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miércoles, 19 de mayo de 2010

Muerte en pequeñas dosis

 Compuestos
Muerte en pequeñas dosis

La naturaleza nociva de algunos organoclorados ha sido reconocida durante más de 30 años. La opinión pública mundial es consciente de las propiedades tóxicas, persistentes y bioacumulativas de productos químicos como el DDT, PCBs y CFCs, al mismo tiempo que una creciente cantidad de estudios científicos confirman la gravedad de la crisis que está sufriendo el planeta debido a todo el grupo de sustancias organocloradas. Sus efectos demostrados en la vida silvestre varían desde interferencias en las características sexuales hasta colapsos de población.

Aún así, a pesar del creciente abanico de efectos catastróficos para la vida, las emisiones de organoclorados siguen en aumento.

En 1987 1988 murieron al menos 2.500 tursiones (familia de los delfínidos) en las costas orientales de EEUU. En ese mismo periodo entre 8.000 a 10.000 focas murieron en el lago Baikal (Siberia). Unas 18.000 focas comunes resultaron muertas en 1988 en el mar del Norte. En 1990, varios centenares de tursiones aparecieron muertos en el golfo de Méjico. En los veranos de 1990 y 1991, varios miles de delfines listados (Stenella coeruleoalba) murieron en el Mediterráneo. Podríamos seguir ampliando la lista como los recientes estudios que indican que algunas poblaciones de oso polar y los belugas blancos, son verdaderos residuos tóxicos.

Todas estas mortandades masivas, tuvieron lugar en aguas circundantes a zonas muy pobladas e industrializadas. Además, existe evidencia de tasas de mortandad sin precedentes entre las poblaciones de cachalotes del Atlántico nordeste. Aunque el papel jugado por los organoclorados en estas epidemias ha sido objeto de polémica, no puede descartarse. Las necropsias realizadas sobre delfines tras las muertes del Mediterráneo, revelaron altísimos niveles de organoclorados en sus tejidos.

Todos, incluidos los que lo producen y lo consienten, nos vemos perjudicados lentamente por estas dosis letales que atraviesan nuestros tejidos y nos exponen irremediablemente, a padecer enfermedades o tumores que pueden originar el tan temido cáncer en el ser humano.

Paises situados en el Mediterráneo figuran como los más contaminados del mundo en cuanto a la leche materna, considerada como la principal vía de contaminación de bebés. Existen pruebas de que los fetos sufren los efectos de estas toxinas durante etapas muy importantes del desarrollo, antes del nacimiento. Especies comunes de peces comestibles del Mediterráneo como la sardina (Sardina pilchardus) y el alcardus, están contaminadas por PCBs a niveles entre 2 y 6 veces superiores a los encontrados en las mismas especies del Atlántico. No es alarmismo, es una realidad que debemos afrontar y poner solución.

Los compuestos organoclorados pueden sustituirse en todos sus usos y no hay razón alguna para seguir con esta macabra producción que sólo nos trae epidemias y muertes masivas de seres vivos.

PRIMAVERA SILENCIOSA


Rachel Carson advirtió de los peligros de los OCs (compuestos químicos organoclorados) en su libro "Silent Spring" (Primavera Silenciosa) publicado en 1962. Carson nos advirtió que los OCs podrían contaminar los tejidos de cada niño, mujer, hombre y animal de este planeta; así como el aire, los lagos, océanos y los peces que viven en ellos y las aves que se alimentan de éstos.

Sin embargo las advertencias de Carson no fueron bien acogidas. Algunos OCs permanecen intactos en el ambiente durante décadas e incluso siglos. En la actualidad, forman parte de la dieta diaria de cada persona. Estas sustancias tóxicas pueden encontrase en la sangre, leche, músculos y grasa de los seres humanos. Al acumularse con el tiempo en los tejidos, se suman a los niveles corporales máximos de sustancias tóxicas que amenazan la vida.

El papel que juegan los OCs en la destrucción de las poblaciones de animales ha sido ya bien documentado. Ahora existen más evidencias de que las aves, las focas y otros animales se asemejan a canarios en una mina de carbón, presagiando problemas para la población humana.

Tras la exposición a estas sustancias, puede pasar mucho tiempo antes de que aparezcan síntomas clínicos. Estudios recientes han demostrado que la población de Seveso (Italia), que fue expuesta a dioxinas después de un accidente industrial en 1976, tiene más posibilidad de padecer diferentes tipos de cánceres que la población general. Según un estudio holandés de 1994, realizado en 200 bebés con niveles elevados de dioxinas en el cordón umbilical y cuyas madres tenían también concentraciones altas de estas sustancias en la leche, reveló disfunciones en los músculos y en los reflejos, y modificaciones en la glándula tiroidea.

