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domingo, 31 de octubre de 2010
SU LUCHA POR LA VIDA
CECILIA TAIT Y SU LUCHA POR LA VIDA
Han pasado varios meses desde la última vez que vimos a Cecilia Tait. La Zurda de Oro nos había tenido acostumbrados a lo largo de estos años a su carácter tan desenfadado, a su estilo tan propio, irreverente en ocasiones, y a su garra arrolladora en la mayoría de los casos. Esta vez Cecilia reaparece con la misma audacia
(porque así quiere sus fotos “a lo Grace Jones”), y enfrenta con la misma garra la prueba más difícil de su vida.
En abril de este año, de un momento a otro y en pleno viaje a Alemania para estar en la ceremonia de confirmación de su hija mayor de 15 años, le diagnosticaron cáncer a los ganglios, específicamente el denominado Linfoma de Hodgkin.
Para contarnos lo vivido pide estar en un lugar tranquilo con vista a un jardín.
Luego de cuatro meses de tratamiento de quimioterapia decide finalmente contar su historia.
Ω¿Cómo te sientes?
–No sé si estoy preparada para salir y decir todo esto, te lo confieso muy abiertamente; tengo miedo de hablar y de contar por lo que estoy pasando. Sé que mientras más dramática es la situación, mayor es el morbo que la rodea, pero ustedes me han tratado con cariño… (llora)… Hace meses lo sabían y me respetaron, me dieron el tiempo que necesitaba para enfocarme en mi tratamiento… y nunca lo publicaron. Yo estoy agradecida por eso.
ΩTe apartaste completamente del ojo público.
–Es que todo ser humano, paciente de cáncer, necesita dignidad para curarse. Yo pude haber dicho, “¡Ay, llegó el momento de cambiar la imagen de la Tait, el momento para que digan “¡ay, pobrecita!”, pero no. Yo no estoy dispuesta a que la gente me vea como una pobrecita.
ΩEs que siempre has sido muy ‘achorada’, ¿no crees?
–Sí, completamente, y en esta situación he tenido momentos de ‘achoramiento’. Cuando yo le conté a mi hermana Violeta, le dije: “Nada de llanto, nada de drama, quiero tu ayuda. Yo ya tengo bastante dolor como para causarte más dolor, así que he venido para que tú me ayudes”. Yo no sé de dónde saqué esa valentía.
El 23 de abril, Cecilia Tait abordó un avión rumbo a Alemania con un fuerte dolor al cuello. Habían pasado tan solo cuatro semanas desde que se había recuperado de una osteomielitis en el maxilar inferior. Todo le hacía pensar que el dolor al cuello estaba vinculado a ello, pero de todos modos se hizo una resonancia completa y los resultados arrojaron que tenía una inflamación en los ganglios. Partió de viaje tranquila pensando en tratar ese tema a su regreso.
Ω¿Cómo se desencadena todo?
–Al llegar a Alemania el cuello me dolía aún más y de pronto me salió un bulto, después otro. Me metí inmediatamente a la computadora para saber qué tenía y ¡‘pacatún’!, me di con la sorpresa que posiblemente tenía solo cinco años de vida. Me imaginaba un cáncer avanzado. Fue horrible. En las noches mordía la almohada de terror; mi hija mayor acababa de cumplir 15 años y la chiquita recién tiene ocho… ¿Cómo puede ser?
Ω¿Los exámenes te los hiciste en Alemania?
–Sí, inmediatamente, con la ayuda de un amigo de toda la vida que tengo allá. En el hospital yo le pregunté a la doctora alemana, “Es un tumor ¿no?”, y ella me respondió con total frialdad: “Qué bueno que lo tenga claro”.
Ω¿Te operaron allá?
–Sí, me operaron, pero escuché que decían que el linfoma estaba al inicio y que debía de hacer quimioterapia. En ese momento se me desplomó la vida. ¿Qué tengo que hacer?, ¿qué debo dejar organizado? Volteé a mirar si había alguien más en la sala de operaciones y vi que estaba sola. Me quedé mirando al techo y no volví a hablar más. Comienzas a decir: ¿para qué? ¿Cómo? ¿Dónde? Llegó un momento en el que me bloqueé.
