Las lecturas de Edgar Cayce contienen innumerables consejos prácticos sobre la manera de gozar de una buena salud. La naturaleza misma de gran parte de estas nociones revela que Cayce tenía al respecto ideas de vanguardia. Sus sugerencias para recobrar la salud y conservarla, así como para equilibrar el estilo de vida, se apoyan en principios tales como régimen alimenticio apropiado, ejercicio físico, control de las actitudes y de las emociones, relajación y tiempo libre, purificación interna y externa del cuerpo.
Según Cayce, el secreto de una buena salud reside mucho más en el cuidado acertado del cuerpo y en la medicina preventiva que en el tratamiento de las enfermedades cuando se declaran, o sea 'más vale prevenir que curar'. En el mundo occidental, Cayce fue uno de los precursores de una alimentación a base de frutas, verduras, pescado, aves y suficiente agua para depurar los órganos internos. Conviene notar que hizo estas recomendaciones, y otras similares, en una época en que la mayoría de la población de los Estados Unidos consumía grandes cantidades de carne roja y de hidratos de carbono.
Los preceptos de Cayce sobre la salud y el arte de mantenerse en forma no se limitan a una dieta adecuada y a la práctica regular de ejercicio. Hace decenas de años, Cayce ya insistía sobre el rol de la mente en el equilibrio físico y en el bienestar de la gente.
La ciencia médica reconoce hoy en día que los pensamientos positivos aceleran los procesos de curación. Tanto Cayce como la medicina moderna afirman que el sentido del humor y la alegría contribuyen a restaurar la salud, mientras que las contrariedades, las tensiones y las actitudes negativas, por ejemplo las iras repetidas conscientes o inconscientes, favorecen las dolencias.
Incluso los que critican otros aspectos de la obra de Cayce estiman que sus consejos de salud son invalorables para estar en buenas condiciones físicas. Estos consejos cubren una amplia gama de asuntos, desde las verrugas, las hemorroides, el acné, las deficiencias vitamínicas, las fracturas y la longevidad, hasta la artritis, los problemas infantiles o de parto, el cáncer, la epilepsia, la psoriasis y los trastornos mentales. De hecho, se considera que Cayce habló en las lecturas de prácticamente todos los males existentes en la primera mitad del siglo XX. Es interesante constatar que muchos tratamientos que prescribió entonces para casos aislados permanecen vigentes y pueden generalizarse. Citemos la psoriasis y la esclerodermia: Cayce proponía alimentos específicos, manipulaciones vertebrales y otros remedios naturales. En los últimos años, cientos de personas afectadas de esos padecimientos se han mejorado al aplicar tales recomendaciones.
Las lecturas de Cayce, dictadas entre 1901 y 1944, se adelantaron a su época al mencionar la influencia de las actitudes y de las emociones sobre la salud; la medicina de las energías; la importancia de la oración; la curación espiritual. Además, anunciaron muchos descubrimientos venideros en la manera de abordar las cuestiones de salud. Así, Cayce declaró en 1927: "Llegará el día en que se diagnosticarán las enfermedades a partir de una sola gota de sangre".[1] Esto es efectivamente muy común en la actualidad.
La salud integral, según Cayce, corresponde a la armonización de los tres componentes de la vida: físico, mental, espiritual. Se logra considerando al ser humano en su totalidad, cuerpo, mente y alma; no limitándose a tratar las dolencias. Por esta razón, a menudo se admite que la medicina holística contemporánea tiene su origen en las lecturas psíquicas de Edgar Cayce.
Fuese por un problema de salud o por otro asunto, las lecturas ocurrían en principio del siguiente modo: Edgar Cayce se tendía en un sofá y entraba en un trance autohipnótico, mientras su secretaria, Gladys Davis, sentada a su lado, se disponía a estenografiar lo que se diría durante la sesión. Una vez que Cayce estaba dormido, la persona que dirigía la lectura, usualmente su esposa Gertrude, le hacía la sugestión apropiada a fin de obtener la información requerida. Para las "lecturas físicas", Gertrude enunciaba: "Usted estará en presencia del cuerpo de __________ [nombre del interesado], que se encuentra en este momento en __________ [nombre de la ciudad y dirección]. Recorrerá el cuerpo con cuidado y lo examinará en detalle. Hablando claramente, a un ritmo normal, describirá los estados patológicos existentes y determinará su causa; indicará la forma de mejorarlos y de aliviar el cuerpo. También contestará las preguntas que se le hagan." Cayce confirmaba: "Sí, nos hallamos en presencia del cuerpo". De haber efectuado, aun treinta años antes, una o varias lecturas para el paciente, solía añadir: "Ya hemos estudiado este caso", y retomaba donde se había detenido entonces, independientemente del tiempo transcurrido. De ordinario, disertaba con su voz habitual y se refería a la persona como si ella estuviera en la habitación, encontrándose en algunas oportunidades a miles de kilómetros de distancia. Cayce establecía un diagnóstico circunstanciado, mencionando todo dato útil sobre la circulación sanguínea, el sistema nervioso y los órganos implicados. Después explicitaba cómo aliviar los males y, para terminar, respondía a las interrogantes. Señalemos que si alguien asistía a su propia lectura, sólo tenía que formular mentalmente una pregunta para que Cayce la contestara.
