La medicina tradicional utiliza esta nomenclatura para definir una perturbación muy frecuente del aparato digestivo, que se manifiesta de la siguiente forma: gases intestinales, hinchazón e inflamación abdominal, estomacal, cólicos estomacales, eructos frecuentes, períodos prolongados de constipación, de diarrea, alternancias entre uno y otro, gusto amargo en la boca y en verdad no ofrece una solución al mismo, más que, en muchos casos un tranquilizante intestinal, que suelen adormecer al intestino, a veces también carbón o laxantes, algún remedio alcalinizante o diagnosticar divertículos o pólipos intestinales y recetar cirugía.
Se habla de que el 16% de la población sufre estos tipos de problemas, lo cual en la Argentina serían unos 4 millones de personas, sin tener en cuenta los que no han consultado, ya que muchas personas padecen este tipo de síntomas y de alguna ú otra manera se resignan a vivir con ellos o con alguna pastilla recomendada por alguien, perdiendo así calidad de vida, alegría y energía vital.
Podríamos decir que todos estos problemas digestivos tienen que ver con un desequilibrio del intestino, del hígado, una mala asimilación de los nutrientes, una debilidad digestiva, en muchos casos podemos decir, también que son el producto, en el caso de mujeres menopáusicas, de la falta de hormonas que a su vez alimentan al hígado y que éste al no tenerlas funciona a la mitad de su capacidad normal y por lo tanto la capacidad digestiva de una persona se ve reducida.
Todo esto es real y los médicos y la medicina convencional se encargan de poner nombre a todos estos tipos de síntomas recetando la manera de suprimirlos.
Si lo miramos a través de lo que llamamos una Nueva Medicina o una Nueva Salud, que en verdad se han recreado, ya que son tan antiguas como la misma humanidad y que intentan tratar al individuo como una totalidad, no separado en un intestino, un hígado o un estómago, podemos ver que hay una zona, que va desde el diafragma hasta las ingles que sufre un importante bloqueo de la energía que corre a través de nuestro cuerpo.
Podríamos decir, también, que la zona que va desde la cintura hasta las ingles es casi de las más afectadas hoy en día, no encontrándose libre la energía en ese lugar. Tanto para hombres como para mujeres muchas de sus enfermedades, en las épocas en que vivimos, están focalizadas en dicha zona, de ahí tantos problemas en las mujeres en la zona de ovarios y útero y en los hombres en la próstata y también las tan comunes diarreas, constipaciones, cólicos, etc.
Las causas
Este fenómeno del colon irritable o intestino irritable y los problemas digestivos en general han recrudecido en los últimos años.
Hemos hecho un exagerado uso de nuestra capacidad intelectual, mental y racional en perjuicio de nuestra capacidad sensitiva y vivencial. Hay un exceso de exigencia, responsabilidad y mucha inseguridad que nos lleva a pensar todo el tiempo, difícilmente nos quedemos conectados con la sensación frente a las distintas situaciones.
Cuando hablamos de sensación nos referimos a esa capacidad de estar conectado con los sentidos, el tacto, el gusto, el oído, el olfato, lo que vemos. Esta falta de sensualidad también ha hecho que exista una falta de sexualidad; hacemos un mal uso de ésta, nos cuesta conectarnos con ella de forma natural y pasamos de actos compulsivos a la frigidez o impotencia y el sexo no es más que la búsqueda de un placer momentáneo donde no está involucrado el amor.
La capacidad intelectual y reflexiva son atributos fundamentales y necesarios en el ser humano, el problema es cuando su uso es tan excesivo que va en detrimento de otros aspectos de nuestro propio ser. El equilibrio adviene cuando pensamientos, sentimientos, acciones, están en consonancia unos con otros, y ninguno de estos aspectos es usado más que otro.
Los seres humanos sobrecargamos preocupaciones, miedos, inseguridades, exceso de comida, desorden, confusión, comida no saludable, todo esto queda adentro de uno y se materializa en energía estancada y en el caso al que nos estamos refiriendo, esta sobrecarga queda acumulada y estática en la zona abdominal.
