Germinados de girasol
El hígado, el páncreas y todo el sistema digestivo, se ve favorecido por la ingesta de alimentos vivos en su mayoría son alcalinos (y no transgénicos), por el contrario, los alimentos muertos
(casi siempre ácidos) representan una carga tóxica, además el ambiente acido carente de oxigeno, es ideal para virus, bacterias, gérmenes, parásitos anaeróbicos, por ende la enfermedad y el cáncer.
De hecho los vegetales y frutas crudas (en su mayoría son alcalinos) aportan las ENZIMAS (en total hay cerca de 5.000 enzimas diferentes) necesarias para el desdoblamiento de las sustancias complejas en sustancias simples, para ser asimilables en el proceso digestivo.
En cambio los alimentos cocidos, refinados, pasteurizados y procesados, NO POSEEN ESTAS ENZIMAS al ser destruidas por las altas temperaturas de estos diferentes procesos, por lo que deben ser producidas por el páncreas en cantidades enormes debido a una alimentación casi total de alimentos muertos (sin enzimas), llegando el páncreas al agotamiento extremo por la sobrecarga constante, al punto de no poder producir mas enzimas y enfermando este órgano tan vital, que se traduce en una diabetes fulminante, cada vez mas común en una sociedad invadida por la gastronomía basada en la comida chatarra súper industrializada de Estados Unidos, que además ahora redobla la apuesta con los alimentos transgénicos que son directamente un veneno.
Hasta fines de 1950 casi todos los cultivos eran orgánicos, o sea no se usaban venenos ni fertilizantes químicos, pero hoy casi todos los cultivos son industrializados, plagados de agroquímicos, además de ser cosechados antes de su maduración y conservados largo tiempo en cámaras frigoríficas, a tal punto que para que un cultivo tenga la certificación de “Producto Orgánico”, es casi imposible por la proximidad a campos tratados con agroquímicos.
Alimentos vivos:
Idealmente son productos naturales puros o sembrados obtenidos mediante cultivo ORGANICO, con frutos madurados en la misma planta y en un medio natural, aunque hoy casi todos son procedentes de un cultivo industrializado, tenemos la posibilidad de crear nuestro propia huerta orgánica, y hacer a partir de semillas los super alimentos germinados y fermentados.
- Frutas y verduras frescas y consumidas CRUDAS !!!
- Germinados de Semillas y brotes (Excelente alimento, multiplica por 10 producto y propiedades, esta en pleno avance en la cultura occidental) germinados de lenteja, alfalfa, garbanzo, porotos, girasol, trigo, etc. muy nutritivos en enzimas y los brotes de alfalfa, girasol etc. muy nutritivos en clorofila.
- Fermentados (chucrut, miso, salsa de soja, kéfir, pickles en salmuera, kimchi) muy nutritivos en pro bióticos,
pero muy distintos de los obtenidos a partir de la leche.
En los alimentos fermentados, es fundamental que no hayan sido alterados por conservantes o procesos de pasteurización, en cuyo caso pasan al bando opuesto, este es el caso para todos los productos fermentados de supermercado.
Este tipo de alimentación es muy benéfica y común en los países asiáticos, pero casi a desaparecido de occidente por desconocer sus beneficios, aunque ahora hay un crecimiento espectacular, incluso de productos asiáticos como verduras, algas, hongos, raíces, etc..
- aceites de primer prensado en frio, como el de oliva, de lino, chía, girasol, sésamo, etc.
- leches de semillas germinadas ( almendras, alpiste, quínoa, etc.)
- hierbas (albahaca, romero, orégano, perejil, salvia, cilantro, etc.)
- productos apícolas (miel, polen, jalea real, propóleo)
- hongos
- algas (espirulina, kelp, wakame, agar-agar, cochayuyo, hiziki, nori, kombu, focus)
- raíces (jengibre, ginseng, etc.)
- semillas sin germinar de lino, sésamo, amaranto, chía, quínoa, mijo, amapola, castaña de cajú, castaña de pará, coco, chía, girasol, maní, nuez (común y pecan), pistacho y zapallo etc. y las polémicas pepitas de damasco que dicen que cura el cáncer.
- frutos secos (de uva, ciruela, durazno, damasco, etc.
- levaduras por ej. de cerveza.
- escabeches ( pickles, lupines, cebollas, ajíes, berenjenas)
Alimentos muertos:
Son alimentos carentes de enzimas, carentes de vitaminas de partes eliminadas por el proceso de refinado (por ej. cascara del trigo, arroz), con sustancias toxicas residuales del procesado, con sustancias químicas dañinas y a veces cancerígenas como edulcorantes, acidificantes, colorantes, conservantes, emulsionantes, saborizantes, etc., son alimentos generalmente ácidos
- los refinados de todo tipo (azúcar blanca, sal refinada, harina blanca, aceites industriales)
- el alcohol
- gaseosas
- las sustancias sintéticas (margarinas ó aceites hidrogenados, vitaminas, adobos, saborizantes, colorantes, conservantes).
- vegetales transgénicos ( aunque sean vegetales al estar envenenados con glifosato, los consideramos productos muertos o de la muerte al ser cancerígenos)
- leche pasteurizada y sus derivados industrializados como quesos, yogur, crema de leche, etc.
- en general todos loas alimentos industrializados que compramos en el supermercado
El tema de los conservantes es gravísimo en la función hepática, pues precisamente el poder inhibitorio que los hace útiles para la preservación de alimentos, interfiere seriamente en los numerosos y vitales procesos enzimáticos que todo el tiempo realiza el hígado.