Cuando los compuestos contaminantes interfieren con funciones tan básicas para la vida humana, y permitimos que su producción continúe, estamos poniendo en riesgo las funciones biológicas de nuestra propia especie.

Lo cierto es que debido a las actividades industriales del pasado y a las actuales, los OCs persistentes se encuentran en todas la regiones del mundo desde las profundidades del mar a la estratosfera, desde el Ártico al Antártico .

LA QUÍMICA DEL CLORO


La química del cloro empieza con la sal común, cloruro sódico, que es una sustancia estable y natural que fluye constantemente en el ecosistema y en nuestros cuerpos. La industria química produce gas cloro pasando electricidad a través del agua salada, partiendo las moléculas de sal y cambiando fundamentalmente el carácter del cloro.

A diferencia del cloro en la sal, el gas cloro es una sustancia extremadamente reactiva y venenosa que raramente se produce en la naturaleza. Se combina rápidamente con la materia orgánica para formar una nueva clase de productos químicos llamados organoclorados (OCs).

La mayor parte del gas cloro se combina con productos petroquímicos para formar, OCs, incluyendo los plásticos (especialmente PVC, policloruro de vinilo), plaguicidas, disolventes y otros productos químicos. Cerca del 15% del gas cloro se utiliza fuera de la industria química para su uso, principalmente como blanqueante en la producción del papel. Solo el 1% se usa para desinfectar agua potable.

Hoy día, se comercializan más de 11.000 OCs (la cifra puede ser mucho mayor) diferentes, usados en productos que abarcan desde plaguicidas y plásticos a pasta de dientes y enjuagues. Además, su producción y uso originan miles de productos OCs no deseados, muchos de ellos aún desconocidos, ignorándose los efectos perjudiciales para la salud pública.

Los OCs más volátiles, como son los clorofluorcarbonos (CFCs) y algunos disolventes, suben a la estratosfera donde reducen la capa de ozono. Cuanto menos volátiles sean, más despacio se evaporan, por lo que se mantienen en el aire por un tiempo, y eventualmente caen a la superficie. Algunos se depositan cerca de su lugar de origen, mientras otros circulan globalmente, llevados por las corrientes de aire durante miles de millas hasta depositarse en los ríos, lagos, mares, suelo y vegetación. Una vez que caen a la superficie del planeta, algunas cantidades entran en la cadena alimentaría.

Los OCs se depositan a mayor escala en las regiones frías. Este fenómeno, llamado "destilación global" es un factor causante de las inesperadas concentraciones elevadas de OCs observadas en el aire, agua de mar, plancton, animales silvestres y personas en la región Ártica.

Las sustancias organocloradas se acumulan y magnifican su concentración en los organismos expuestos a ellos. A través del proceso llamado bioacumulación, los peces acumulan en sus tejidos niveles de Ocs miles de veces superiores a los niveles existentes en el agua. Los mamíferos marinos y el ser humano, en la cima de la cadena alimentaría, acumulan los niveles más elevados de OCs.

EFECTOS EN EL ECOSISTEMA


Los organoclorados han sido los responsables de la desaparición localizada de numerosas poblaciones de mamíferos y aves, incluyendo la extinción de marsopas en Puget Sound (Noroeste de EEUU), así como de la parte holandesa del mar de Wadden y de gran parte del mar Báltico, y del águila calva en buena parte de los Grandes Lagos (EEUU).

También ha sido relacionados con los numerosos casos de mortandades de mamíferos marinos en todo el mundo y de las aves marinas, incluyendo la muerte de 15.000 araos en el mar de Irlanda ocurrida en 1969. Los organoclorados son responsables del descenso de población de las orcas frente a las costas del estado de Washinton, tursiones en el mar de Waden holandés, de belugas en el estuario de ST Lawrence, de focas comunes, grises y anilladas en el Báltico y de focas comunes en el mar de Wadden. El descenso generalizado en el número y variedad de poblaciones de nutria europea, de cormoranes moñudos en los Grandes Lagos y de halcones peregrinos en el Reino Unido, también ha sido atribuido a la contaminación por organoclorados.

Se considera que los organoclorados afectan a los organismos de diversas formas: imitando las hormonas naturales, dificultando las funciones celulares e induciendo la actividad de las enzimas, lo cual conduce a un desequilibrio hormonal. Por todo ello, pueden provocar reacciones bioquímicas incontroladas y toda una serie de efectos perniciosos para la salud.

Microcapa marina: Es la película de grasas y aceites naturales que se encuentra en la superficie del mar y que incluye bacterias, algas, hongos y protozoos, así como huevos y larvas de muchos peces y moluscos. Muchos de los organoclorados han sido detectados en este ecosistema productivo, alterando el desarrollo de huevos y larvas al impedir la división celular, creando malformaciones.