A cinco dedos por debajo del ombligo existen uno de los más importantes centros energéticos de nuestro cuerpo, allí está ubicada la pelvis, ese punto es dónde más se concentra la energía de la vida, donde podríamos decir existe la mayor fuerza de energía vital, dónde las sensaciones son más fuertes. De esa zona de nuestro cuerpo surge la vida en las mujeres y la posibilidad de generarla en los hombres.
No es raro entonces, que cuando nos estresamos, producto de haber sobrecargado nuestra mente de preocupaciones, pensamientos, nos alejemos de nuestra capacidad sensual, por lo que esa zona, dónde se encuentra la pelvis y sus alrededores, se vea afectada.
Las mujeres han perdido mucha de su capacidad femenina, tienen el ejemplo de sus abuelas y madres, de ser mujeres sumisas, un poco irreflexivas y se ha querido cambiar el modelo.
Hoy se trata de una mujer activa, independiente económicamente, productiva, todos estos atributos muy masculinos y equilibrar ambos aspectos, el femenino (sensitivo, sensual, receptivo), con el masculino (activo, creativo, productor) no es tarea fácil y esto ha ido en detrimento de la sensualidad que nada tiene que ver con la seducción, ser seductor es buscar la atracción del otro.
Los hombres por su lado en el desarrollo de su capacidad intelectual y pensante también han dejado de lado su capacidad sensitiva, el hombre siempre en su mayoría ha sido rígido, hoy la mujer también lo es. Hombres y mujeres hemos perdido nuestra cualidad sensitiva, sensible.
Por eso todo ese segmento el relacionado con la vida, con la vitalidad se ve debilitado, porque demasiado pensar hay en cada uno de nosotros, cargamos con la vida con un exceso de responsabilidad, el exceso termina siendo lo mismo que la falta, irresponsabilidad también.
Nuestras mentes son rumiantes, estamos y pasamos mucho tiempo elucubrando, si hago, si no hago, si debería, si tengo que…, si hay que…, si debo que…, si le digo, si no le digo, interpretando, juzgando, analizando y así se nos va la vida y obviamente la calidad de nuestra sangre se ve afectada.
Hoy se le llama al intestino el segundo cerebro, ambos tienen una forma similar, incluso se ha descubierto que ciertas proteínas que el cerebro segrega tienen una interconexión directa con el intestino.
Todo problema relacionado con el aparato digestivo está relacionado con el alimento, con la nutrición, con lo que se asimila o no se asimila, y si vemos que todo está relacionado con todo, podemos decir también que no es distinta la capacidad de asimilación de alimentos con la capacidad de asimilar, digerir, aceptar sucesos, situaciones, circunstancias, aspectos de la vida de uno, del entorno y de la propia realidad.
Con esto queremos decir que más allá de lo que se coma, el aparato digestivo puede verse afectado porque no se terminan de digerir hechos concretos de la propia vida, internos o externos.
En relación al propio acto de comer, en muchas oportunidades, no es tanto el alimento consumido lo que afecta nuestra capacidad digestiva, sino cómo como lo que como, qué carga emocional tengo y pongo en el momento de llevar un bocado a la boca, si hay miedo, angustia, ansiedad o cuál es la sensación que hay en uno en el momento de comer.
Nos suele ocurrir que comemos más de lo que el cuerpo necesita o bien comemos menos de lo que el cuerpo necesita y en esta actitud siempre hay un conflicto que tiene que ver con miedos, necesidades afectivas que luego se traducen en sobrecarga física y emocional. Esta sobrecarga termina siendo la materialización en la sangre y en la zona afectada del sentimiento que se tenía en el momento de comer.
Además de todo lo enunciado y de tantas razones más que pueden haber, los síntomas de colon irritable y perturbaciones del aparato digestivo, también tienen que ver con una sangre de mala calidad, una sangre acidificada.
Ya lo dijimos en otras oportunidades que la sangre se acidifica por muchas razones: por la mala sangre, por una alimentación desequilibrada, por una vida sedentaria, por una mala respiración por la contaminación ambiental, por el exceso de química, por el consumo de algún medicamento, por la incapacidad de generar silencio mental.