ΩTu vida siempre ha estado llena de luchas y ha sido muy avasalladora en cuanto a triunfos.
–¡Ah, sí, muy controladora! Siempre he controlado todo. Desde chiquita, siempre tuve claro lo que quería en mi vida, llena de esperanzas. Quería ser una triunfadora, pero eso a veces te vuelve como soberbia… (llora) Eso es muy duro.
Ω¿Por qué soberbia?
–Porque con esa soberbia yo me defendía… Yo soy bien tímida y con esa actitud me convertía en una chica fuerte. No quería que nadie me maltrate.
ΩPero eres una mujer muy exitosa.
–Claro, es que los exitosos también tienen una vida. No todo es sonrisas; los exitosos también tienen sufrimientos. Por eso digo yo, ¡qué irónico! Porque así como yo he tenido grandes éxitos, mis caídas también han sido muy grandes y ésta es una de ellas.
Ω¿Te has hecho la pregunta del porqué?
–No, no me hecho esa pregunta, creo que es para qué.
Ω¿Para qué?
–Para algo. Primero Cecilia tiene que cambiar.
Ω¿En qué?
–Vivía siempre estresada en lo que estaba por llegar, pero no vivía el presente… (llora). Todo era ahorrar para que en el futuro no me falte nada, trabajar para que mis hijas tengan todo. Pero ahora me pregunto: ¿De qué vale si tu vida está pendiendo de un hilo?
ΩMuy cierto.
–Muy duro. ¿Sabes lo que me hicieron a mí? Estaba en mi carro, me apagaron el motor y me quitaron la llave. “¡Ahora sube pues!”, me dijeron. Estaba en una pendiente, donde tienes que ver cómo la terminas sin que el auto retroceda y termine destrozado. Tuve que sacar el pie como Picapiedra, ponerlo sobre el pavimento y comenzar a andar, milímetro a milímetro, día a día.
Desde la fecha en que le diagnosticaron el cáncer hasta ahora, la Zurda de Oro ha pasado por siete sesiones de quimioterapia y varias radioterapias. Perdió 10 kilos en el proceso, que ahora recupera lentamente, pero como ella misma dice, ganó grandes cosas. Descubrió valores que antes no había reconocido y dice ser consciente de que la vida le ha dado una segunda oportunidad.
ΩLos valores que uno deja de ver cuando todo anda bien, ¿no?
–¡Uf! ¡Muchos! Así como Zenaida Uribe, con quien yo ya no hablaba hace tiempo, me llama todos los días; que me perdone si he hecho algo malo porque le estoy tan agradecida. Nunca dejaré de estar agradecida con ella, ni con Carmen Pimentel, quien vino de Italia con su hija para acompañarme, ni con todas las personas que me han apoyado.
ΩEsas son las verdaderas amigas.
–Mis amigas han sido maravillosas, yo estoy impresionada de su solidaridad. Creo que descubrí algo que no quería aceptar (llora) … y es que la gente me quiere.
Ω¿Tu marido, Tyler, cómo ha enfrentado todo esto?
–La enfermedad lo convirtió en padre y madre durante este proceso, con todas sus limitaciones de no saber peinar a una niña y llevarla tal cual al colegio, pero asumió roles que antes no valoraba. Ahora es él quien la lleva al ballet y es el único papá sentado allí todos los martes y jueves. El mismo tratamiento lo ha obligado a hacer estas cosas y eso ha sido maravilloso. La unión que ahora tiene con mi hija es producto del tratamiento y estoy agradecida.
Ω¿Y tus hijas?
–Eso fue lo más duro. Cuando la enfermera en Alemania me advirtió que iba a comenzar la quimioterapia y que se me iba a caer el pelo, yo me decía, “¿cómo les voy a contar a mis hijas?”. Ese día nos les pude decir nada porque no estaba preparada, ni podía llorar. Fue recién cuando pude llorar que les expliqué lo que estaba pasando.
Ω¿Y ahora cómo están?
–Están más tranquilas. La más chiquita, Luciana, me dice: “¡Mami, estás linda, ya tienes tus gorditos! Ahora está jugando vóley y ha pedido el número siete.