De las numerosas lecturas relativas a los principios curativos y a la medicina holística, se destaca que los fundamentos de una buena salud están resumidos en las siglas "C.A.R.E.":[2] circulación, asimilación, relajación, eliminación. El rol de cada una de estas funciones es el siguiente: - En primer lugar, la circulación. La misma es primordial en los mecanismos de regeneración del cuerpo. Por ende, el estimularla mediante ejercicios físicos, masajes, o manipulaciones terapéuticas como las que se llevan a cabo en quiropráctica y en osteopatía, refuerza considerablemente los procesos naturales de curación.
- En segundo lugar, la asimilación. Ésta representa la manera en que el cuerpo digiere la comida y reparte los nutrientes. Por un lado, la asimilación depende del régimen alimenticio: según las lecturas, éste debería consistir en el veinte por ciento de alimentos "ácidos" (o sea que acidifican el organismo), el ochenta por ciento de alimentos "alcalinos", y un litro y medio o dos litros de agua cada día. Por otro lado, depende del modo de preparar y de combinar los alimentos. Así, por ejemplo, las lecturas invitan a consumir regularmente cereales y cítricos, pero nunca en una misma comida, a causa de su incompatibilidad durante la digestión.
- En tercer lugar, la relajación. Incluye, no sólo bastante sueño, sino también tiempo libre y recreo. Cayce afirmó en una lectura:
"Estos trastornos resultan de lo que se podría llamar desequilibrios ocupacionales: tiempo al sol y labor física insuficientes; demasiado trabajo intelectual, mientras que debería mantenerse la justa medida entre el alma, la mente y el cuerpo. Quien no reserva en su vida un lugar para el esparcimiento y no armoniza cada aspecto de su ser, se engaña a sí mismo. Tarde o temprano, se atendrá a las consecuencias."
[Lectura 3352-1]
En cuarto lugar, la eliminación. Es indispensable que el cuerpo expulse sus toxinas y purifique sus órganos internos para funcionar normalmente. Una alimentación adecuada, mucha agua por vía oral, movimientos respiratorios, ejercicio físico (caminar por ejemplo), baños de vapor, enemas, aseguran buenos mecanismos de eliminación. Cayce insistía en la importancia de evacuar el intestino todos los días.
El equilibrio entre la circulación, la asimilación, la relajación y la eliminación engendra curación, salud y longevidad.
Aunque ciertas recuperaciones fueron espectaculares, hagamos resaltar que las lecturas de Cayce nunca indicaron fórmulas o remedios milagrosos. Habitualmente, sugerían un conjunto de terapias que involucraban el organismo entero, así como los diferentes aspectos del ser. A pesar de sus poderes psíquicos, Cayce no era sanador. Por el contrario, gracias a los consejos de salud integral transmitidos en las lecturas, enseñaba a la gente la conducta apropiada para mejorar su estado físico o restablecerse de sus dolencias.
Acatar los tratamientos y las recomendaciones de las lecturas a veces exigía enormes esfuerzos y mucha constancia. A quienes recurrían a él acerca de sus afecciones, Cayce les preguntaba frecuentemente por qué deseaban curarse. En otras palabras, el paciente que, desde el momento en que se siente bien, retorna al estilo de vida que había provocado su enfermedad, se niega a afrontar las causas profundas de sus males. De desdeñar la lección ofrecida, corre el riesgo de exponerse a una adversidad mayor en el futuro.
Libros recomendados:
- "Edgar Cayce: Sus curaciones naturales" ("The Edgar Cayce Handbook for Health Through Drugless Therapy") - Harold Reilly and Ruth Hagy Brod
- "Las claves de la salud" ("Keys to Health") - Dr. Eric Mein
- "Los remedios de Edgar Cayce" ("The Edgar Cayce Remedies") - Dr. William McGarey
- "Milagros de curación" ("Healing Miracles") - Dr. William McGarey
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