Incluso personas que se alimentan bien y hacen actividad física, por el solo hecho de consumir algún tipo de medicamento tienen su sangre acidificada debido a la contaminación química de esa pequeña dosis de pastillita diaria y esto le genera por ej. gases e inflamación en el intestino.
Cómo resolverlo
Para poder encontrar la posibilidad de resolución es importante tener en cuenta dos aspectos fundamentales. Por un lado si entendemos que la salud es el producto de varios ítems a tener en cuenta y si lo graficáramos como un triángulo equilátero, cuyos lados son iguales, en uno de ellos estaría el aspecto químico, en el otro el estructural y en el otro el psíquico.
Entendemos por químico, todo aquello que entra a nuestro torrente sanguíneo modificándolo por ingestión, aspiración o a través de la piel.
Por estructural, todo lo que tiene que ver con la postura, el movimiento, la actividad de músculos, articulaciones, y por psíquico todo lo que tiene que ver con nuestro sentir, pensar.
Por lo tanto para que la salud o la resolución de un problema advenga es necesario que los 3 aspectos tengan la misma proporción, como los lados de un triángulo equilátero y que éste triángulo no se convierta en isósceles dónde hay un lado que es más pequeño que los otros.
El otro aspecto a tener en cuenta es que existe una inteligencia sanadora en nuestro propio ser, es como si en cada uno de nosotros hay un registro del estado óptimo psíquico y físico y hacia él nos encaminamos. Para poder encontrarnos con esa inteligencia natural que está en cada uno, sólo debemos acondicionar el camino del encuentro.
Según Martin Rossman en el libro “La Nueva Salud”, Editorial Kairós: “Existe una inteligencia innata o una homeostasis psicológica que lucha para restablecer el equilibrio en el cuerpo cuando éste ha detectado un desequilibrio en cualquiera de sus muchos y complejos sistemas. Esta inteligencia innata es la base común de toda sanación.
El verdadero sanador se encuentra en el interior de uno mismo.
Muchos científicos afirman que el cuerpo es un holograma y que el cerebro contiene un anteproyecto tridimensional de la estructura del cuerpo como un todo, completo hasta el último detalle de su anatomía. Constantemente el cuerpo está comparándose con sus programas internos de forma y función ideales”.
Cabe destacar que existe diferencia entre lo que llamamos curación y lo que llamamos sanación.
La curación tiene que ver con la resolución de un síntoma, la sanación va a lo profundo, a un cambio estructural, de formas de sentir, pensar, actuar. En la curación actúa lo externo, en la sanación actúa uno mismo.
Otro aspecto a tener en cuenta es que cualquier tipo de enfermedad adviene cuando hay una polarización marcada entre lo que se siente y piensa con lo que se hace, cuando se vive de una forma opuesta al sentir profundo.
Cuando uno se separa de sus propios valores es muy difícil sanar y en este caso puntual del colon irritable y los problemas digestivos, esa división entre lo que siento y lo que hago actúa debilitando el sistema inmune, alterando la calidad de la sangre y en consecuencia todos los órganos del aparato digestivo reciben con fuerza toda esa dicotomía que hay en uno.
Cada situación en particular
En todos los casos de disturbios en la parte digestiva es de fundamental importancia activar la circulación sanguínea por lo que la actividad física cotidiana es necesaria, ya sean caminatas largas, yoga, bicicleta.
Es decir una actividad física que implique mucho movimiento, por lo menos de una hora diaria.
También es necesario permitir una buena descarga con ejercicios respiratorios durante 10 minutos cada día, por ej., inspirando en un tiempo y expirando en el doble (inspiro en 1 y expiro en 2, 2-4, 3-6, 4-8 y así sucesivamente hasta lo máximo que se pueda).
Luego de la ducha diaria un golpe de agua fría en la zona abdominal.
Masajes con esponja vegetal seca en la zona, para mover la energía estancada.
Automasajes en piernas, 10 minutos cada pierna desde los pies, empezando por cada dedo, luego el pié, talones, pantorrillas y muslos, ayudando de esta forma a que la energía acumulada en toda la franja estomacal y abdominal se libere a través de las piernas.
