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lunes, 6 de octubre de 2014

PARACELSO: El Alquimista

“El arte de la Medicina echa sus raíces en el corazón. Si tu corazón es falso, también tu medicina lo será; si tu corazón es recto, también lo será el médico que haya en tí”


Paracelso

Philippus Aureolo Bombastus Teofrasto von Hohenheim, más conocido por el nombre que él mismo se puso, Paracelso, debió ser una persona… incómoda.

Fue el típico personaje que lo cuestiona todo, que no se cree nada que no vea por sí mismo, y que tiene esa arrogancia que, a veces, va unida a la genialidad…


Nació sobre Diciembre de 1493 en Suiza, hijo de un médico acomodado y de la directora del hospital local. Desde muy joven, el futuro médico se acostumbró a oír hablar de los fundamentos de la química, que luego aplicaría en su desarrollo profesional.

Con 14 años, el joven Teofrasto se unió a los jóvenes que iban de ciudad en ciudad buscando una universidad que saciara su ansia de conocimiento.

Basilea, Tubinga, Viena, Colonia… muchas fueron las ciudades que vieron pasar a este joven inquieto, con ganas de no dar tregua a su voluntad de conocer por sí mismo los secretos de la medicina. Pero nada satisfacía al alumno suizo: ni los tratados de Avicena, el gran médico árabe, ni la sabiduría proveniente de Galeno, el médico romano…

Paracelso se dio cuenta que entre los atanores de los alquimistas, en las consultas de los brujos, y en los hechizos de las brujas, se encontraban a veces secretos curativos que los médicos del status quo ni conocían, ni conocerían nunca por sus anteojeras ideológicas.

En un mundo donde la cirugía se circunscribía al ámbito de los barberos, ya que los médicos consideraban que era un trabajo manual desagradable, o donde términos básicos como la higiene o la buena alimentación estaban todavía en pañales, una mente preclara como la de Paracelso no podía sino rebelarse… y buscar en sitios “diferentes”.

Así, y tras doctorarse, siguió con su peregrinaje que le llevaría a visitar Persia, Egipto, Constantinopla… y a servir como médico en tres ejércitos. Fruto de su propia experiencia, escribió la que sería su obra más importante, “El gran libro de la cirugía“.

En nuestro autor abundan las alusiones a espíritus de la naturaleza, y es básica las inclusión de los cuatro elementos clásicos, aire, tierra, fuego y agua, a la hora de su análisis de la medicina y la realidad.

Astrólogo consumado, creyó firmemente en las interacciones entre el macrocosmos y el microcosmos, al punto de afirmar que “no se puede ejercer la medicina sin mirar a los astros“.

Su rebeldía ante el conocimiento establecido le llevó a quemar libros de Avicena y Galeno, entre otros, delante de la Universidad de Basilea…

Después de una vida azarosa, Paracelso murió joven, en 1541, en Salzburgo, y en circunstancias cuanto menos misteriosas. Tenía muchos enemigos propiciados por su tenaz oposición a la medicina reconocida de su época, y seguramente le pasaron factura.

Uno de sus legados más famosos han sido las “Siete reglas para una vida con sentido” donde demuestra una visión holística y moderna de la salud.

Os dejo con una entrevista apócrifa que refleja muy bien su carácter y su obra…

Sr. Felipe Aureolo Teofrasto Bombasto de Hohenheim, ¿puedo llamarle Paracelso?
Hombre, preferiría que me llamara Teofrasto, Paracelso es solo un seudónimo, un nick como le llaman ustedes.

Si traducimos la preposición griega “pará”, que quiere decir “al margen de”, este nombre quería decir “estar al margen de Aulo Cornelio Celso”, el gran enciclopedista romano del siglo I. De hecho, la gran mayoría de los términos médicos latinos que hemos heredado proceden de Celso.

Y uno de los más famosos es “inflammatio”. Este apodo me lo pusieron precisamente por estar al margen de la medicina de escuela, oficial, convencional, académica, esto es, ser un outsider del galenismo.

¿Ud es de nacionalidad suiza cierto?
Si, nací en Ensiedeln en el año 1493 y la muerte me llegó en Salzburgo en 1541, aunque pasé gran parte de mi vida viajando.

Cuéntenos algo de su vida, de su familia

Bueno, mi padre era médico y alquimista, él me educó e introdujo en estas ciencias. De pequeño le acompañaba en sus largos paseos por las montañas en busca de plantas medicinales con las q luego realizaba medicamentos.

Ya de joven seguí mi educación en Austria y conseguí un trabajo como analista en unas minas. Estudié medicina en la Universidad de Viena y a la edad de 17 años ya tenia mi doctorado por la Universidad de Ferrara.