Además, los conservantes son ingeridos en cantidades elevadas y con gran regularidad, pues están presentes en todos los alimentos industriales de consumo masivo.
Por lo tanto, es muy importante para el hígado, el efecto benéfico de las enzimas alimentarias, localizadas en vegetales crudos, fermentados y germinados.
Otros alimentos especialmente perjudiciales para la función hepática, son los lácteos pasteurizados y el trigo refinado. Los numerosos factores que se analizan en los alimentos y el exuberante consumo al que nos vemos expuestos, terminan repercutiendo sobre la delicada trama de quehaceres a cargo del hígado.
Con la complicidad de la mucosa intestinal permeable, el hígado debe lidiar con sus aportes tóxicos y reactivos, proteínas antigénicas (detonantes de alergias), hormonas sintéticas, carga tóxica. (en otros contenidos veremos las consecuencias negativas que poseen el consumo de lácteos y trigo)
Una sustancia útil para el hígado es el ácido láctico, elemento resultante de muchos procesos ancestrales de conservación de alimentos, los fermentos.
Un gran generador de ácido láctico es el repollo blanco fermentado en solución salina y su forma más conocida es el tradicional chucrut de la Europa fría.
Muchas hortalizas pueden fermentarse y resultar así un interesante aporte alimentario y terapéutico para la función hepática, por su contenido en ácido láctico, enzimas y vitaminas ( zanahorias, pepinos,.
Además del repollo, las mejores hortalizas para el hígado son: zanahoria, alcaucil, escarola, endibia, apio, rabanito, bardana, nabo, remolacha y las hojas verde oscuras (diente de león, achicoria, perejil, berro, espinaca).
Como veremos en las hierbas, debemos preferir siempre aquellas verduras de sabor amargo, que benefician particularmente al hígado.
Entre las frutas favorables a la función hepática podemos citar: uva, ciruela, manzana (sobre todo las verdes), palta, cítricos (limón, lima, naranja, pomelo) y frutos de bosque (frutilla, arándano, frambuesa, mora, cereza).
El azúcar de las frutas, la fructosa, se metaboliza en el hígado y colabora en su depuración.
No debemos confundir al azúcar de la frutas con el nocivo jarabe de maíz de alta fructosa (JMAF), edulcorante refinado obtenido por hidrólisis del almidón. Debido a la errónea asociación, mucha gente cree que el JMAF es saludable, e incluso se lo recomienda a diabéticos.
Pero la realidad es muy distinta. Cuando comemos fruta, la fructuosa ingresa al cuerpo acompañada de fibra y otros componentes de la fruta, que amortiguan su paso al flujo sanguíneo.
Al consumirse el JMAF refinado, no existe tal amortiguación y se genera una rapidísima absorción a nivel celular. Esto lo convierte en una fuente incontrolada de carbono, que a su vez se transforma en colesterol y triglicéridos, generando “hígado graso”.
Otro problema es que la ingesta del JMAF no activa los controles cerebrales de saciedad (como ocurre con otros azúcares), por lo cual su consumo genera más apetito.
Otro alimento benéfico para el hígado es la miel de abejas, dado que estimula su metabolismo y su capacidad depurativa.
La miel se utiliza en la recuperación de cirróticos y alcohólicos; asimismo se aconseja luego de haber consumido mucho alcohol, para mitigar la resaca.
El néctar de las abejas aporta su riqueza en fructosa, micro minerales (unos 30 oligoelementos), aminoácidos (17), ácidos orgánicos, acetilcolina, enzimas, vitaminas y antioxidantes.
Para el hígado también son importantes los alimentos ricos en cromo, mineral traza clave en la función hepática y carente en la moderna alimentación refinada. Su escasez desestabiliza el control del azúcar en sangre, la eficiencia de la insulina y el equilibrio del colesterol.
Son buenas fuentes alimentarias: la levadura de cerveza, el cacao amargo, el azúcar integral de caña, la miel de abejas, el centeno integral, el germen de trigo, la cebolla.
El rubro grasas es clave en la función hepática, siendo el órgano encargado de su metabolismo.
El hígado depende de la provisión externa de los ácidos grasos esenciales, así llamados al no ser sintetizados en el organismo.
Estos AGE (omega 3 y 6) son claves en el metabolismo hepático y están presentes en las semillas y/o aceites de lino, chía, girasol y sésamo, el germen de trigo y las nueces.
En el caso de aceites, resultan fuentes útiles solo aquellos de presión en frío y no refinados.
Cita especial para las aceitunas y el aceite de oliva de primera presión en frío, que aunque no contienen AGE, son saludables y base de una de las técnicas depurativas.
Siguiendo con las grasas, veamos aquellas inconvenientes para el buen funcionamiento del hígado y decididamente desaconsejables en un proceso depurativo. Nos referimos a las nefastas margarinas (aceites vegetales hidrogenados) como producto sintético, absolutamente privo de vitalidad e intoxicante del organismo todo.
Luego debemos citar a las grasas saturadas, sobre todo aquellas provenientes de animales de cría industrial, que incluyen alto contenido de antibióticos, hormonas sintéticas y metales pesados.
En este rubro se encuadran los lácteos y sus derivados, que además reciben el aporte de conservantes y aditivos químicos de síntesis.
Por último debemos citar las frituras, generalmente realizadas con aceites de pésima calidad y escasa renovación, que recargan la función hepática con compuestos tóxicos y mutagénicos.
Estos mismos compuestos se generan en todos los procesos de cocción que superan los 100º de temperatura (horno, grillado, presión, etc.). fuente
MAS INFO: http://buenasiembra.com.ar/salud/alimentacion/index.html
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