Flora y animales invertebrados: Los organoclorados que penetran en el agua resultan tóxicos por simple acción narcótica y causan en algunos ecosistemas alteraciones drásticas, reduciendo la diversidad de especies en muestras mixtas de zoopláncton y fitopláncton. Dado que el plancton forma la base de la red trófica, tales cambios tienen efectos a muy largo plazo en todo el sistema acuático.

Peces: Los OCs también han demostrado afectar la capacidad de los peces para reproducirse. Deformaciones físicas, reducción del desarrollo de los órganos reproductores, trastornos en el hígado e interrupción de la función celular, son causas directas de los efectos de los OCs.

Tortugas: Se ha detectado DDT,DDE y PCBs en los tejidos de especies amenazadas como la tortuga boba (Caretta caretta), tortuga laud (Dermochelys coriacea) y tortuga verde (Chelonia mydas).

Aves: Un efecto característico producido por los OCs, es la producción de huevos de cáscara fina, que impide en muchos casos la eclosión. A su vez, la dieta a base de peces contaminados, ocasiona mortandades y deformaciones. Se ha detectado PCBs en los tejidos de pingüinos de la Antártida.

Mamíferos marinos: Son especialmente vulnerables a la contaminación por OCs, debido a que estos compuestos se acumulan en la grasa. Cuando un animal cae enfermo y recurre a sus reservas de grasas para alimentarse, acelera la entrada de organoclorados en el sistema sanguíneo, afectando al riñón, hígado y otros órganos vitales.

Ballenas y delfines: La población de belugas (Delphinapterus leucas) del golfo y estuario de Saint Lawrence ha sufrido un rápido descenso. Se estima que el 79% de las hembras no se reproducen. La mayoría de la población tienen tumores y úlceras, incluso se ha encontrado ejemplares con órganos reproductores tanto masculinos como femeninos. Cuando son encontradas muertas, las autoridades las tratan como verdaderos residuos tóxicos, enterrándolas en zonas de protección especial. Belugas de Canadá se hallan contaminadas con OCs. Especies de ballenas y delfines padecen alteraciones hormonales bajos y altas tasas de mortandad entre las crías. Existe una gran preocupación científica por todas las poblaciones de cetáceos del mundo por su alto índice de contaminación, en especial de las especies costeras.

Focas: Las poblaciones del mar Báltico padecen afecciones crónicas. Se tiene constancia de un aumento en la contaminación por PCBs y DDT, observándose deformaciones en casi todos los cráneos que datan de 1960 en adelante. Se han observado alteraciones en la foca común con aparición de tumores en el útero. Igual suerte corren la población de la foca gris en la bahía de Liverpool (Reino Unido).

Nutrias: La nutria europea (Lutra lutra) ha descendido considerablemente en gran parte de su hábitat. En Gran Bretaña se ha detectado altos niveles de OCs.

Osos polares: Se ha detectado organoclorados en animales que habitan a miles de kilómetros de las zonas industriales, confirmándose que la contaminación se ha extendido hasta las últimas zonas vírgenes del planeta. En esta zona, como en otras, los OCs se magnifican a través de la cadena trófica, hasta llegar a las focas y finalmente a sus predadores, los osos polares.

IMPACTO EN EL SER HUMANO


Ya hemos visto parte de los efectos que ocasiona los OCs en la vida silvestre. Ellos al igual que nosotros vivimos en un espacio común llamado Tierra. Si los mamíferos y otras especies de nuestro ecosistema están siendo afectados, ¿qué ocurre con la especie humana?. Tampoco nosotros estamos inmunizados ante los OCs.

EXPOSICIÓN DEL SER HUMANO A LOS OCs

Las sustancias organocloradas forman parte de la dieta diaria de casi todas las personas. Estos compuestos tóxicos pueden detectarse en la sangre, leche materna, músculos y grasa corporal en todo el mundo. Los seres humanos ingieren más del 90% de estos compuestos a través de la alimentación. La carne, el pescado y los derivados lácteos contienen los niveles más elevados de OCs pues estas sustancias tienen afinidad por las grasas y se acumulan en toda la cadena alimentaria. También las frutas y verduras que hayan sido fumigadas con plagicidas OCs, pueden presentar niveles elevados.

Una exposición prolongada a niveles relativamente pequeños de productos tóxicos persistentes, produce una acumulación importante en los tejidos humanos. Por ejemplo, en Canadá, el pescado y los mamíferos marinos son la fuente principal de alimentación de los Inuit de la región ártica de Quebec. Los niveles de dioxinas y PCBs en la leche materna de las mujeres Inuit, son 3,5 veces superiores a los del resto de la población que vive en Quebec.