Bueno, eso solo son especulaciones…
Créalas, yo era un chico muy adelantado.

 ¿Me va a poner en duda?

No, por supuesto, continué ud. ¿Que hizo después de doctorarse?
Me dedique a viajar y ampliar mis conocimientos médicos. La teoría esta bien pero necesitaba saber más, practicar, ver las cosas con mis propios ojos. Viaje por todo el mundo: Egipto, Tierra Santa, Hungría, Tartaria, Arabia, Polonia y Constantinopla, en busca de grandes alquimistas de los que aprender algo más.

Como ud. sabrá, el tema que ocupa estas paginas es la brujería y la magia, ¿qué opina de estos temas?

Fui perseguido por hereje, por seguir las pautas marcadas por la sabia naturaleza, y lo he dicho en alguno de mis escritos: “la Magia es sabiduría, es el empleo consciente de las fuerzas espirituales, para la obtención de fenómenos visibles, o tangibles, reales o ilusorios, es el uso bienhechor del poder de la voluntad, del amor y de la imaginación; es la fuerza mas poderosa del espíritu humano empleada en el bien. LA MAGIA NO ES BRUJERÍA.”

Se dice que conoció al Gran Khan. Cuéntenos un poco de esto.

En uno de mis viajes por Tartaria, me llegaron noticias que el hijo del Gran Khan se encontraba enfermo. Con mis conocimientos pensé que no me resultaría difícil curarlo y efectivamente así lo hice.

Y a su regreso a Europa ya era un médico acreditado y famoso, aunque sus métodos, parece ser que no eran muy del agrado de sus colegas de la época.

Aquellos incultos, discutían mi forma de tratar la medicina como si su ciencia fuera la única verdadera.

Yo cree la medicina moderna, aquella panda de anticuados curanderos opinaban que la cirujía y la medicina eran ramas separadas. Si yo tenia que curar a un paciente, todo lo que pudiera hacer por él era poco, y si había de operar pues lo hacia. Si, esto me trajo muchos problemas, pero mi fama de buen médico me dio una gran cantidad de pacientes y la juventud me elegía como maestro ¿Esto sería por algo, no?

Pero aun así, consiguieron echarle…
Demasiadas envidias y blasfemias contra mi persona. Me exilié a Estrasburgo, una ciudad liberal y moderna, donde me acogieron con los brazos abiertos.

Y allí, su fama creció.
Efectivamente, mi fama llegó a oídos del celebre editor Frobenius, en Basilea, al cual salvé de que le amputaran la pierna. Gracias a mi, hoy en día aun puede lucirla en su tumba. Y, no se si ud. sabía que llegue a conocer también al gran Erasmo.

Si, si algo de eso había oído, pero también hemos oído que su carácter le volvió a dar problemas en la universidad de Basilea.

Esas malas lenguas solo cuentan chismes. Aquellas épocas no eran como las de ahora. No te dejaban enseñar con libertad ni tener tus propios métodos.

Querían que diera las clases en latín, era absurdo, yo quería enseñar no solo la teoría que había en aquellos anticuados libros, quería q mis alumnos aprendieran nuevos métodos. No lo entendieron y me fui.

Mis fuentes dicen que le expulsaron…
Distintas maneras de llamar a un mismo asunto.

¿No sería por aquella quema publica de libros en Basilea?
Por aquel entonces ya estaban todos confabulando contra mis métodos de enseñanza. Al quemar aquellos libros de Galeno y Avicena solo quería demostrarles que la sabiduría no se encontraba toda allí dentro, que desde que se escribieron esos libros se habían descubierto mas cosas, y quedaban miles por descubrir.

Y, me acuerdo muy bien de lo que dije ese día y lo mantengo “en las correas de mis zapatos hay más sabiduría que en todos éstos libros”

Bueno, cambiemos de tema, háblenos de sus obras. Ud. no descansaba nunca, no se divertía, a juzgar por su extensa obra escrita y su labor como médico y alquimista, su vida la ocupó totalmente en trabajar.

El trabajo y el estudio eran mis entretenimientos.

El ansia de saber y la satisfacción del trabajo bien hecho eran todo lo que llenaba mi vida. Aunque ha sido después de mi muerte, mi trabajo ha sido reconocido y mis libros publicados, doy gracias a Dios por ello y me considero satisfecho.

Pd: Gracias, Laura Celina por la sugerencia del tema.

Vía de la entrevista: SEAMP
Más información: Cunday
Más todavía: Wikipedia
En El Blog Alternativo: Las 7 reglas de Paracelso para una vida con sentido.

MAS INFO: http://buenasiembra.com.ar/esoterismo/articulos/la-alquimia-de-paracelso-segun-jung-25.html

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