Comer despaciosamente, con mucha conciencia y la cantidad necesaria, ni mucho ni poco. Masticar cada bocado muchas veces, para mezclar bien el alimento con la saliva, ya que la saliva segrega unas enzimas que actúan alcalinizando la sangre.
Comer menos de lo que se está habituado y si fuera posible hacer un día de ayuno líquido con caldo de verduras, Té Verde y jugo de compota de manzana.
Estas recomendaciones son válidas para todos los casos.
En cuanto a las recomendaciones dietéticas, veremos cada caso puntualmente, teniendo en cuanta que hace falta dar tiempo hasta que la perturbación más aguda se alivie y luego despaciosamente incorporar todos aquellos alimentos naturales que son buenos para nuestra salud, sabiendo que algunos han de ser evitados por tiempos más prolongados de acuerdo a las características personales.
Inflamación intestinal y gases
Consumir:1 ó 2 veces por día alejado de las comidas 2 cucharadas de yogurt natural orgánico con 2 cucharadas de avena cocida en invierno y cruda en verano, ya que ésta mezcla ayuda a eliminar los divertículos y el yogurt en particular actúa regenerando la flora intestinal.
Pan de maíz o pan de mijo. Cereales como maíz (polenta), mijo por sobretodo.
Manzana y pera cocida.
Huevo de campo de vez en cuando.
Jalea de membrillo o de manzana.
Cebollita de verdeo finamente picada y levemente cocida.
Picles y chucrut.
Salsa de soja orgánica.
Ricota casera orgánica y queso de soja.
Antes de cada comida el jugo de 1 limón.
Té Verde, Manzanilla, Marcela, Mimosa.
Miso en las sopas.
Jugo de jengibre fresco en las sopas y con las verduras.
Eliminar:
El exceso de fibras porque muchas veces el intestino al estar muy sobrecargado no tiene capacidad de digerirlos.
Harina integral. Arroz integral.
Nueces, almendras, frutas secas en general.
Cítricos y banana.
Carnes para no producir putrefacciones en el organismo.
Azúcares, harinas en general.
Café, yerba mate y té negro.
Alcohol.
Embutidos.
Productos químicos en general.
Masticar mucho cada bocado.
Diarreas o flojedad intestinal
El intestino es junto con el hígado de todos los órganos los que expresan muy notoriamente nuestros estados internos. Es sabido cómo ante los cambios, el intestino muestra también sus propios cambios, cuando cambiamos de lugar, cuando viajamos.
Ante una dificultad, nerviosismo, estrés, el intestino se expresa de forma diferente a como está habituado a funcionar.
La manera ideal de mover el intestino es diariamente, con forma cilíndrica y de un color habano.
Si la movilidad intestinal es lenta, es decir no es diaria, habla de una retención, si es diaria de una o varias veces y sin forma habla de un desequilibrio intestinal, éste no está teniendo la suficiente fortaleza o potencia para guardar bien los nutrientes y si es más líquida que sólida habla de un desequilibrio aún mayor porque no hay capacidad de retener el alimento ingerido y los procesos naturales de nutrición internos no se están cumpliendo.
Hay veces que por haber ingerido algo que no fue lo adecuado lo descargamos a través del intestino, con lo cual acompañando el proceso unos pocos días o a veces hasta unas horas, luego todo vuelve a su normalidad. Hay veces que por una situación de nerviosismo, más allá de lo que se ingiera, también el intestino se afloja y necesitamos dejar que se descargue a través de él dicha tensión y acompañando el proceso, también en horas o en pocos días se vuelve a la normalidad.
También existen personas que crónicamente tienen sus intestinos flojos y necesitan hacer un cambio para revertir este proceso ya que de esta manera pierden energía y vitalidad.
En el caso de una flojedad momentánea fuerte por los motivos expuestos anteriormente, siempre lo ideal es:
por un día ingerir alimentos sólidos, consumir: caldo de verduras, compota de jugo de manzana y Té Verde o Té Bancha (que aportan minerales).
Si de esta manera se cortó la flojedad, a día siguiente consumir verduras cocidas como zanahoria, zapallo, nabo, papa con aceite de oliva de 1º presión en frío en almuerzo y cena. Manzana cocida, pan blanco hecho por uno o pan de maíz o de mijo, tostado con jalea de membrillo de buena calidad y sopa de verduras cocidas.