SISTEMA REPRODUCTOR MASCULINO

En los últimos 30 ó 50 años, los trastornos en los órganos reproductores masculinos son más frecuentes y la infertilidad parece que está en aumento. Existe una fuerte evidencia científica que sugiere que el aumento de las alteraciones en el sistema reproductor masculino podría estar causadas por exposición de sustancias químicas, muchas de ellas organocloradas, que alteran el sistema hormonal.

Según estudios europeos recientes, el descenso del número de espermatozoides se produce a un ritmo del 2% anual en los últimos 20 años. La calidad del esperma es cada vez peor, con una disminución de la movilidad de los espermatozoides y un aumento en la proporción de espermatozoides anormales. La incidencia de cáncer testicular ha aumentado a escala mundial. Las anomalías uretrales han aumentado en el Reino Unido, Suecia, Noruega y Hungría.

Según un estudio realizado en Israel, hombres con problemas de fertilidad tenían concentraciones elevadas en sangre del plaguicida DDT y de lindano, un compuesto químico para tratar la madera.

SISTEMA REPRODUCTOR FEMENINO

Durante los últimos 50 años, las mujeres de los países industrializados han sufrido un aumento en los trastornos de reproducción. Estos problemas pueden deberse a la exposición prenatal o adulta a sustancias químicas que modifican el sistema endocrino como algunos de los OCs persistentes.

Otro problema esta en la endometriosis que se produce cuando las células de la mucosa uterina crecen fuera del útero, generalmente en los ovarios, vejiga, intestino y en la pared pélvica. Ocasiona infertilidad y dolor crónico y puede afectar a una de cada nueve mujeres en EEUU en edad reproductiva. Según estudios realizados en monos rhesus, la exposición a dioxinas o PCBs aumenta el riesgo de desarrollo de endometriosis. Esta enfermedad se ha observado a dosis de exposición a dioxinas de 7 a 8 veces el nivel se seguridad propuesto por la Organización Mundial de la Salud.

Los OCs, hacen que las niñas alcancen la pubertad más temprano y la incidencia de algunos cánceres del aparato reproductor está aumentando en las mujeres, incluyendo cánceres de vagina, cuello uterino y de mama.

EFECTOS EN FETOS Y NIÑOS

La exposición de estas sustancias durante el embarazo puede provocar: Muerte fetal y abortos espontáneos; Disminución de peso y tamaño de nacimiento; Alteración en el comportamiento y disminución de la inteligencia; Disminución del sistema inmunitario; Disminución de la fuerza ósea y efectos en la reproducción.

En la industria de limpieza en seco, se ha demostrado que mujeres expuestas a concentraciones elevadas del disolvente percloroetileno pueden tener de tres a cuatro veces más posibilidades de sufrir abortos espontáneos.

Los niños nacidos de mujeres que habían comido cantidades moderadas de pescado contaminado del lago Michigan, tuvieron un peso menor al nacimiento, una disminución del diámetro craneal y nacieron más prematuramente que los niños de mujeres no expuestas. También, los niños de madres expuestas a PCBs eran más pequeños, a la edad de 4 años, que los no expuestos. Igualmente existen evidencias de que sus hijos padecen disminución de la memoria y de las funciones mentales.

ALTERNATIVAS

La mayoría de los usos industriales del cloro pueden sustituirse por otros productos o procesos tecnológicos. En algún caso, el cambio a una alternativa libre de cloro, supondrá un aumento en el coste de la producción. En muchos, implicará un importante ahorro a largo plazo. Sin embargo, en ningún caso peligraría la supervivencia de las industrias que utilizan cloro y organoclorados.

Actualmente es evidente que los organoclorados se han difundido mediante procesos de transporte naturales, contaminando todas las partes del planeta. Esta contaminación no ha alcanzado aún su punto máximo, por lo que los problemas existentes continuarán empeorando, mientras que se identificarán otros nuevos. La destrucción de la capa de ozono, extensos daños a los bosques y la degradación de lagos y ecosistemas marinos, han sido atribuidos total o parcialmente a la industria del cloro.

Las políticas y estrategias medioambientales internacionales más progresivas incluyen el principio de precaución y prevención que se desarrolla a través de alternativas de producción limpia, en lugar de intentar determinar cuál será el nivel al cual se producirá contaminación.

Se hacen necesarias medidas urgentes para invertir la creciente degradación del medio ambiente y la salud pública de los ciudadanos. Los gobiernos deben actuar ahora para detener el vertido de organoclorados y otras sustancias tóxicas y persistentes, antes de ser demasiado tarde.

Por último, recomiendo a todo aquel que esté interesado en esta contaminación química a la que estamos siendo sometidos silenciosamente, leer el libro titulado “Nuestro futuro robado”. Es un amplio informe científico relatado de forma amena, que nos abre los ojos a la realidad. Podéis igualmente buscar información y resúmenes del libro vía Internet.

 Pedro Pozas Terrados