ΩHablando de vóley, ¿cómo has vivido la serie ‘Matadoras’, que terminó hace unos días?
–Cuando yo vi el primer programa de ‘Matadoras’ me puse a llorar. Resultó muy doloroso ver lo que podía hacer entonces y comparar con lo que ahora no puedo hacer.
Ω¿Lo dejaste de ver?
–No, aprendí a disfrutarlo. Me ayudó a darme cuenta que nunca creí en mí a pesar de lo bien que jugaba. Me daba vergüenza decir lo buena que era porque todo el mundo decía que yo era una pesada, antipática y sobrada; por eso no me atrevía a decir que era una trome.
ΩY tenías buena facha además.
–A mí me encantaba jugar, me encantaba sacar con estilo, saltar con estilo y tener el uniforme bien puesto, pero la vida no es solo eso. Ahora me siento orgullosa de mí misma, de ser totalmente peruana y de preferir venir al Perú a curarme.
Ω¿Ver la serie te ayudó entonces?
–Sí, exacto. La vida me dijo: “Te voy a hacer pasar por esta prueba, pero voy a poner algo en la televisión para que te distraigas y te sientas orgullosa”.
ΩSe utilizó mucho el tema de la ausencia de tu padre.
–Me reconcilié con mi padre de 92 años. En pleno tratamiento de quimioterapia le dije a mi hermana Violeta: “Creo que llegó el momento, ¿tienes el teléfono de mi papá?”. Lo llamamos. Hay que reconciliarse con la vida y yo había perdido eso. Tenía un conflicto con la vida y esa reconciliación tenía que partir primero de mí.
Recién en estos últimos días, terminado su tratamiento, Cecilia ha hecho su aparición en espacios públicos. Se le ha visto serena, segura y con peluca. Por cuatro meses fue extremadamente rigurosa con cada uno de sus movimientos. Dejó de trabajar, dejó de salir y se concentró en su salud física y emocional. “Fui bien disciplinada”, dice. “Nunca me resfrié ni nada. Evité cualquier complicación adicional”.
Ω¿Crees que esa disciplina te la dio el vóley?
–Creo que sí. La vida me preparó para esta prueba. Yo siempre lograba lo que me proponía, pero te pregunto: ¿Tú tienes ganada la lucha por la vida? ¿Sabes hasta cuándo te vas a quedar?
Ω¿Cómo has respondido al tratamiento?
–Muy bien, gracias a Dios. De ocho sesiones de quimioterapia he tenido siete y ya terminé el 26 de agosto. No ha sido necesaria la última.
ΩExcelente noticia.
–Sí, mi cuerpo es muy fuerte. Yo lo beso, lo abrazo, le agradezco y le pido perdón por todos los excesos. Este maravilloso cuerpo que Dios y la naturaleza me dieron, se portó a la altura de las circunstancias.
ΩSi tuvieras que escoger una palabra en estos momentos, ¿cuál sería?
–Solidaridad. El cáncer casi me quita la vida, pero no era el momento. Sin embargo, lo que yo encontré en el cáncer es mucho más que el padecimiento, los dolores y la angustia. Encontré esa solidaridad que yo no creía merecer; yo era solidaria, generosa y todo, pero nunca me imaginé recibirla a cambio.
ΩY ahora vuelves con fuerza, guapísima como siempre.
–Bueno… (risas), aquí me ves. Estoy recuperando mi peso, me está creciendo el pelito, blanco eso sí, pero quiero tener ahora el estilo de Grace Jones. En el pasado me he hecho de todo en el pelo, lacio, trencitas, ¡de todo! Pero ahora descubrí que mi cabeza es bien redondita y me queda bien.
Con esa sonrisa Cecilia Tait acaba de partir rumbo a Nueva York acompañando a su esposo, el periodista Tyler Bridges, quien recibirá el premio Maria Moors Cabot de la Universidad de Columbia. Volverá muy pronto, sabiendo que abandonó su duro secreto.
“Para mí el dar esta entrevista es como abrir una celda. Esto ha sido como estar en una cárcel de salud espiritual y mental donde, poco a poco, me he ido recuperando y en donde solo había espacio para mí”.
(Entrevista: DRUSILA ZILERI Fotos: JUANJO CALVO)
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