Evitar frutas y verduras crudos, verduras de hojas verdes y cereales integrales.
En el caso de padecer una flojedad intestinal crónica es fundamental:
Consumir:
Pan blanco, de maíz o de mijo hecho casero, con aceite de buena calidad que no se hidrogenen.
Ricota casera orgánica.
Jalea de membrillo y compota de manzana o pera cocida, banana.
Todas las verduras cocidas menos acelga, espinaca, tomate, pepino, berenjena.
Consumir especialmente verduras raíces: zanahoria, nabo, bardana.
Soja en forma de queso de soja, legumbres como lentejas, poroto aduki, garbanzos, poroto negro, tamizadas, sin el hollejo.
Maíz en forma de polenta, mijo más que ningún otro cereal, fideos integrales.
Huevo de campo, pescado de buena calidad.
Té de Marcela, Té Verde, Té de Manzanilla, Té Bancha.
Aceite de oliva de 1º presión para cocinar.
Siempre jugo de un limón antes de cada comida, hasta que el síntoma se revierta.
Eliminar:
Lácteos industrializados.
Pan integral, arroz integral, avena.
Frutas y verduras crudas.
Carnes.
Azúcares y alcohol.
Café, té negro, yerba mate.
Embutidos.
Todo tipo de químicos ya sea enlatados, envasados, empaquetados.
Estreñimiento
Consumir:
En los desayunos hacer una mezcla de Yogurt orgánico con salvado de avena cruda, semillas de lino bien molidas y compota de ciruelas.
Pan integral.
Té de Doradilla, Té de Melilotus. Mucho agua diariamente. Arroz integral diariamente, fideos integrales.
Todo tipo de verduras, crudas y cocidas.
Aceite de lino de 1º presión en frío, y de oliva.
Soja orgánica en forma de queso o en milanesa.
Porotos en forma de guisos o en ensaladas (aduki, lenteja, garbanzo, poroto negro).
Mucha verdura verde y fruta.
Evitar:
Lácteos industrializados y quesos en general.
Harinas blancas.
Carnes de todo tipo.
Jalea o dulce de membrillo.
Banana.
Azúcar, alcohol, café, té, yerba mate.
Químicos en general.
Cólicos estomacales y eructos
Comer la mitad de lo que habitualmente se come.Consumir:
Té de Marrubio, Canchalagua, Marcela, Cedrón y Toronjil Tostados.
Comer manzana o peras cocidas.
Mijo o cebada perlada cocidos con mucho agua para que quede como una crema.
Jugo de zanahoria con manzana verde y gotas de jugo de jengibre.
Verduras cocidas.
Huevo de campo.
Queso de soja.
Legumbres sin el hollejo (en guisos o con verduras cocidas).
Sopas de verduras con zapallo, nabo, zanahoria y Jugo de jengibre fresco.
Evitar:
Lácteos de todo tipo.
Panes y harinas, semillas y frutas secas.
Verduras crudas, tomate cocido y crudo.
Carnes.
Azúcares y miel.
Fritos, usar casi nada de aceite incluso para condimentar.
Cítricos, excepto el limón que es alcalinizante.
Puerro, cebollita de verdeo, cebolla.
Todas estas recomendaciones han de tener su validez si al abordar la problemática pongo intensidad y pasión en entenderla, desmenuzarla desde una visión integral, sintiendo, vivenciando, razonando y además sabiendo que si me miro como una unidad, como algo “integro” podré ir develando el entramado de mi propio ser, que no es distinto al entramado de la vida en su totalidad.
Preguntarnos ¿Qué es esto?, ¿Qué es este dolor físico que me aqueja, este malestar?, con mucha sinceridad, si es así, la respuesta si bien no viene en el momento, aparece y no necesariamente con palabras, tal vez algo, no nombrado surge y se produce una comprensión, tal vez un llanto, una descarga necesaria y el estómago, el intestino, todo comienza a relajarse y aparece un estado nuevo de alegría y vitalidad.
Liliana Racauchi y José Bidart
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