La higuera es originaria de Persia y Asia Menor, cultivada desde la antigüedad en todo el Mediterráneo e introducida en América por los conquistadores españoles.
Hoy este árbol crece en muchas regiones templadas. Es un árbol que alcanza de 2 a 8 metros de altura, con un gran desarrollo horizontal en su copa y con un tronco grueso y corto. La corteza de las ramas y del tronco es lisa y de color gris claro.
La higuera, cuyo nombre científico es Ficus carica, tiene unas flores diminutas que crecen dentro de un recinto que más tarde será el higo.
Tiene flores masculinas y femeninas distribuidas en diferentes ejemplares. El fruto, el higo, se recolecta en verano.
El artículo “Pharmacognostic y características fitoquímicas del Ficus Carica Linn”, escrito por Baby Joseph y S.Justin Raj, y publicado en el International Journal of PharmTech Research, señala que el higo es muy nutritivo, siendo rico en vitaminas, minerales, agua y grasas.
Los higos son fuente de en fibra, cobre, magnesio, potasio, calcio, y vitamina K. Además, contienen antioxidantes y son buena fuente de flavonoides y polifenoles.
El higo tiene propiedades expectorantes y emolientes, y se utiliza en cocción para curar las afecciones de las vías respiratorias y para suavizar los tejidos.
Por sus propiedades laxantes, sobre todo el higo maduro, aunque también el higo seco, está especialmente indicado en caso de padecer estreñimiento.
Si bien el látex de los higos y de las hojas irrita la piel, aquel se utiliza para ablandar y eliminar los callos, durezas y verrugas. Los higos cocidos y abiertos, aplicados como emplasto, sirven además para curar los forúnculos.
Puedes preparar una cocción para ablandar la tos con diez higos secos y medio litro de leche. Lava bien los higos y cocínalos en la leche durante media hora. Come los higos antes de acostarte y bebe la leche en que han sido hervidos.
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