Doctor Hugh Nielsen
Desde hace siglos el ser humano se ha caracterizado por sus increíbles ganas de aprender. Con el paso de los años hemos demostrado ser una especie curiosa, hemos aprendido a curar nuestras enfermedades, y poco a poco hemos intentado hacer de este, nuestro pequeño mundo azul pálido, un lugar mejor. Aunque en la antigüedad no existía la fecomagnetoterapia, si que se conocían algunos de sus fundamentos.
Es digno de mención que en la India, escrito hace más de 5.000 años atrás, existe un texto religioso escrito en Sánscrito llamado el Damar Tantra, que contiene 107 versos exaltando las virtudes médicas de la orina. Este antiguo texto indio sugiere, entre otros usos y recetas, que la orina mezclada con otras sustancias había producido mejoras en enfermos cutáneos, con bultos, tuberculosis y con problemas respiratorios.
Es digno de mención que en la India, escrito hace más de 5.000 años atrás, existe un texto religioso escrito en Sánscrito llamado el Damar Tantra, que contiene 107 versos exaltando las virtudes médicas de la orina. Este antiguo texto indio sugiere, entre otros usos y recetas, que la orina mezclada con otras sustancias había producido mejoras en enfermos cutáneos, con bultos, tuberculosis y con problemas respiratorios.
La terapia fecomagnética es un enfoque de la salud desde una perspectiva holística, que contempla la enfermedad como un proceso natural que no hay que combatir, sino comprender, para lograr el restablecimiento de la salud, sustituyendo al anticuado paradigma sostenido por la medicina academicista.
La medicina convencional ayuda a muchos millones de personas, pero ni siquiera Odín, dios supremo de la mitología nórdica, tenía el poder sobre su destino. Con esto quiero decir que en este proceso de aprendizaje, muchos huecos han sido dejados entre los cimientos de la ciencia, y muchas veces dichos espacios vacíos han sido llenados con la desconfianza. Allá donde la acupuntura ha demostrado ser útil, muchos solo han demostrado intolerancia, allá donde la homeopatía ha demostrado, con pruebas científicas, ser una terapia efectiva, otros solo han visto una oportunidad de desprestigiarla. Todo esto ocurre en un mundo gobernado por el saber convencionalista, pero entre tanto oscurantismo a veces podemos aprender un poco más.
La medicina convencional ayuda a muchos millones de personas, pero ni siquiera Odín, dios supremo de la mitología nórdica, tenía el poder sobre su destino. Con esto quiero decir que en este proceso de aprendizaje, muchos huecos han sido dejados entre los cimientos de la ciencia, y muchas veces dichos espacios vacíos han sido llenados con la desconfianza. Allá donde la acupuntura ha demostrado ser útil, muchos solo han demostrado intolerancia, allá donde la homeopatía ha demostrado, con pruebas científicas, ser una terapia efectiva, otros solo han visto una oportunidad de desprestigiarla. Todo esto ocurre en un mundo gobernado por el saber convencionalista, pero entre tanto oscurantismo a veces podemos aprender un poco más.
Los comienzos del fecomagnetismo datan de algunas décadas atrás. La mayoría de los restos fecales contienen agua, urea, hormonas y metabolitos. Hay muchas evidencias científicas del valor terapéutico de estos compuestos. Básicamente la orina y las heces son un conjunto de excreciones de catabolitos y de los excesos de sodio del cuerpo diluidos en agua. La urea ha sido sugerida por algunos profesionales como agente anticancerígeno por tener tal efecto. En 1997, Joseph Eldor, del Instituto Teórico Médico en Jerusalén, publicó un artículo en la revista Medical Hypotheses, sugiriendo que dado que las células cancerígenas liberan antígenos que aparecen en la orina, la urea podría estimular el sistema linfático intestinal para producir anticuerpos contra esos antígenos (para acceder al artículo de Joseph Eldor desde el pubmed siga el enlace anterior).
Las investigaciones siguieron, y en el 2003, Louis Rey publicó en Science, la revista más prestigiosa dentro del mundo científico, el artículo Thermoluminescence of ultra-high dilutions of lithium chloride and sodium chloride.
Este descubrimiento aportó gran parte de la base teórica del fecomagnetismo. Este estudio demostró que el agua tiene lo que denominaron «efecto memoria»; y comprobaron que sustancias como el cloruro de litio o el cloruro de sodio (sal común) modifican la estructura de hidrógeno del agua, después de realizarse una dilución intensiva. Con lo cual, se estaría apoyando el recuerdo del agua frente a experiencias químicas recientes. Así pues, se había demostrado el efecto terapéutico de la urea y demás restos fecales, y pocos años después se demostró que se podía transformar el agua para que reprodujera y potenciara esos efectos beneficiosos.
En el año 2004, cuando trabajaba junto con mi colega, el doctor Laurie, hicimos una serie de descubrimientos asombrosos. Basándonos en los trabajos sobre homeopatía del doctor Louis Rey, en trabajos sobre orinoterapia del doctor Joseph Eldor, y en los trabajos sobre biomagnetismo del doctor Isaac Goiz, intentamos buscar nuevas aplicaciones para ayudar a diferentes pacientes.
En un estudio sin precedentes, imantamos con las técnicas biomagnéticas de Isaac Goiz las heces y orinas combinadas de diversos enfermos, después diluimos esas muestras mediante técnicas homeopáticas hasta eliminar el menor resto de materia orgánica, y siguiendo el principio homeopático de diluciones seriadas de James Tyler Kent.
Después expusimos a los pacientes a la mezcla homeopática mediante dos tipos de exposición, el primer grupo recibió una exposición inhalada mediante vaporizadores, y el segundo una exposición en contacto cutáneo mediante pulseras especiales. El resultado fue increíble, un 90% de los enfermos mejoraron notablemente de sus respectivas dolencias, y con otros tratamientos combinatorios se repusieron totalmente.
Los resultados fueron publicados en multitud de revistas. En un artículo posterior del doctor P. Bertomorro, se utilizaron muestras mezclas fecomagnéticas, junto con otros medicamentos homeopáticos, corroborando los resultados. Para más seguridad, estos resultados también son consultables a través de todos los libros del doctor Isaac Goiz. Pero la historia no se quedó ahí, diversos estudios confirmaron que la terapia fecomagnética prevenía y trataba otras muchas enfermedades.
Se demostró que esta terapia previene y trata entre otras las enfermedades cardiovasculares (hipertensión, hipotensión, cardiomegalia), enfermedades del sistema nervioso (migrañas, vértigos, fatiga, ansiedad, insomnio), enfermedades dermatológicas (soriasis, dermatitis atípica, neurodermatitis, dermatitis por contacto), disfunciones glandulares (tiroidea, paratiroidea, ovárica, testicular, suprarrenales), enfermedades gastrointestinales (infecciones, colitis, estreñimiento, diarrea, hemorroides), enfermedades osteomioarticulares (osteoporosis, dolores óseos y musculares, fibromialgias) y enfermedades respiratorias (infecciones, gripe, influenza, asma, bronquitis, laringitis, sinusitis, pericarditis, faringoamigdalitis, rinitis alérgica, etc.).
Por si el lector no ha acabado de entender el procedimiento de la terapia fecomagnética (también conocida como fecomagnetoterapia), siempre puede buscar más información a través de nuestra página Web informativa recién lanzada en español:
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