se ponen de acuerdo para firmar un documento en conjunto?
Hay una lucha entre los [ambientalistas] cortoplacistas y los largoplacistas . Los primeros dicen que "va a perjudicar la economía", ¡pero no habrá economía en un planeta muerto! Todo el mundo dice "vamos a esperar otro año mientras tanto tenemos negocios, tenemos extracción, tenemos economía". El nuestro es un predicamento.

 
El ecologista Douglas Tompkins donó a Chile y Argentina 850 mil hectáreas. Foto: LA NACION / Matías Aimar
- ¿Piensa que su misión en la Argentina y Chile se comprende, que la gente la entiende?
La conservación, en todo el mundo, siempre tiene opositores, gente que no entiende y que entiende. Hay un margen de comprensión de 0 al 100%. Cada individuo, cada grupo, cada movimiento tiene que ganar su espacio dentro de esa conciencia. Necesitamos ganar credibilidad dentro de los círculos donde nos movemos.

Esto lleva tiempo. En los 20 años vamos ganando. Es un proceso, un cambio cultural, no solo en Argentina, sino en todo el mundo.

- ¿El conservacionismo genera sospechas?
La conservación es un cambio de uso de la tierra y eso genera oposición. Hay muchos intereses que se quieren aprovechar o explotar tierras. El acto de cambiar la producción a conservación es político y eso arde en pasiones. Es totalmente entendible que haya choques con los productores y oposición. No es razonable, pero sí comprensible.

- Cuando se dice que usted quiere llevarse el agua de la Argentina, ¿lo afecta?
No, se dice de todo, pero ya tengo el cuero de un político [se ríe mucho]. Me están acusando de todo tipo de cosas, así que ya estoy blindado sicológicamente. A veces es tragicómico, hay que tener un buen sentido del humor y el cuero de chancho, duro y curtido.

- ¿Hoy se ríe, pero lo hizo dudar de su misión?
A veces no es tan irrisorio porque complica el trabajo, retrasa cosas, se encarece, hay demoras, cambios. Es una molestia porque estamos tratando de hacer algo por el beneficio de todos. Como ambientalista o conservacionista estoy acostumbrado a críticas de todo tipo y la falta de entendimiento de nuestro predicamento.

- ¿Pensó en algún momento irse del país si prosperaba la ley de expropiación?
Nunca tuve esa idea . Hay mucho bla bla bla en el aire. El gobierno no va a expropiar algo que está listo para ser donado. Nunca entramos en esa idea.

- ¿El Estado argentino comprendió su idea y la aceptó?
Sí. No conozco un ejemplo de un gobierno que no acepta donaciones de privados para aumentar el patrimonio nacional. No es tan difícil de comprender.

- ¿Cuántas hectáreas lleva donadas?
Del patrimonio personal hay unas 850.000.

- ¿Y qué valor tiene?
Uhhhhgggggg.. 300 millones de dólares, o 400 millones de dólares quizás. Depende de la zona. Nuestro sistema es donar a fundaciones sin fines de lucro en cada país.

- Tal vez este sea el dato en que la gente descree: que una persona invierta tanto dinero propio para donárselo al Estado.
(Mirá fijo) estamos donando a ellos, a la gente, los dueños del patrimonio nacional. Si queremos proteger la biodiversidad, la tarea más importante de la humanidad, necesitamos poner hábitat para sobrevivir y prosperar.

 Es factible. Nuestra fundación no aguantará más que la nación de Argentina o Chile. Entonces, ¿donde vamos a dejar estos habitats? Simplemente, en Parques Nacionales.

- Usted dijo que no es bueno que grandes extensiones de tierra estén en manos privadas. ¿Por qué?
Los ciudadanos tienen sus líderes electos y depende de ellos la presión de que cuiden los patrimonios nacionales, los Parques. Esa es la lógica. Creo en la propiedad privada, pero razonable .

Cuando hay un desequilibrio entre dueños de campo con enormes extensiones de tierra, no es bueno socialmente. Cuando esto pasa, es una buena receta para la revolución. Pienso que estamos mejor sin revoluciones y tener esta realidad social y política.

- ¿Como quisiera que lo recuerden las nuevas generaciones de ambientalistas?
Como alguien que lideró el movimiento con la bandera verde por unos años. Ellos deben tener la conciencia de la importancia de proteger el medio ambiente, por delante de todos los factores como la economía, la extracción de recursos, los desechos tóxicos. Esta generación lleva un paso delante de mi generación, yo soy una anomalía (se ríe).

MAS INFO: http://buenasiembra.com.ar/ecologia/articulos/el-policultivo-organico-como-modelo-sustentable-1515.html

Una de las imágenes de las estancias de Tompkins.  Foto:  Fundación Tompkins
Foto 1 de 14Una de las imágenes de las estancias de Tompkins.  Foto:  Fundación Tompkins