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jueves, 30 de septiembre de 2010
La energía y la vida
Por Ricardo Barbetti
El mundo natural funciona casi todo el tiempo con una concentración baja de energía. Los terremotos, erupciones volcánicas, incendios, tormentas, etc., son episodios naturales de mucha energía: velocidad, calor, presión y ruido muy grandes. Pero duran poco, y por cada uno de estos pasan miles de eventos de muy poca energía.
El ser humano usa menos energía que una lámpara de 250 W; su temperatura es de 36,8ºC.
Con esa cantidad de energía come, digiere, piensa, escribe (se escribieron las obras de Shakespeare, de Cervantes), duerme, camina, tiene inteligencia, afecto, amistad, sabiduría. Juega; ve paisajes, oye pájaros. Hace arte, ciencia, poesía, canto, danza, agricultura.
Se comprende que es posible tener todas las satisfacciones necesarias en un nivel bajo de energía.
El mundo natural funciona casi todo el tiempo con una concentración baja de energía. Los terremotos, erupciones volcánicas, incendios, tormentas, etc., son episodios naturales de mucha energía: velocidad, calor, presión y ruido muy grandes. Pero duran poco, y por cada uno de estos pasan miles de eventos de muy poca energía.
En cambio, la tecnología moderna mantiene un nivel alto de energía: usinas, fábricas, automotores, máquinas, producen un ambiente con velocidades, presiones, ruidos y otras vibraciones fuertes, temperaturas de cientos o miles de grados, aumento de radiactividad.
El aumento del uso de energía se usa, entre otras cosas, para acciones que destruyen al mundo viviente: arado, desmonte, extracción de minerales (en vez de reciclar).
Las temperaturas y presiones altas de procesos industriales, y las máquinas que extraen minerales que de otro modo estarían encerrados en rocas, hacen posible que se desparramen sustancias que no estaban en estado libre en la naturaleza, que no funcionan bien con la naturaleza viviente; son venenos, causan desorden. Todo esto trastorna y destruye la naturaleza y daña al ser humano.
El aumento del uso de energía causado por las máquinas hace aumentar la velocidad de cambio y destrucción del mundo viviente, la biosfera: el conjunto de mares, bosques, ríos, desiertos, prados, montañas, etc., con sus seres vivos; todos los ambientes donde hay vida vegetal, animal, humana. Es imprescindible que la biosfera funcione bien; mantiene respirable el aire; el funcionamiento del clima y los ríos; renueva la fertilidad del suelo, limpia el agua del mar y de los ríos.
Muchos están fascinados por la tecnología “de punta” y por la propaganda que la promueve. Eso hace difícil saber y entender que la vida humana, animal, vegetal, toda vida, es frágil y por eso necesita estar rodeada por niveles de energía bajos. Los niveles altos de energía destruyen al ser humano y a toda vida, en forma directa, o indirecta a través del deterioro del ambiente.
Entonces se entiende que el aumento del uso de energía es contrario a la vida.
Todo esto puede ser difícil de entender por estar acostumbrados a usar demasiada energía, por eso parece normal, necesario, inevitable, “progreso”, se acepta, es difícil ver que es destructivo. Parece que no se puede cambiar, muchos creen que el mundo “tiene que ser” con tecnología violenta que destruye la naturaleza. Pero la vida empieza a funcionar mal cuando aumentan la velocidad, presión, temperatura, radiactividad y toxicidad que la rodea; son efectos inevitables del aumento del uso de energía. Si esto sigue en la misma dirección, en algún momento la vida va a ser imposible. Por eso aumentar el uso de energía es suicidio.
Si se considera todo esto, se entiende que el aumento de la cantidad de energía usada por persona y por año, el aumento de concentración de energía, es destructivo para la civilización, para la humanidad y para toda la vida, y por eso equivocado.
Por eso es imprescindible y urgente cambiar la dirección del desarrollo haciéndolo satisfacer todas las necesidades reales con el mínimo posible de energía.
Por eso es malo aumentar la producción de energía.
Es muy importante el uso cuidadoso y ahorrativo de la energía, hacer máquinas que funcionen bien usando menos energía. En Francia hicieron aparatos electrodomésticos que usan la mitad de electricidad que modelos anteriores.
La producción de energía se debe y puede disminuir manteniendo el bienestar real, no el derroche, la ineficiencia, las manías, ambiciones, caprichos, antojos.
Los motivos reales para hacer obras hidroeléctricas gigantes y usinas nucleares son las ganancias enormes de los que las hacen. No son necesarias. Las promocionan con campañas gigantescas de propaganda que son presentadas como “información”.
Es necesario difundir estas realidades.
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